Día 20. Capítulo 25.

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Ernest

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Ernest.

Seguía sin poder creerlo, ¿cómo se atrevía? ¿cómo podía? Ella, a pesar de todo lo que había hecho, había venido allí como si nada hubiera pasado, incluso pidiendo ayuda. Había aparecido con un vestido manchado en sangre y llena de mugre, aún a pesar de eso, no me compadecí de ella.

Amelia si la había recibido, pero ¿por qué? Después de todo lo que había hecho, ¿la recibía con los brazos abiertos? Esa solo era una de mis muchas razones para sentirme molesto.

Desde hacía días una gran amargura se había apoderado de mí: odiaba todo y a todos. No tenía ganas de hablar con nadie, y cada vez que hacía algo a medio camino tenía ganas de destruirlo. Rompí varios platos por eso. Después de que me destrozaran la cara mi espíritu de lucha parecía haberse evaporado por completo.

Amelia seguido venía y me hablaba un rato. Trataba de calmarme, de hacerme entrar en razón, de darme un poco de esperanza. Como supuse ella había vuelto a creer en Dios, pero yo no quería saber nada de Él. Quería seguir odiándolo por todo, por la situación, por mi salud, por el lugar donde vivíamos, por la falta de comida, porque nos habían cortado el agua y la luz, por Maggie, por sentirme tan infeliz.

También había otra razón de mi disgusto. Se nos habían acabado las razones para quedarnos. En el Cubo de Información salió la noticia de que Nueva Washington se había restaurado como por arte de magia, creímos que eran buenas noticias, pero habían decidido no sacar a nadie de las cúpulas. Según ellos se perderían más vidas de las que se salvarían.¿cómo era posible? Además, después de contarle a Daniel nuestro plan, a quien pareció buena idea, nos dijo que el ejército tampoco existía.

Aún cuando sabíamos lo peligroso que era elegimos la fecha: 25 de noviembre. Esperábamos que para ese entonces los saqueos cedieran, y que no hubiera tanta gente. Además, le daba tiempo a Daniel para que su pierna sanara. Todo estaba listo para el 20, solo quedaba esperar. Cinco días y todo habría terminado. A esas alturas ya casi parecía imposible que la vida volviera a ser normal...

Tenía miedo, no por ninguna razón había esperado tanto tiempo, casi como último recurso, pero otra parte de mí también estaba frustrada por a ver tardado tanto en tomar a aquella decisión. Me sentía como un cobarde... pero me repetía una y otra vez que un plan como ese no funcionaría hasta que todo se desmoronara.

En fin, odiaba mi vida.

.∞∞∞∞∞∞.

Eran como las doce del medio día. No hacíamos nada muy interesante como siempre. Amelia y yo escuchábamos música juntos, en los últimos días esa era la única "actividad social", si así se le puede llamar, que hacía. La batería del celular de Amelia pronto se acabaría, y no tendríamos forma de cargarla, pero no teníamos nada mejor que hacer. Dani se sentó entre nosotros, después de todos esos años ahora se dignaba a ser nuestro chaperón. La canción era Yearning de Mono.

Cuando una Ciudad Despierta (#TA2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora