Capitulo 30. Piénsalo Betty...

560 54 33
                                    

B.: Menos mal que mi papá no me vio salir. Oj oj oj oj. De todos modos este chal “tapa” bastante.

Armando estaba embobado contemplando a su asistente. Betty había estrenado esa noche el vestido tan atrevido que se comprara días atrás. Iban a asistir al cóctel de Sedas Bogotá. A la hora del almuerzo había ido al salón de belleza y le habían hecho un corte de pelo muy favorecedor. Se veía realmente preciosa.

Cuando llegaron al hotel donde se celebraba el evento, saludaron a varios empresarios del ramo. Los que conocían a Betty, no podían dejar de admirarse de cómo había cambiado su aspecto. Y los que no la conocían de antes, le preguntaban a Armando si era su nueva “novia”. Betty se apresuraba a aclarar que no, que era su asistente. De repente oyeron una voz conocida a sus espaldas.

Da.: ¿Betty? ¡Qué sorpresa encontrarla acá! ¡Está preciosa!

B.: ¿Cómo está David? Hacía tiempo que no nos veíamos...

Da.: Pues sí, desde aquella noche que fuimos a cenar. La he llamado en varias ocasiones a su casa pero nunca la he encontrado. –Sonriendo- Al parecer tiene una vida social muy intensa.

A.: -Interviniendo en la conversación con cara de pocos amigos- ¿Cómo le va
Sr. Arteaga?

Da. : -Como si se acabara de dar cuenta de su presencia y en realidad así era, porque sólo había tenido ojos para Betty- ¡Sr. Mendoza! Un gusto saludarle. No esperaba encontrarles acá.

A.: Pues vea que estábamos invitados. Sedas Bogotá nos suministra materiales desde hace algunos meses.

Da.: Pues yo he venido en representación del banco.

B.: Permítame que lo felicite, David. Supimos que le habían ascendido a director del banco.

Da.: Gracias, Betty. A ver si salimos alguna noche de éstas a celebrarlo. ¿Le provoca?

B.: ¡Cómo no! Cuando usted quiera.

Armando empezaba a estar harto de ese baboso y busca una excusa para alejarse de él.

A.: Beatriz vea, han llegado los directivos de Color Inc. Vamos a saludarlos. Recuerde que tenemos que fijar una cita para ultimar los detalles del contrato de suministro de materiales. ¿Nos disculpa, Sr. Arteaga?

Da.: Por supuesto, señores. Sigan. Betty nos vemos luego.

Había pasado más de media hora desde el primer encuentro con el Sr. Arteaga. Betty y Armando estaban enfrascados en una conversación de negocios con unos empresarios, cuando se acerca David y se dirige a Betty.

Da.: Con permiso, señores. Betty, ¿me concede este baile?

Betty mira a Armando que está con cara de que se lo llevan todos los demonios y aunque se da cuenta de que a él no le hace ninguna gracia, sería una descortesía negarse.

B.: Con mucho gusto, David. Con permiso.

A partir de ese momento Armando ya no pudo concentrarse en lo que le estaban diciendo los empresarios. No hacía más que mirar hacia la pista donde el “desgraciado” de David Arteaga estaba bailando demasiado pegado a su asistente. ”¿Pero qué se habrá creído ese tipo? Vea como le está tocando la espalda... Claro, con ese vestido tan destapado que lleva... ¡Sólo a usted se le ocurre aconsejarle que se lo comprara Mendoza! ¡Pero quién iba a pensar que ese atrevido la iba a sacar a bailar! ¡Ah no, esto ya es el colmo! Ahora se ha pegado más a ella ¡será aprovechado! ¡No lo pienso consentir!”

Y dejando a los empresarios con la palabra en la boca, se acercó a la pista de baile. La suerte quiso que en ese mismo instante acabara la pieza musical y eso evitó tener que forzar la situación. Con decisión se acercó a ellos, y aprovechando que Betty se había soltado al parar la música, la enlazó por la cintura y le dijo al sorprendido David.

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now