Capitulo 35. ¡Cómo han cambiado los tiempos!

526 46 6
                                    

Betty estaba estirada en esa pulcra cama de la más prestigiosa clínica de Bogotá. Hacía tan sólo unas horas que había dado a luz a su hija Arianna, la primogénita del matrimonio Mendoza-Pinzón. Los abuelos estaban encantados con la niña, los cuatro estaban rodeando su cunita y “disputándose”, más o menos amistosamente, los parecidos familiares.
También las muchachas del cuartel habían pasado por la clínica a la salida del trabajo para saludar a Betty y conocer a la bebita. Acaban de marcharse.

Armando estaba también semi estirado en la cama al lado de su mujer y la rodeaba con uno de sus brazos.

B.: ¡Es preciosa! ¿Verdad mi amor?

A.: Es bella nuestra niña, Beatriz. –mirándola con ternura- casi tanto como su mamá...

B.: Oj oj oj oj... Sería mejor que se pareciera a su papá, mi vida... tendría más éxito con los chicos..

A.: ¡Ah no, Betty! De chicos nada... ¿Te imaginas que viene uno, la seduce y se la lleva de casa?

B.: Armando eso fue lo mismo que hiciste tú conmigo... ¿o ya no te acuerdas?

A.: ¡De eso nada, Beatriz! Yo no te seduje, fuiste tú quien me sedujo a mí... Y si no a ver, dígame doctora, quién se enamoró primero de quién...

B.: Los dos al mismo tiempo Armando, lo que pasó fue que yo estaba tan herida por mis experiencias pasadas que no era capaz de darme cuenta de lo que estaba sintiendo. ¿Tú crees que me habría casado contigo de otro modo?

A.: Pues vea que sí, doctora. Yo en algún momento llegué a pensar que se había casado conmigo por –muerto de la risa- mi dinero...

B.: No me hacía falta, mi amor... Todas tus propiedades ya estaban a mi nombre... Oj oj oj oj.

A.: -Sujetándose la barbilla con una mano en actitud reflexiva- Sí, eso me hizo pensar que quizás lo que buscabas era otra cosa...

B.: ¿Otra cosa?

A.: Sí... –haciéndose el interesante- mi cuerpo.

B.: Oj oj oj oj. Francamente, doctor Mendoza, cuando yo me casé con usted lo que menos me provocaba era el cuerpo de un hombre. Oj oj oj oj...

A.: Pero cambió de idea muy rápido mi doctora... ¿O lo va a negar?

B.: Para nada mi doctor... tengo que reconocer que después de “probar su cuerpo” me convertí en una adicta...

A.: Pues me temo que va a tener que controlarse mamá, porque nos espera una temporada a dieta... Menos mal que la niña nos va a tener entretenidos...

En ese momento se acercan a ellos los abuelos. Los papás de Armando ya se iban a retirar y Doña Julia insistía en quedarse esa noche para cuidar a su hija y a su nieta.

A.: No se preocupe, Julia. Yo me quedo con mi mujer y con mi hija... Aunque
me fuera a la casa no podría pegar ojo sabiendo que ellas están acá...

Desde que supo que su mujer estaba embarazada Armando no paró hasta conseguir que ella aceptara casarse por lo católico. Cuando se lo comunicaron a los papás de Betty, Don Hermes respiró tranquilo.

DH.: ¡Menos mal que mi nieto va a nacer en un hogar decente!

La boda religiosa fue muy íntima. Ellos lo menos que querían eran grandes celebraciones. Los papás, algunos amigos de toda la vida y las chicas del cuartel. Esta vez no hubo un largo viaje de novios. Se fueron a pasar el fin de semana a Ubaté y revivieron, aunque mucho más apasionadamente, ese primer viaje hacía ya casi un año.

La novia de Mario CalderónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora