Capítulo Final.

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Maggie

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Maggie.

Lector, todo pasó tan de prisa. Aún recuerdo la última mirada del joven Daniel. Me quedé pasmada al ver el borroso cuadro. Como después de sus finales gritos todas las criaturas se fueron, dejando un cuerpo sin vida a pocos metros de nosotros. Destrozado, no podía creer que esa masa de carne rota y despellejada alguna vez haya sido Daniel Taylor.

Aún recuerdo lo que me dijo antes de emprender nuestro último gran peligro, "Los lastimaste, pero si realmente te importan tanto como dices, has esto por ellos. Ayúdalos. Mira, a diferencia de lo que la gente suele creer, ser valiente no es un sentimiento, es una decisión. Sé valiente por ellos, por una vez ayúdame a salvarles la vida".

Les salvamos la vida, pero a costo de la suya. No podía entender la enorme tranquilidad de sus ojos azules en esos últimos y finales instantes. ¿Cómo era posible?

—¡MAGGIE AYÚDAME! —gritaba Amelia estérica.

Así reaccioné finalmente, poco tiempo atrás le había dicho al mismo chico que lo haría, que sería valiente. Entonces suspiré y tomé las gasas y empecé a parar el sangrado del costado de Ernest. Amelia seguía vuelta loca. Tomé su mano con suavidad.

—Lo ayudaré. Aléjate y respira.

Ella me obedeció, apartándose lentamente de su agonizante amor mientras susurraba algo que no entendía y lloraba en silencio. No puedo imaginar el dolor que sintió en ese momento, su hermano había muerto terriblemente y su prometido, el chico del que había estado enamorada casi toda su vida, estaba al de borde sufrir el mismo destino. Allí fue cuando me di cuenta de la sangre que salía de su abdomen.

—¡Amelia! ¿Qué es lo que te sucede?

—Es mi plaqueta —dijo débilmente antes de caer inconciente.

No sabía qué hacer lector, no podía salvarles la vida a ambos. Las lágrimas empezaron a brotar junto con la desesperación. Seguía presionando la herida en aquel oscuro túnel. Aquellos pares de lágrimas pronto se volvieron un verdadero llanto.

Entonces, lo mas asombroso sucedió. De arriba, una luz salió, era del exterior, de fuera de Cunningham. Dos soldados entraron apresuradamente. Quedaron estupefactos ante la devastadora escena. Un chico tirado muerto terriblemente a dos metros de distancia, una chica inconsciente sangrante del abdomen, otro chico inconsciente y una muchacha desesperada por salvarle la vida.

—¡¿Qué rayos pasó aquí?! —preguntó la soldado.

—¡AYUDENME POR FAVOR! —les rogué.

.∞∞∞∞∞∞.

Primero sacaron a Amelia y a Ernest, finalmente me sacaron a mí. A fuera era un enorme prado rodeado por árboles. Había un grupo de diez soldados y dos ambulancias en las que se llevaron a mis dos amigos. Los dos soldados que me encontraron, un chico y una chica se me acercaron. Yo estaba sentada en el verde pasto, pensando.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora