Día 24. Capítulo 29.

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Ernest

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Ernest.

La vida había cambiado mucho desde que dejé de huir de Dios. Ya no lo odiaba más.

"Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas".

Ese versículo era una clara descripción de lo que me había sucedido. De lo que tanto a Daniel, Amelia y a mí nos había sucedido. El Dios del que habíamos huido, el Dios que habíamos odiado, nos había dado un nuevo corazón. Un corazón que ya no lo odiaba más, un corazón nuevo que amaba a Dios, a fin de que viviéramos. Desde ese día la situación no mejoró, pero eso ya no afectaba como antes. Mi ser estaba en paz.

El Señor me había redargüido para que arreglar las cosas que por culpa de mi mal genio había arruinado en la última semana, aunque yo y mi mal genio realmente no queríamos pedir perdón ni perdonar. Le pedí perdón a Daniel y Amelia por lo que les dije en aquella cena. También a ambos les conté que había vuelto a los caminos del Señor. Ambos hermanos parecieron muy felices con la noticia, Daniel sonrió, lo cual ya era mucho, y Amelia parecía como que le hubiera vuelto a pedir matrimonio.

Lo que fue más difícil fue Maggie. Había decidido perdonarla. Tuve que doblegar mi orgullo, pero ya no quería vivir como antes. No quisiera contar cual fue la conversación, porque suficientes cosas personales ya he contado.

Entre otras cosas, Daniel y yo habíamos construido una extraña relación. Eramos algo así como amigos. Realmente me cuesta llamar a alguien "amigo", pero era de fiar. No era el tipo de persona que le gustaba estar sobre los otros. Más bien de esos que siempre están a una distancia, pero que cuando los necesitas siempre están allí. Fue de gran ayuda en esos primeros días después de que me convirtiera. Él había aprendido mucho en muy poco tiempo acerca de Dios.

En ese entonces también empezamos a tener una nueva rutina, la comida escaseaba así que Dani y yo buscábamos cosas que nos pudieran servir en el edificio. Esa fue la vida mientras Amelia estuvo inconsciente, y dos días después de que despertara.

Realmente muchas cosas habían cambiado...


∞∞∞∞∞∞

—Hola Maggie —saludó Daniel mostrando un poco de emoción en la voz tras haber vuelto de buscar comida.

—¿Han encontrado algo de interés? —preguntó ella, mientras me sonreía especialmente a mi.

—Duraznos enlatados —le respondí tratando de ser amable, y de ser necesario, perdonar otra vez—. Iré a ver a Amelia.

—Mantén la puerta abierta —señaló Daniel bromeando, aunque realmente debía mantener la puerta abierta.

—Lo que usted diga soldado —respondí.

Toqué a su puerta.

—Adelante —dijo desanimada.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Where stories live. Discover now