Capítulo 32

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El superintendente me había inmovilizado y ahora se encontraba encima de mi cuerpo paralizado poniéndome las esposas. Dio un par de órdenes a ambos comisarios y me arrastró hasta dentro del patrulla. No quise abrir la boca, pero en mí solo reinaba la furia que no había podido descargar en el ruso.

Pensé en Horacio, en cómo se lo tomaría si le contara lo que había estado a punto de hacer, seguramente me mataría por el poco criterio que tenía, aquel pensamiento sólo me provocó una inútil sonrisa.

Conway: Empieza a hablar. 

El superintendente me hizo declarar una vez habíamos llegado a la comisaría. No me había llevado a las salas de interrogatorios como otras veces, sino a una celda directamente. Él me miraba serio desde fuera, yo sólo mantenía su mirada.

Conway: Bien, no quieres declarar. Te vendría bien un poco de mambo ¿a que sí? -dijo sacando la porra-
Pogo: ¿Por qué ha interrumpido?
Conway: -frunció el ceño- ¿Cómo que por qué? ¿Eres consciente de que dejaste inconsciente a un comisario y estuviste apunto de agredir a otro, capullo?
Pogo: Que no se hubiese acercado a mi hermano.

Hubo un silencio tras decir aquella frase. Mi rostro se oscureció y el contrario pareció entenderlo. Me apoyé en las rejas con los brazos cruzados y él se acercó a mi lado. Sin decir nada sacó un cigarro y lo prendió para posteriormente sacar el humo lentamente de sus pulmones.

Conway: Sé lo que pasa por tu cabeza. Horacio es la única persona que tienes como familia y lo último que quieres es perderlo. A mí también me ocurre. La malla es la única familia que tengo ahora, he perdido a muchos agentes y no quiero perder a ninguno más. -le dio otra calada al cigarro-
Pogo: No es lo mismo, Conway. Un hermano al que llevas protegiendo toda la vida no se compara a unos compañeros de trabajo, no lo entiende. 

Se giró hacia mí y me acercó tomándome de la corbata que aún llevaba puesta por la quedada de antes. Poco a poco se quitó las gafas tintadas y estableció contacto visual. Me estremecí y tragué pesado.

Conway: Ni se te ocurra decir eso. Las personas que te demuestran lealtad y fidelidad se consideran familia, sean del ámbito que sean. Mi familia está aquí, la tuya es Horacio; pero sólo tengo que decirte que ser sobre protector no es nada bueno. -soltó el humo en mi cara-
Pogo: Superintendente... -me acercó aún más a él, lo único que en ese momento nos separaba eran los barrotes- Es mi instinto de hermano mayor.
Conway: No habrías estado a punto de agredir a Volkov si no lo fueras.

Me solté del agarré y retrocedí. 

Pogo: Nadie lo entendería. No quiero quedarme solo, no quiero volver a quedarme sin nadie como cuando mis padres me abandonaron. ¡Todos tratan mal a Gustabo!

Conway me tomó de la mano para acercarme poco a poco de nuevo a él.

Conway: Gustabo. -me tomó de la barbilla-  O mejor dicho, Pogo.
Pogo: -abrí los ojos cuando soltó aquello- No, Pogo no está, ¿quién es ese? 

El superintendente me soltó y rodeó la celda sin dejar de mirarme, me sentía terriblemente observado por él.

Conway: ¿Qué te creías? ¿Que no he investigado de tus informes?
Pogo: Pogo es cierto que estaba, pero se marchó porque nadie lo quería.
Conway: Pogo, sé quien eres y cómo actúas. No por ello Gustabín tendría unas pastillas para el trastorno de personalidad en su mesilla.
Pogo: Conway entró a una propiedad privada sin consentimiento. -exclamé-
Conway: Recuerdo que todavía es mi propiedad. -seguía caminando de un lado a otro- ¿Qué tienes que decir al respecto?
Pogo: Pogo ayuda a Gustabo cuando más lo necesita. Pogo es el único que quiere a Gustabo. -me senté en la cama que había-
Conway: ¿Tú buscas que Gustabo sea feliz o hay algo más que quieres personalmente?
Pogo: Puede que ambas cosas. 

El superintendente abrió la celda y el sonido metálico se escuchó por aquella estancia solitaria, en donde únicamente nos encontrábamos los dos. Pasó a mi ahora habitáculo y cerró de nuevo. Se quedó quieto, cada uno estábamos en una esquina opuesta de aquella pequeña celda.

Conway: Antes has dicho que Pogo solo buscaba un poco de afecto ¿no es así? 

Su silueta, siendo resaltada por la pobre luz de la lámpara del techo alumbró y marcó la forma en la que su traje se acomodaba a su trabajado cuerpo. Se dejó apoyar en los barrotes con una pose muy disimulada pero arriesgada intrínsecamente.

Pogo: Pogo afirma. -dije pasándome la mano por la nuca-

De una forma muy lenta e impaciente, como si tratase de hacerme desesperar, comenzó a dar pasos hacia mí. Se acercó demasiado, apenas tenía su pelvis a escasos centímetros. Su venosa mano acarició mi cabellera con unos movimientos deleitantes, la agarró para levantar y conectar su mirada con la mía.

Conway: Parece que tú y yo queremos conseguir a Gustabo.
Pogo: Pogo no quiere pelear porque sabe que Gustabo es feliz con usted, pero Pogo también quiere sentir lo que siente Gustabo.

Se agachó, me miró fijamente y se quedó así varios segundos. 

Mi tranquilidad interior se había esfumado por completo. Nunca había sentido a alguien con aquella personalidad tocarme e intimidarme de tal manera. Tampoco era muy experto ya que se había dado el caso de que pocas veces, como Pogo, había tenido encuentros sexuales, donde solía acabar en una felación donde yo era el activo. Se podría decir que ni era virgen ni me la habían chupado, pero por mucho que estuviese algo nervioso un gran cosquilleo invadía la parte baja de mi abdomen.

Conway: Creo que los dos tenemos unos intereses que se pueden solucionar de una  única manera. ¿Verdad?



Mi superintendente [INTENABO]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora