Día 2. Capítulo 4.

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Amelia

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Amelia.

Durante la noche había descansado plácidamente, pero a las cinco de la mañana todo aquello acabó. Había una constante inquietud dentro de mí.

Todo era tan extraño y tan perverso, tanto que no me había dejado dormir un buen horario una sola noche. Me quedé pensando en todo: cada una de las cosas que estaban pasando. Traté de tranquilizarme, que la burbuja de miedo que se había ido acumulando dentro de mí no explotara, no aún al menos.

Gracias a Dios, no tuve que pasar mucho tiempo pensando. Más o menos a las cinco veinte mi reloj sonó. Miré la pantalla: "Se te necesita en la Sala de Información". Lancé un quejido mientras me sentaba en la cama; me dolía todo el cuerpo. De no ser porque mi mente era un fiasco habría dado lo que fuera por quedarme allí. Pronto vi cómo los demás médicos en la habitación también se despertaban.

Salí junto con mis amigos. Nos veíamos como salidos de una tumba. Ernest tenía su cabello trigueño naturalmente despeinado más alborotado que de costumbre. Sus ojos color miel estaban casi cerrándose, y tenía la espalda encorvada, lo que lo hacía lucir como si tuviera una estatura promedio. Maggie tenía su largo cabello lleno de nudos imposibles, no había rastro de su linda sonrisa, y sus fascinantes ojos grises se veían más tristes que deslumbrantes. Yo por mi parte tenía el uniforme arrugado y manchado de todo el día anterior, la cola de caballo que normalmente recogía mi pelo bastante desecha y como de costumbre un par de cabellos se habían escapada de la parte de enfrente, además tenía unas grandes ojeras que hacían ver a mis ojos de naturaleza triste más deprimidos que de costumbre.

La Sala de Información era una habitación en el cuarto piso del hospital, en la cual se daban indicaciones especiales respecto a crisis y sucesos de ese estilo. Realmente estaba sorprendida de que no nos hubieran llamado antes.

A pesar de mi mente somnolienta, no dejaba de preguntarme qué era lo que iban a hacer. No había obtenido mucha información sobre lo que pasaba en la ciudad, y lo poco que sabía me preocupaba, en especial sobre la cúpula. No dejaba de preguntarme cuánto la dejarían y si realmente era una buena idea.

También me preocupaba la protección de las casas. Aunque se forraban las partes más sensibles del lugar con una capa gruesa de metal, y se ponían puertas de acero reforzado de alto grosor detrás de las puertas normales, las cuales solo se abrían de una manera muy específica, no podía dejar de pensar que fracasarían. Después de todo, eso ya había pasado allí en el hospital, donde se suponía que la seguridad era mucho mayor. Los estimados de muertos no mejoraban la situación. Era tan fatigante... me dolía la cabeza de tanto pensar, en especial de preocuparme.

Caminamos en silencio arrastrando los pies, hasta que por fin llegamos a la Sala de Información. Realmente habíamos sido de los primeros en llegar. La Sala era una estancia grande y muy iluminada, con una mesa ovalada en el centro llena de sillas alrededor.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Where stories live. Discover now