Capitulo 18. Todo lo que tengo... es tuyo.

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El Banco Montreal sólo les concedió el 75% del crédito que necesitaban y tuvieron que poner como garantía el apartamento de Armando, la acción del club y algunas obras de arte de gran valor de su propiedad. Todas esas posesiones tuvieron que registrarlas a nombre de Beatriz Pinzón.

El 25% restante lo consiguieron a través del Banco Intercontinental. En este caso fueron las acciones de Ecomoda que tenía Armando las que sirvieron de garantía, y que por supuesto pasaron también a ser propiedad de la Dra. Pinzón Solano.

Betty estaba muy nerviosa. No le gustaba que su jefe hubiese tenido que poner todas sus propiedades a nombre de ella. De hecho en esos momentos lo único que “legalmente” constaba a nombre de Armando Mendoza era su carro y el “pura sangre” que guardaba en el club. A instancias de Betty, se redactó un testamento según el cual el Dr. Mendoza era el heredero absoluto de todos sus “bienes” y además había firmado un poder que lo autorizaba a representarla a ella legalmente como accionista de Ecomoda. Cuando él intentó protestar ella se mostró inflexible.

B.: Doctor, ¿qué tal que a mí me sucede algo y usted pierde todas sus propiedades?

A.: Betty, a usted no le va a pasar nada...

B.: -Sonriendo- Espero que no, doctor, pero como dice mi papá, el único requisito imprescindible para morirse es... “estar vivo.” Oj oj oj oj.

Buscaron un abogado ajeno a las dos empresas para que realizase todos los trámites. Por nada en el mundo querían que esa información trascendiese.

Cuando acabaron de firmar todo los papeles, él la miró a los ojos y con expresión cómica le dijo:

A.: Beatriz, como dice la canción, en estos momentos... “todo lo que tengo... es tuyo”.

B.: -Apurada- ¡Ay que pena doctor!

Él le sonrió y tomándole la cara entre las manos le dio un cariñoso beso en la mejilla.

A.: No se apene para nada, Betty. Soy yo el que le tiene que estar agradecido porque haya accedido a hacer algo así por mí. Y créame que no hay nadie en este mundo en quien confíe tanto como en usted.

B.: -Mirándolo a los ojos con ternura- Gracias, doctor. Tenga por seguro que yo JAMÁS lo voy a defraudar. Antes me dejo matar...

A.. –Devolviéndole la mirada intensamente- Yo lo sé Betty. Yo estoy seguro de eso.

Marcela Valencia desde el día en que encontró a Armando con la modelo en la oficina de Betty no había vuelto a aparecer por la empresa. De momento había pedido sus vacaciones anuales, pero cuando terminaran tenía previsto pedir seis meses de permiso sin sueldo. Después ya se vería. No le provocaba para nada volver a Ecomoda, volver a ver a Armando y volver a recordar lo sucedido.

Ese mismo día había ido hecha una furia a casa de Roberto y Margarita y les había contado “con lujo de detalles” todo lo ocurrido esa tarde. Los papás de Armando se escandalizaron por el comportamiento de su hijo, pero intentaron que Marcela recapacitara y hablara con él. Estaban seguros de que Armando ya estaría arrepentido. Pero la Dra. Valencia se negó rotundamente. Esa tarde había llegado a la conclusión de que Armando Mendoza jamás le sería fiel. Y ella no estaba dispuesta a vivir el resto de su vida reclamándole cada vez que él tuviese una aventura. Hacía tiempo que pensaba que sería muy difícil que
su prometido sentara cabeza. Ver con sus propios ojos la infidelidad no había hecho más que convencerla del todo.

Cuando llamó a Daniel a su celular, éste le dijo que estaba en Cali resolviendo unos asuntos del Ministerio y que aún tardaría dos semanas en regresar pues debía visitar también Medellín, Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga.
Pensó que no era buena idea explicarle por teléfono lo sucedido y decidió esperar a su regreso. Pero no quería quedarse en Bogotá. Necesitaba cambiar de aires. Aprovechando que su hermana María Beatriz estaba pasando una temporada en Acapulco, se decidió a viajar a la ciudad mejicana. Daniel le prometió que pasadas esas dos semanas se reuniría con ellas.

La novia de Mario CalderónUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum