Diario 143.

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Propiedad del soldado Daniel H

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Propiedad del soldado Daniel H. No tocar.

"Jamás había tenido tanto miedo".

Me había ido de la casa de Mary (o Amelia cómo la llaman todos) con una batalla en mi mente. Siempre he sido rencoroso, y aún a pesar de que ella realmente parece arrepentida yo no estoy dispuesto a perdonar todos esos años, pero me redarguye la conciencia el no hacerlo. Sabía que debía, pero del todo no quiero aún hacerlo.

Salí del lugar a grandes zancadas, sabía que debía perdonarla, que eso era lo que Dios quería que hiciera, que eso era lo correcto. Él me había perdonado de cosas mucho peores, ¿cómo yo no podía perdonarla a ella? Pero soy rencoroso...

En fin, solo estoy divagando, para no contar la cosa realmente importante que pasó ese día.


.∞∞∞∞∞∞.

Antes de tratar de salir del edificio me llamaron de emergencia. Un grupo de personas estaban irrumpiendo en uno de los pocos lugares de refugiados que quedaban: el edificio de departamentos "Luna Creciente".

Teníamos que detenerlos, de otro modo acabarían con el poco orden real en la ciudad. Si eso dejaba de existir estábamos simplemente perdidos. Claro, no esperábamos que el verdadero problema no fueran esas personas. A penas y habíamos llegado cuando tal vez treinta de esas criaturas entraron en una estampida mortal. Refugiados, rebeldes y soldados. Todos caímos. Me atacó una de esas criaturas, mi pierna quedó muy lastimada. Me escondí en un diminuto armario de escobas, mientras trataba de parar la hemorragia.

Realmente no sé como pude sobrevivir toda la noche ahí dentro. Las criaturas se apoderaron del lugar como su nueva tienda de comestibles. No pude salir del rincón donde me escondía mientras oía a compañeros siendo llevados a sus muertes.

Fue la noche más traumática de mi vida, entre cuerpos muertos y criaturas letales. Tratando de no moverme, de no hacer ruido mientras me carcomía el dolor de mi pierna.

Finalmente al amanecer, tuve la suficiente fuerza para salir de mi escondite. Logré escapar y no me encontré con ninguna criatura. Me encaminé a casa de Mary. Pasé por muchas calles, pero al final me desplomé sin soportar más el dolor y el hambre.

Entonces, cuando creí que me quedaría inconsciente, que pronto una de esas criaturas llegaría y me comería sin poder hacer algo para detenerla, pude escuchar una voz en la lejanía:

—¡Dani! ¡Dani! —gritaba, era una voz femenina.

A pesar de todo, Dios había sido bueno.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora