Capítulo 13

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Salimos de la sala observando que no estuviese nadie por allí y me guió hasta su despacho donde se encontraba Horacio analizando de arriba a abajo con una sonrisa tonta al agente de pelo gris claro quien no podía evitar incomodarse. Entramos y cerró la puerta para dirigirse a la lujosa silla de cuero negro que se encontraba enfrente de las sillas en las que Horacio y yo nos sentamos.

Gustabo: ¿Así que este es su despacho?
Conway: Sí. -dijo firme-
Gustabo: Nunca nos lo había enseñado hasta ahora.
Conway: Ni lo habría hecho por las gilipolleces que hacéis.
Gustabo: ¿Pero ahora qué hemos hecho?
Volkov: Hace una hora se detectó la llegada de 4 sujetos a la zona de buzos los cuales se confirman mediante las cámaras de seguridad de la tienda de buzos, situada al lado del lugar de los hechos que se tratan de ustedes dos y los sujetos Segismundo García y Rogelio García que han sido detenidos y procesados. De entre los 4, el señor Gustabo García aquí presente atacó y dejó inconsciente al sujeto que ahora mismo se encuentra en el hospital. Se le atribuye según el código penal una multa de 2000 euros por incitación al odio y a la violencia más los costes sanitarios involucrados.

El tono de voz de aquel comisario era tan monótono a la hora de leer que me recordaba a las clases tan aburridas de mi profesor de historia cuando estaba en el orfanato. Bufé rodando los ojos, no teníamos dinero para pagar aquello.

Horacio: ¿QUÉ? ¿YO TAMBIÉN? -exclamó indignado-
Volkov: Usted no. Su acompañante sí.
Gustabo: Señores agentes, tenemos 50 euros para comer, no hay más. No podemos pagar eso con los trabajos de mierda que les dijimos que teníamos.
Conway: Si no podéis pagar, ¿por qué os gusta tanto meteros en líos si no os conviene? -caminó hasta llegar a mi lado-
Horacio: Porque a Gustabo se le ha olvidad...
Gustabo: A ver, el problema ha sido que me he puesto agresivo por el mismo motivo del que acabamos de hablar. -Le interrumpí. No quería contar a los policías mi trastorno de personalidad- He tenido un día de mierda, llevamos mucho tiempo buscando un trabajo decente y los superiores sólo parecen reírse de nosotros. Un amigo nos ha traicionado y para colmo el tío de los buzos se ha chocado conmigo y me ha empezado a amenazar. Y pues como comprenderá no era un buen momento y he descargado mi ira con él.
Conway: La ira se puede descargar de otras formas... -dijo en un susurro tan bajo y discreto que apenas lo pude oír yo que estaba a su lado y deduje que los otros dos no habían oído nada- Bien, entonces no encontráis un trabajo decente.
Horacio: No encontramos y estamos hartos.
Conway: ¿Habéis pensado en ser policías?
Gustabo: ¿Nosotros? ¿Llegar a ser policías? -empecé a reír-
Conway: ¿De qué coño te ríes? ¿Acaso no buscáis un trabajo?
Gustabo: ¿Pero lo dice en serio?
Conway: Soy el superintendente del CNP, ¿alguna vez he bromeado?
Gustabo: No, pero... no sé, nosotros no pensábamos que pudiésemos acceder a ser policías. Si en otros lugares no nos han aceptado aún y llevamos días y días no pensábamos que pudiésemos entrar tan fácil al cuerpo.
Conway: -levantó una ceja- Lo primero, tendréis que sacaros las oposiciones, esto no es gratis y lo segundo... -se acercó más a mí y me miró con expresión desafiante- ¿a qué lugares habéis intentado entrar?

Me di cuenta de que había hablado de más al decir aquello. No podía decir que nos habíamos intentado colar en una de las mafias más temidas de la ciudad cuyo jefe era el mayor enemigo el superintendente.

Conway: ¡Hablad nenas!
Gustabo: Eh... bueno es un poco complicado de decir...
Conway: No, complicado no es. -se apoyó en el escritorio enfrente de mí con los brazos cruzados-
Horacio: Bueno, Gustabo y yo intentamos... meternos en un club de noche.
Gustabo: Sí, a Horacio le gustan estas cosas y me trató de convencer pero no nos han admitido. Total, tampoco me interesaba del todo.
Conway: Madre de dios...
Volkov: Que par de maricones.
Horacio: Perdón que le diga pero ¿usted es homófobo?
Volkov: No tengo ningún problema con eso pero entienda que no es normal arrastrarse por entrar a un club de esos. -se cruzó de brazos-
Horacio: ¿Entonces usted es homosexual? -preguntó con interés-
Volkov: ¿Perdón?
Horacio: Hombre, por curiosidad. -le dedicó una sonrisa coqueta-

Después de unos segundos en completo silencio Conway habló.

Conway: Vale, la razón por la que quiero que trabajéis para mí es simple. Parece que no paráis de meteros en líos, tenéis pinta de vender de todo, así que lo que quiero es que recojáis la máxima información posible acerca de mafias, venta de drogas, de armas, de todo lo ilegal en general. Quiero saber quién hace el capullo en mi puta ciudad, vosotros me dais información y yo os pago como es debido ¿entendido?
Gustabo: ¿Dónde hay que firmar? -dije sin pensarlo dos veces-

El superintendente imprimió una hoja que firmó y la cual nos entregó a ambos como contrato de trabajo. Leí un poco por encima, decía básicamente que recibiríamos un sueldo por el encargo de la venta de información, ponía datos nuestros, un sueldo de nada más y nada menos que 15.000 euros. Mis ojos brillaban ante tal cifra, ¡nos íbamos a hacer de oro!

Horacio: Espere, aquí pone que nos tenemos que mudar a una zona de costa. ¿Por qué?
Conway: La malla está distribuida en sectores específicos de la ciudad para actuar en la zona si se trata de un caso de urgencia.
Horacio: Pero esas cuestan un pastón... ahora mismo casi ni tenemos para pagar la mierda de casa en la que estamos.
Conway: -suspiró- Os voy a pagar 15.000 pavos, pero si lo que insinúas es que ahora no los tienes a tu alcance os la pagaré de mientras y luego me lo devolveréis, mariconettis.
Gustabo: Joder, pero 15.000 no es poco.
Conway: Soy el superintendente de la ciudad, gano eso cada 15 minutos, capullo. Eso sí, no os acostumbréis a que sea vuestro Cofidis, no soy un puto banco.

Firmamos y el super nos dio su teléfono para estar en contacto y comunicarnos por ahí. Nos dijo que no le agregásemos como "Superintendente" o "Conway" por si ponía en riesgo su contacto si nos robaban los móviles. Nos mandó ponernos nombre de algún familiar que pasase desapercibido, por lo que Horacio le agregó como "Papu" y yo como "Tío Tom".

Conway: Id a por vuestras cosas a vuestra casa y en una hora os quiero en la dirección de vuestro nuevo alojamiento.
Gustabo: Pero si no tenemos coche.

Conway me lanzó unas llaves de coche y nos echó del despacho indicándonos que nuestro nuevo coche era el negro que estaría aparcado en el parking de comisaría, al lado de los Z. 

Mi superintendente [INTENABO]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें