Capitulo 4. Betty ¿Qué se hizo?

1.1K 136 29
                                    


Aquella mañana en la que Betty estrenaba sonrisa "sin hierros", Armando Mendoza llegó a su oficina un poco tarde. Su asistente hacía un buen rato que se hallaba en el "hueco" acabando de preparar unos informes para una reunión de ejecutivos que tendría lugar a las doce del mediodía.

Nada más llegar Armando la llamó para saber si ya estaban listos esos informes.

A.: ¡Beeetyyy!

B.: -Acudiendo con rapidez al llamado de su jefe y dedicándole como siempre una sonrisa- ¿Me llamaba doctor? ¡Buenos días!

A.: -Sin prestarle mucha atención- Buenos días, Betty, ¿ya están listos los informes para la reunión de ejecutivos?

B.: Están casi terminados, doctor. Sólo me falta imprimirlos. En unos minutos los tendrá sobre su mesa.

A.: Bien, Betty. Vea, pídame un tinto a la cafetería y luego sigue con esos informes.

B.: -Dedicándole una amplia sonrisa- Enseguida doctor. Con permiso.

Armando había dedicado tan sólo una fugaz mirada a su asistente, pero en ese momento ella estaba sonriéndole. Algo llamó su atención que hizo que la
volviera a mirar con detenimiento. En ese instante ella ya se alejaba hacia el hueco para pedirle el tinto.

A.: ¿Puede venir un momento, Beatriz?

B.: -Girando sobre sí misma y volviendo a sonreír- Usted dirá, doctor... Armando se queda mirándola fijamente. Le ve algo diferente pero no es capaz
de darse cuenta de qué es... Cuando fija su mirada en la boca de su asistente, nota la ausencia de hierros y sonríe:

A.: Betty ¿qué se hizo?

B.: -Ampliando aún más su sonrisa- Ayer me quitaron los hierros de la boca,
doctor.

A.: -Mirándola con ternura y tocando con su mano la barbilla de ella- Vea, me alegro mucho. Tiene una bonita sonrisa, Beatriz.

B.: -Totalmente ruborizada- Gracias, doctor. Con permiso voy a pedirle su tinto.

Cuando la muchacha salió, Armando se quedó pensativo. "¡Vaya con la sonrisa que nos escondía, Beatriz! Hay que ver lo que afean esos 'brackets'. Se ve mucho mejor sin ellos. " Y sonriendo encendió la computadora y se dispuso a trabajar.

Había quedado con Mario a la salida de Ecomoda. Él le había dicho por el teléfono interior que tenían que hablar de un asunto muy importante. Suponía que sería algo relacionado con las inversiones. A la hora convenida él la recogió en la parada de la buseta y se dirigió hacia el centro de la ciudad. Nada más subir al vehículo Betty le preguntó:

B.: ¿Quería consultarme algo, Mario?

M.: Sí y no, Betty. Vea, esta vez no se trata de inversiones financieras sino de otro asunto muy... delicado... que quería comentar con usted.

B.: -Muy intrigada- Usted dirá, Mario.

Mario no sabía cómo abordar el tema tan "delicado" que se traía entre manos. Para nada quería ofender a Betty porque eso podía entorpecer sus planes. Respiró hondo y decidió usar su encanto seductor que tan bien le funcionaba con las modelos.

M.: Vea, Betty, yo he observado cómo la tratan algunas personas de la empresa...

B.: ¿Se refiere a Don Hugo?

M.: No sólo a Hugo. También me refiero a Marcela, y a Patricia Fernández... y por supuesto a Daniel Valencia...

B.: -Sonrojándose- Ellos... ellos... a veces son muy... desagradables conmigo... pero... yo... yo ya estoy acostumbrada...

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now