Capítulo 31

1.2K 101 16
                                    

Después de visitar a Horacio y ver que estaba bien, salí de mi turno y me dirigí hacia casa para prepararme. No sabía muy bien qué ropa ponerme ya que no iba a muchas citas y mi hermano que era el experto en moda no estaba conmigo.
Finalmente me decidí por una camisa con corbata y pantalones, todo negro ya que resaltaba mi rubio junto con mis ojos azules. Añadí un par de accesorios como anillos y un pendiente de oro que había comprado hace unos días y me dirigí hacia la ubicación para llegar a la hora indicada.

Mientras conducía pensaba en qué ocurriría si Conway supiese de que al final voy a quedar con Greco, pero no tendría sentido que me reprochase nada; al fin y al cabo no estamos en una relación y tampoco es nada del otro mundo ir a cenar con un compañero de trabajo.

Greco: Buenas noches, Gustabo. Estás espectacular. -dijo cuando llegué a la mesa que había reservado-

Le devolví el saludo y nos sentamos para tomar la carta y pedir. La noche fue agradable, cenamos, hablamos, nos conocimos un poco más, pero en ciertos momentos llegaba a notar cómo me tiraba alguna indirecta pensando que igual no me daría cuenta.

Gustabo: Es gracioso que nuestros nombres formen "GG". -reí-
Greco: Hombre, me considero una persona con buenos gustos, hasta para juntarme con personas que tienen la misma inicial de nombre que el mío. -me miró con una sonrisa ladeada- ¿Y Horacio cómo está?
Gustabo: Ha sido sólo un susto, nada importante. Aunque si que va a tener que estar de baja un par de días.
Greco: Pues si quieres podemos ir juntos a patrullar estos días.
Gustabo: Mañana me toca patrullar, pasado tengo el turno en comisaría atendiendo denuncias. -resoplé- Pero estaría bien tener compañía de mientras.

De nuevo su mirada se volvió a posar en mí, la forma en la que conseguía dejarme en trance era difícil de explicar. Él me acarició la mano que tenía sobre la mesa y me sonrió.

Greco: Vamos a dar una vuelta por la playa ¿quieres?
Gustabo: De acuerdo.

Tras pagar la cuenta nos acercamos a la costa y paseamos por la arena, escuchando el liviano vaivén de las pequeñas olas que había en aquella tranquila noche, una música de ambiente de fondo en un chiringuito y la luna acompañar el ambiente.

Greco: ¿Sabes Gustabo? Desde que llegaste aquí he sentido interés en conocer tu historia. Realmente no conozco nada de tu pasado y no sé si me podrías hablar de ello.
Gustabo: Bueno, yo hasta hace poco no era muy legal. Mi familia me abandonó a muy temprana edad, como le pasó Horacio a quien conocí desde muy pequeño. Desde entonces los dos hemos estado siempre juntos, yo lo he considerado como mi hermano pequeño y he cuidado de él hasta cuando no teníamos nada. Trabajábamos en un taller a jornada completa y sobrevivíamos como podíamos, nuestra vida no ha sido fácil pero él ha sido un rayo de luz dentro de todo.
Greco: No sabía...Horacio es tu familia realmente. Me alegra el escuchar que habéis podido salir de todo y que ahora estáis aquí felices por lo que se os ve. -apoyó su mano en mi hombro-
Gustabo: Es cierto, pero siempre quedan secuelas del pasado. -mi rostro se volvió frío-
Greco: Pero esas heridas las pueden sanar las personas que más quieres o gente que conozcas o has conocido hace poco, en el CNP también somos una gran familia. Por muy gruñón que sea a veces, Conway nos quiere a todos, Moussa, Leónidas, Brown, Gonetti, Ivanov, Volkov también se preocupa detrás de su fachada fría y sobretodo me tienes a mí. -agarró mi mano-

Al escuchar aquel nombre ruso mi paciencia interior estalló. Pogo me dejó fuera de juego y tomó mi cuerpo sin yo poder evitarlo. 

Narra Pogo

Le aparté inmediatamente y lo tumbé en la arena, le tomé del cuello y empecé a golpearlo.

Pogo: ¿Te crees que me hace gracia, gilipollas? ¿Crees que tengo la suficiente paciencia como para que me vengas con esas? No tienes ni puta idea de mi vida ni de como soy, Horacio me necesita, siempre lo ha hecho y siempre lo hará, si no fuera por mí le habrían destruido, yo soy lo que él no es, debo protegerlo porque no se vale por sí mismo. 

Le di un par de puñetazos más dejándolo inconsciente y con un hilo de sangre que me delataba al haber también en mis manos.

Unas personas cercanas habían avisado a la policía, pero mi furia seguía descargándose contra aquel agente, todo por ese maldito Volkov y por mi hermano que se dejaba llevar por el primero que le llamaba la atención. Parecía ser el único cuerdo en este mundo de locos.

Ivanov: ¡Al suelo! -me apuntó con el táser-
Volkov: Acate la orden, Gustabo. -dijo a su lado repitiendo la acción-

Me levanté, lo miré duramente. Mi respiración estaba muy acelerada y mis impulsos amenazaban con hacerle a Volkov lo mismo que a Greco. Corrí hacia ambos agentes, Ivanov disparó pero falló y alcancé a Volkov para tumbarlo en el suelo desarmado. En cambio, justo cuando iba a proporcionarle un puñetazo una corriente eléctrica provocó que convulsionara cayendo al suelo.

Mi superintendente [INTENABO]Kde žijí příběhy. Začni objevovat