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Me limpié las lágrimas nuevamente, he llorado todo el camino weon, aveces me ataco llorando y otras veces me calmo, mi mamá se vino hasta a sentar atrás para consolarme weon.

—Ya mi amor —me sobo la espalda y me dio un beso en el pelo—Puedes volver a verlo, hay miles de forma para comunicarse, videollamadas, no sé.

—Si se —sollocé.

Pero no solo lloro por eso, mamá.

Mi papá paró en la cópec y nos preguntó si alguien se iba a bajar así que me baje a pesar de que soy un desastre, me puse el gorro del poleron y camine hacia el baño para lavarme la cara. Me mire en el espejo y otra vez empecé a llorar.

¿Por qué soy tan sensible?

Salí del baño y vi a mi papá sacando una bolsa de papas fritas, me acerqué a él y le pregunté si podía sacar algo y me dijo que todo lo que quisiera, eso hice.

Saqué chocolates, marshmallow, un tarro de papas, unos doritos y un jugo en caja.

—¿Nada más? —se rió.

Negué.

Pago las cosas y salimos de allí, pasó su brazo por encima de mis hombros y suspiró.

—Se que estos temas casi siempre es más cómodos hablarlo con tu mamá porque eres mujer igual que ella, creo que es por eso, bueno el punto es que conmigo también puedes hablar y no te voz a juzgar, ¿Ya?

—Si lo se —le sonreí.

—Ahora deja de llorar que no me gusta verte triste po princesa, mira yo cacho que en una hora y media más vamos a llegar y quiero que estés feliz porque la casa es súper bonita.

—Si la elegiste tú, lo dudo —me reí.

—Oe eri pesa —me pego un wate—Si tengo buen gusto, ¿Con quien creí que estai hablando?

—Con el mejor papá del mundo —le hice la pata y abrí la puerta del auto.

—Eri patera Andrea —negó y se sobo las manos por el frío—Reina, ¿Quiere cafecito? —le preguntó a mi mamá.

—Si, gracias —le sonrio mi mamá y pude ver las ansias que tiene de darle un beso, pero no lo hizo.

—Mamá, si quieres te puedes ir adelante, yo ya estoy bien —le sonreí.

—¿Segura? —colocó su mano sobre mi hombro y apretó un poco.

Asentí, así que solo eso bastó para que ella volviera a pasarse adelante y tuve que mirar para otro lado para que se dieran su piquito luego, no les gusta que miremos y bueno tampoco es como que me gustara mirar.

Abri el tarro de papitas y comencé a comérmelas mientras miró por la ventana, menos mal la Laura va durmiendo o ya me hubiera quitado las papas.

🛸

Llegamos a un condominio en donde hay hasta guardia, ¿ya? como que igual te fuiste en vola, papá.

Se estacionó frente a una casa de dos pisos que tiene un ventanal súper grande weon. Nos bajamos y mi papá se gano en la puerta.

—Esperen, aún no pueden entrar.

—¿Por qué? —fruncí el ceño.

—Esperen un poco —entro a la casa y las luces de adentro se prendieron, no sé qué está haciendo adentro pero seguramente se pego con algo porque se quejó.

Mi mamá por alguna razón se está puro riendo.

—Dígannos por favor —dijo la Laura igual de desesperada que yo.

—Es sorpresa —se encogió de hombros.

Las luces se volvieron a apagar y mi papá salió de la casa.

—Uf, ya ahora si pueden entrar pero con cuidado —dijo abriendo la puerta.

La Laura miró con desconfianza así que me agarro la mano y las dos entramos a la casa, prendí la luces y vi todo lleno de cajas y cosas, nada fuera de lo común dentro de una mudanza. La Andrea me soltó la mano y corrió hacia una de las cajas qué hay en el suelo, me acerqué y vi un perrito chico medio peludo de color blanco con la parte de los ojos y las orejas de un color café, cosita.

Sonreí.

—Mira, Andrea —me pasó el perrito el cual esta desesperado buscando cariño y moviendo su cola.

—Hola hermoso —lo levante un poco y me empezó a languetear la cara.

Cuando vio a mi papá empezó a ladrar.

—Viste, teni cara de ladrón —lo webio mi mamá.

Dejé al perro en el suelo y corrió hacia donde mis papás, mi mamá lo tomo en brazos y se rió.

—¿Y les gustó? —nos preguntó mi papá.

—¡Si, ¿Que nombre le pondremos?! Andrea piensa en algo —me apretó las mejillas.

Ay cabra weona.

—No soy muy creativa con los nombres..

—No le vas a poner conchetumare po —se rió mi mamá y mi papá le mando un codazo, creo que recién se dio cuenta de lo que había dicho—Mierda, perdón.

—No pasa nada, igual me había acordado de ese nombre tan weon —solté una risa nasal—¿Es macho o hembra?

—Es macho, tiene dos meses, adivinen quien se los regaló si po —sonrió.

—¿Quien? —fruncí el ceño.

—¡Yooo! —gritaron desde las escaleras y vi a mi madrina, la Paz.

Me paré y corrí a abrazarla.

—Que estas linda cabra weona —beso mi pelo—Te extrañe mas que la cresta.

—Y yo a ustedes, ¿Viniste con el Owen? —me referí a su hijo. Si, ya se, nombre culiao.

—Están en el departamento oh, deben estar durmiendo, ya sabes, casi nunca duermen en el avión —se encogió de hombros y caminos hacia mis papás—Yo les voy a decir una wea a ustedes dos, pobre que le enseñen al Owen lo mismo que le enseñaron al Jack —se refirió a su esposo.

—¿Me trajiste los dulces de estados unidos? —mi papá alzó una ceja.

—Si, los dejé en su pieza —sonrió—Ahora quiero que vayan a ver sus piezas, yo misma la decoré —se apuntó a si misma.

La Laura corrió a su pieza y yo también fui a la mía. En la puerta está la misma wea colgada que tenía en mi anterior pieza, giré la manilla y entre, el olor tan característico a manzana con canela se hizo presente, la pieza es de un color blanco no tan blanco, a la mierda, con cuea me se los colores primarios weon. El cubrecamas no es el mismo, ahora es café claro al igual que las almohadas que es otro tipo de café.

—Blanco y café, siempre me ha encantado esa combinación —dijo mi madrina detrás de mi.

—Cambiaste casi todo, ¿Y los otros muebles?

—Esos muebles ya estaban viejos, pensaba en arreglarlos y donarlos como lo hacíamos antes con los muebles que pillábamos, ¿Te acuerdas?

—Si.. es buena idea, pero ahora estoy cansada, voy a dormir un rato —me senté en la cama—Y te quedo súper lindo, gracias.

Hizo una mueca pero no dijo nada y lo prefiero así.

Camine hacia la cama para acostarme y abrazar una almohada, me hice bolita pero no llore, ya llore como cuatro horas weon, en vola estoy toda deshidratada.

En otra vida                                        Donde viven las historias. Descúbrelo ahora