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—Pero hagamos otra cosa po, estoy aburrida de siempre ver películas —bufé.

—¿Y qué quieres hacer? —alzó una ceja.

Rodé los ojos.

—Buta no se po, cualquier otra cosa, caminar por.. por la plaza o no se —termine de barrer la sala y suspire—Yo ya terminé, chao —me despedí del mino con el que me tocó hacer el aseo de la sala y salimos.

—Mmm.. no se me ocurre nada.

—Buta que eri fome —entrelace mi mano con la de el una vez que salimos del liceo.

Caminamos un poco pero sentí la sirena culia de los pacos y mire.

A la mierda.

—¿Es el Esteban? —me pregunto el Vicho.

—Supongo, voy a ver qué quiere —le solté la mano y camine hacia la patrulla.

Pude divisar el rostro de mi tío por el vidrio el cual a los pocos segundos bajo.

—Súbete —dijo pesado.

—Shaa, estoy bien, gracias —lo mire mal y este se rio—¿Que haces aquí?

—Me mandaron a buscarte, necesito que te subas y no lo voy a decir otra vez.

Bufé.

—¡Vicho, me tengo que ir! —alce un poco la voz.

—Dale, después hablamos —dijo mirando su celular y se fue.

El Esteban se bajó para abrir la puerta trasera de la patrulla y me subi, no me gusta subirme a esta wea.

—¿No pudiste buscarte uno más vio? —me pregunto el Esteban y fruncí el ceño.

—¿Que? ¿A ti igual te cae mal el Vicho?

—No, puedes estar con quien se te de la gana pero no se, ese mino es muy pao po.

Me reí.

—El po, el vio —rodé los ojos—¿Pa donde vamos?

Se quedó callado.

—Esteban —le hablé—¿A donde vamos?

—Al hospital —suspiró—La tia Olga esta mal, creo que la dejarán hospitalizada y te quería ver así que tus papás me mandaron a buscarte.

Se me llenaron los ojos de lágrimas.

—¿Se va a morir? —trague grueso.

—No, no pienses eso, ella ya está viejita po Andrea y estas cosas pasan, ¿te acordai de mi papá? —me miró por el espejo retrovisor.

Asentí.

—Obvio que me acuerdo, si tenía diez años —hice una mueca.

Mi abuelo murió o mejor dicho lo mataron cuando lo asaltaron y lo dejaron tirado como si fuera un perro, ni siquiera a un perro deberían dejarlo tirado weon.

Mis dos abuelos ya están muertos y no quiero que mi única abuela se vaya también por la cresta.

Llegamos al hospital y el Esteban me dijo que tenía que irse pero que le mandara saludos a mi abuela. Me baje del ascensor y fui hasta uno de los pasillos en donde vi al Diego.

Chucha, se me olvidó cómo caminar.

—¿Que haces aquí? —le pregunté y este me miró.

Se acercó a mi con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada, cuando me miró le vi los ojos un poco rojos.

—Traje a tu abuela —sollozó y miró sus zapatillas—Estaba con mi abuela cuando le dio esa wea.

—¿Está muy mal?

—Deberías pasar, tus papas están adentro —trago grueso.

—Pero dime qué tan mal está como para ir preparada, no quiero ponerme a llorar frente a ella porque se preocupara por mi po —le agarre el brazo.

—Está.. mal y no se, pero tienes que entrar ahora.

—No quiero verla así, no quiero entrar —suspiré.

Entrelazó su mano con la mía y lo mire, me sonrió aunque no fue una de esas sonrisas de siempre, fue una más triste.

—Vamos, yo te apaño.

—No quiero —me mordí el labio.

—No te quiero obligar a nada, pero después vas a quedar con un cargo de consciencia por no haber entrado —suspiró

Me digne a caminar un poco hasta llegar a una puerta de color blanco.

El Diego apretó un poco mi mano y abrí la puerta, entramos en silencio.

Mi abuela está con una mascarilla de oxígeno, con weas conectadas a su cuerpo y ni siquiera tiene los ojos abiertos..

Mierda.

Diego.

La Andrea me soltó la mano y se acercó corriendo a la tia Olga, evite mirar esa escena porque no me quiero poner a llorar otra vez.

Me acerqué al Milo que tiene la mirada perdida, le golpeé la espalda en forma de apoyo. Mire a los papás de la Andrea y creo que está de más decir que el tío está para la caga po, si es su mamá, y bueno.. la tía trata de no llorar para poder consolar al tío.

Me cargan los hospitales.

Vi que la tía Olga trata de hablar pero apenas le salen las palabras, puta la wea oh, no se puede morir.

¡No weon!

Empezó a una la máquina, un pi muy largo que nos dio a entender que la tía Olga..

La tía Olga murió.

—No, no, no —dijo la Andrea más desesperada que la cresta—Mírame, abuelita, mírame po.

—Sácala de aquí —me dijo el Milo con los ojos llorosos y unos enfermeros entraron.

Camine hacia donde la Andrea y la agarre de un brazo para llevarla hacia afuera, no fue tan difícil menos mal.

La lleve hasta la sala de espera, me apoye en la pared y la atraje hacia mi para que llorara en mi hombro todo lo que quiera, para que saque toda la penita.

En otra vida                                        Where stories live. Discover now