Capitulo 31.¡Tenia razón Aura María!

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La ceremonia civil se celebró en el club y después hubo un refrigerio para los
asistentes. Sólo la familia y los amigos más allegados. Don Hermes estaba con cara de pocos amigos. En primer lugar esa boda tan “precipitada” le daba mala espina. ¿Será que se habían comido el pavo antes de matarlo y había tenido consecuencias?

Pero tanto Betty como Julia lo negaron tan contundentemente que al final acabó creyendo que su hija llegaría prístina al matrimonio. Su otra preocupación era que la ceremonia fuese sólo civil. Cuando le reclamó a su futuro yerno él le aseguró que si por él fuera se casaban también por lo católico y que había intentado convencer a su novia y no había habido modo. A Don Hermes por poco le da un soponcio. Que fuese su propia hija la que prefiriera “vivir en pecado” con un hombre... Pero el pobre Hermes tuvo que resignarse porque ni él ni doña Julia, que en ese tema lo apoyaba, fueron capaces de convencer a Beatriz “terca” Pinzón.

La novia estaba preciosa y sonriente. Se veía realmente feliz y es que lo estaba. Ella adoraba a Armando y pasar la vida a su lado le parecía una maravilla... A pesar de que no sentía por él amor pasional. ”Pero eso ya no lo vas a sentir nunca por un hombre, Betty. Y al lado de Armando te sientes protegida, te sientes bien, te sientes feliz... ¿Qué más quieres? “

Pero nada era comparable a la felicidad que se reflejaba en el rostro del novio. Bello, enfundado en traje negro, camisa gris clara y corbata salmón, los ojos le brillaban intensamente y una perenne sonrisa con hoyuelos adornaba su boca. Tan sólo durante un instante, aquél en el que vio aparecer a la novia, la sonrisa dio paso al asombro y la admiración, pero segundos después se volvía a instalar en su rostro.

Los papás de él se habían sorprendido mucho con la noticia, pero tras el asombro inicial lo aceptaron sin poner objeciones. Entre otras cosas porque no fueron consultados, sino informados. Además consideraban a la doctora Pinzón una muchacha muy sensata y responsable, veían a su hijo muy ilusionado y pensaron que quizás acabaría sentando cabeza con ese matrimonio, que ya era hora.

Las chicas del cuartel felicitaron efusivamente a Betty y a Armando en cuanto se enteraron. Betty no las desmintió cuando ellas ilusionadas afirmaron verlos a los dos “tan enamorados”. De hecho a nadie se le ocurrió que pudiese haber otro motivo que no fuese el amor en ese enlace.

Nicolás, cuando lo supo, suspiró resignado. Él ya sabía que no podía hacerse ilusiones con Betty. Le dio un efusivo beso a su amiga y de corazón le deseó a ella y al feliz novio lo mejor en la vida que iban a iniciar. Betty nunca le llegó a contar qué había sucedido con Mario Calderón, pero lo cierto es que veía a su amiga mucho más enamorada del doctor Mendoza de lo que la había visto de su anterior novio.

Mario Calderón se enteró por casualidad, porque a él nadie se molestó en comunicárselo. El día antes de la boda llamó a Ecomoda para consultar con Armando un detalle sobre un contrato de una franquicia y Sandra le tuvo que decir que el doctor Mendoza no había ido a trabajar esa tarde porque se casaba al día siguiente con Betty. Si le afectó la noticia, nadie lo supo porque se apresuró a cortar la comunicación y a decirle a Sandra que no se preocupara que ya resolvería como pudiera ese asunto.

Hacía una hora que habían embarcado en el “Emperador de los Mares” atracado en el puerto de Cartagena. Desde allí irían en crucero hasta Miami desde donde se trasladarían a varias ciudades norteamericanas: Washington, Boston, Nueva York y la propia ciudad de Miami y sus alrededores. Betty tenía un gran interés en conocer las cataratas del Niágara y ésa era una de las visitas que habían programado en su viaje. Embarcarían de nuevo en Miami casi un mes más tarde en el mismo crucero que los llevaría de regreso a Cartagena.

Armando le había pedido a su papá que se quedara a cargo de la empresa durante su luna de miel. Tendría la inestimable colaboración de Nicolás Mora que había estado dos semanas trabajando al lado de Betty para ponerse al día de todos los detalles de la empresa. Ecomoda se hallaba en una época entre colecciones y el trabajo no era mucho, por lo que podían permitirse el lujo de viajar durante todo un mes.

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now