Día 12. Capítulo 18.

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Ernest

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Ernest.

—Las heridas no son muy graves —dijo la doctora mientras revisaba mi espalda.

Era realmente incómodo. Seguramente también para Amelia. No tenía ningún interés en estar sin camisa en un lugar lleno de personas, pero "era necesario", o al menos eso dijo la doctora.

—Tienes suerte de que no haya tenido el tiempo de arrancarte ese pedazo de piel. Si no la historia sería muy diferente. Solo tienes las marcas de los dientes, son algo profundas pero no demasiado.

—Claro. Qué suerte que una de esas criaturas despreciables nos haya atacado, ¿no?

—Doctora Taylor deje de moverse —oí que dijo la otra doctora cerca de mi.

—Ya le dije que estoy bien. Solo deme una camisa y un par de vendas. Yo puedo hacerlo sola.

—Doctora tengo que recordarle que cuando llegó estaba apunto de desmayarse.

Amelia era el tipo de persona que odiaba sentirse enferma o incapaz de hacer algo. A veces el miedo dominaba su orgullo, pero en cuando el peligro desaparecía, era la misma arrogante de siempre.

Como había dicho la doctora las heridas no fueron muy profundas. Nos dejaron ir después de limpiar, ventar y darnos medicamentos.

—Hay que buscar a Maggie —le dije a Amelia. Esa pregunta no me había dejado en paz, ¿y si seguía adentro?

La bodega estaba llena de doctores, y de unos pocos pacientes junto con bastante equipo médico. La gente platicaba los unos con los otros, la mayoría tenía algún tipo de marca. Un rasguño, un moretón, algunos tajos grandes, aunque en su mayoría todos los que habían escapado estaban bien.

Aun no podía creer que hubiéramos escapado de aquella horrenda criatura, pero todo había sido para nada realmente. Pronto encontramos aquella sedosa cabellera rubia, después de todo con ese pelo es difícil perderte. Reía con su sonrisa perfecta junto con una de sus amigas. Su sonrisa siempre había enloquecido a un montón de muchachos durante años, pero a mí no me engañaba, tras su sonrisa solo había un ser completamente detestable. O eso pensé momentos después.

Nos acercamos.

—Hola chicos —nos saludó como si nada hubiera pasado—. Charlotte cuéntales el chiste.

—No estoy de humor para chistes —dijo Amelia con una voz monótona.

—¿De verdad eso es todo lo que vas a decir? —le pregunté.

—¿Qué? ¿No entiendo de que estas habland...

—Casi nos matan —respondí fríamente—¡Fuimos a buscarte! ¿Eso es todo lo que vas a decir?

—Perdón, yo no lo sabía. Carla, Charlotte y David me sacaron fuera del edificio.

—Estas bien —dijo Am suspirando—, eso es lo que importa.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Where stories live. Discover now