Diario 145.

76 24 43
                                    

Propiedad del soldado Daniel H

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Propiedad del soldado Daniel H. No tocar.

"Finalmente llegó la hora de escapar".

Escapar... habíamos planeado, y nos habíamos preparado, pero mientras seguíamos en la casa de Amelia aquella posibilidad parecía muy lejana, pero ya no más.

Esa vez, a diferencia de otros peligros que habíamos enfrentado en otras ocaciones esa vez fue distinta. Había una confianza entre nosotros. Después de toda nuestra experiencia sabíamos que Dios nos cuidaría, como nos había cuidado antes. Confiábamos en que Dios seguía siendo en mismo, y que Él era bueno.

Así empezó nuestra travesía para salir de este lugar. Maggie y yo iríamos al centro de la ciudad.

Caminamos con cuidado, pero rápidamente por las calles llenas de nieve. Solo eran dos cuadras derecho, pero parecieron dos ciudades. Nos deteníamos como paralizados tras cada sonido. Sentía la tensión en los hombros, la última vez que estuve en aquellas calles casi me había costado la vida.

No había gente en las calles, lo cual produjo en mi un extraño alivio. Quizá no debería sentirme aliviado de que la poca civilización en la ciudad hubiera desaparecido, pero así es. En tan solo un par de días lo poco y desastroso que quedaba de la sociedad había perecido, pero no sin la marca de que estuvieron allí. Había cuerpos tirados por las calles, gran parte de la nieve estaba roja por la sangre. Se podían ver las ventanas rotas de los edificios y casas. Había un montón de pertenencias olvidadas en las banquetas y enterradas en la nieve.

Maggie caminaba en silencio a mi lado. Realmente no la conocía, y tenía miedo de como resultaría el que fuéramos compañeros. Ella no era el tipo de persona con el estómago para vivir algo así.

Por fin, después de lo que pareció eterno llegamos al centro de la ciudad. La entrada al metro de Cunningham se encontraba en el exacto centro. Era una pequeña casita de color negro con cuatro puertas que se abrían en dirección hacía las únicas dos calles rectas de la ciudad.

Tendríamos que esperar a que, por el celular de Maggie, Amelia y Ernest nos mandarán la señal de que ya estaban listos. Mientras tanto nos esconderíamos en el viejo edificio más cercano a la central del metro. Tomé a Maggie por la muñeca, ella no era buena para moverse, constantemente se quedaba paralizada ante el caos. Nos fuimos a esconder en el edificio que habíamos dicho, al cual se le había ido la luz desde el primer día y jamás volvió.

—¿Dónde nos esconderemos? —preguntó Maggie.

—Estar en la planta baja debe ser lo más inseguro

—empecé a decir pensando—, pero debemos estar listos para cuando nos llegué la señal. Subamos al segundo piso.

Ella asintió con la cabeza. Subimos por las escaleras de servicio con cuidado, el segundo piso estaba desierto, asique nos quedamos allí. Nos sentamos a esperar en un pasillo. Maggie se veía muy nerviosa.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora