Día 10. Capítulo 14.

100 27 17
                                    

Amelia

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Amelia.

Me bajé de la ambulancia aturdida. No solo por el terrible golpe que me había dado en la cabeza, sino porque no podía creer que era mi hermano era la persona que me ayudaba a bajarme. Mi hermano menor, cinco años exactamente. Alto, 1,85 supongo, de piel caucásica, con un cabello muy corto color negro brillante. Con hombros grandes y fuertes como sus brazos. Además de sus infaltables labios rojos profundos y brillantes al igual que el azul de sus ojos.

Al tocar el suelo de la bodega creí que me caería, pero a pesar de todo Dani estaba allí, ayudándome a llegar a la sala de emergencias. Vi cómo llegaba Maggie entre lágrimas y me abrazó.

—¡Hay Amelia! ¡Estás viva!

Con lo poco que podía enfocarme en algo noté que sus ojos estaban cargados de culpa y tristeza. Me ayudó a llevarme a dentro y trató de curarme lo mejor que pudo. Me dieron un sedante y me quedé dormida.

Cuando desperté, vi como allí estaban los tres: Maggie, Ernest y también Dani.

—Despertaste —dijo Ernest con alivio—. ¿Estás bien?

—Si —respondí con voz ronca—, aunque me duele la cabeza.

—Casi te matan —comentó Dani con su voz falta de emoción volteando la mirada—. ¿Cómo te golpeaste tan fuerte?

Era tan raro oír su voz de nuevo. Tenía en mismo tono de toda su vida, pero era mucho más gruesa que antes. No podía creer lo mucho que había crecido. La última vez que lo había visto tenía 16, habían pasado cinco años de eso.

—No lo sé —susurré.

—Necesito hablar con ustedes... —no parecía saber qué decir—, pero debo ir a trabajar ahora. Hay que ir a recoger los cuerpos —su tono y mirada se ensombrecieron la una velocidad increíble—. ¿Podría ir con ustedes al terminar mi turno?

—Claro —contestó Maggie antes de que alguien más dijera algo—. Ambos se están hospedando en mi hogar. ¿Sabes cómo llegar?

—Si —dijo con la voz cada vez mas apagada—.

Nos vemos luego entonces.

Se levantó y se fue. Después de todo este tiempo me sorprendió que haya querido hablar conmigo. Que me haya ayudado. El Daniel Taylor que yo conocía era el tipo de persona que no esta interesada en ayudar solo por ser amable. El tipo de persona que se siente tan importante que es imposible que perdone a alguien. No podía reconocer a ese chico, solo porque tenía el mismo rostro apuesto de siempre y el mismo tono monótono.

Tan cayado, humilde, afable. De haber sabido que nos encontraríamos hubiera esperado que hubiera llegado solo para pelear, pero no lo hizo. ¿Qué rayos le había sucedido?

—No lo pudo creer —murmuré.

—Quien diría que estaría aquí ¿no creen? —comentó Ernest.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Where stories live. Discover now