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Mi vida giraba en torno a la exagerada cantidad de trabajos que nos dejaban, mis obligaciones como prefecta y el quidditch. Para que me alcanzara el tiempo para todas esas cosas, tuve que restar varias horas de sueño y me sentía enormemente cansada. Por suerte el tiempo pasaba rápido y las vacaciones de navidad eran una excelente oportunidad para descansar un poco. Como ya casi empezaban, llegó el día de la fiesta de navidad de Slughorn. Le pedí a Madeleine que me acompañara, como siempre, pero esa vez ella tenía otros planes.

—Voy a hablar con Cedric y tiene que ser esta misma noche —decía, mientras buscaba algo en su enorme bolsa de maquillaje—. Necesito escuchar de su boca qué es lo que siente.

—Me parece una idea genial, Made —le respondí, mientras terminaba de trenzar mi cabello—. El único problema es que no vas a acompañarme a la fiesta de Slughorn.

Ella sonrió y comenzó a aplicarse rimel.

—Eso lo solucioné yo —dijo y yo la miré con confusión—. Le dije a Oliver que fuera contigo, dijo que sí.

Me sentí un poco aliviada.

—Qué bueno, sabes que odio la idea de ir a eso sola.

De inmediato pensé en Riddle haciéndome los comentarios desagradables de costumbre al verme llegar sola. Riddle... yo seguía sin soportarlo, me molestaba la sonrisa que ponía al verme, esa mirada altiva que lo caracterizaba y las cosas que me decía a veces, pero por otro lado... me odiaba a mí misma por encontrarlo guapo, porque cuando estábamos en el mismo lugar, me costaba dejar de mirarlo, y lo peor de todo era que, en secreto admiraba su inteligencia y sus habilidades mágicas.

Sacudí un poco la cabeza tratando de apartar esos pensamientos y me concentré en comprobar mi aspecto en el espejo. Había elegido un vestido de seda verde claro que me gustaba mucho y llevaba el cabello recogido en una trenza que caía sobre mi hombro izquierdo. Sonreí porque me sentía bien con como me veía y me acerqué a mi prima para hacerle un peinado bonito. Cuando estuvo lista, me di cuenta de que estaba realmente nerviosa, eso era algo completamente inusual en ella, así que le di un apretón a su mano.

—No te preocupes —le dije—, todo saldrá bien hoy.

Ella me miró, dudando.

—¿Y si me dice que no quiere nada conmigo? —preguntó en un susurro, que me dejó notar que le aterrorizaba la idea.

—Es improbable que diga eso, pero en poco tiempo lo sabrás.

Pareció un poco más calmada y salimos de la habitación para ir a la sala común. Oliver llegó poco después, me despedí de mi prima y me dirigí a la fiesta.

Todo era casi igual que año tras año, solo que los invitados eran diferentes a los de la fiesta del año anterior. Algunos estudiantes charlaban en grupos, otros bailaban y otros más, solo bebían. Un elfo doméstico pasó por mi lado y aproveché para tomar dos copas de vino de la bandeja que llevaba. Le di una a Oliver y nos ubicamos en un lugar cómodo. Estaba bebiendo un sorbo, cuando reconocí a la capitana de las Holyhead Harpies, que pasaba por mi lado. Ella pareció reconocerme también y me saludó brevemente, pero con amabilidad.

—Ella es la capitana de las Holyhead Harpies —le expliqué a Oliver—. El año pasado me la presentó Slughorn, dijo que podría darme un lugar en el equipo.

Él me miró, con interés.

—Eso sería genial —dijo, mientras movía en círculos el vino dentro de su copa—. Como jugadora profesional te iría muy bien, tienes talento y es probable que con tu ayuda ganemos la copa de nuevo.

—Aunque le hayamos ganado a Slytherin, todavía nos quedan otros dos partidos y creo que estarán más complicados.

—Yo estoy un poco tranquilo porque tenemos un buscador excelente, y todo el equipo funciona bien, pero cuando regresemos de vacaciones, será mejor que entrenemos un poco más.

Bebí otro sorbo de vino mientras pensaba en cómo haría que me alcanzara el tiempo si había que entrenar más horas.

—¿Entrenar más los fines de semana? —pregunté, mirándolo con atención. Asintió y se acomodó el cabello con una mano.

—Sí, pero no sé qué piensen los demás. Estoy seguro de que a los gemelos no les va a gustar para nada. Angelina y Katie no van a decir que no. Y Harry... no sé.

Se encogió de hombros y bebió otro sorbo, yo hice lo mismo. Recorrí el lugar con la mirada, y localicé a Riddle, a poca distancia de mí. Parecía que también se había dado cuenta de mi presencia, y me miraba mientras escuchaba lo que uno de sus amigos le decía.

Terminé el vino que estaba bebiendo y pensé en ir por otro, pero me quedé inmóvil cuando vi a Riddle caminar hacia mí, con su habitual elegancia y una enigmática sonrisa.

—¿Bailamos? —preguntó, con toda confianza. Intenté que no notara mi desconcierto y miré a Oliver, que sonrió y se encogió de hombros.

—¿Por qué no? —dijo en un tono que solo yo escuché.

Volví a mirar a Riddle y asentí.

—Bien.

Lo seguí hasta donde algunas parejas estaban bailando, dudó un poco pero luego puso una mano en mi cintura y con la otra, tomó mi mano. Se me hacía muy extraña su actitud, y que me invitara a bailar era algo que jamás hubiera esperado. Dejando de lado el desconcierto, tenerlo tan cerca me ponía nerviosa y sentía que la piel me ardía en donde me estaba tocando. Le iba a preguntar a qué se debía esa invitación a bailar, pero él habló primero.

—¿Es que no conseguiste nada mejor y no tuviste más remedio que conformarte con Wood? —dijo, en un tono que parecía de reclamo, pero a la vez de burla.

Fruncí el ceño y no me contuve a la hora de responderle.

—Y a ti qué te importa —dije, de muy mala manera.

A él pareció causarle gracia, y puso esa sonrisa burlona que me daba ganas de golpearlo.

—¿Eso es un sí? —preguntó, alzando las cejas.

—Eso es un... no es tu problema —respondí, con brusquedad.

—Sigue pareciéndome un sí —exageró un poco más su sonrisa y yo perdí la poca paciencia que me quedaba.

—¿Alguna vez irás a dejarme en paz?

Al oír mi pregunta se puso serio de repente y me dirigió una mirada intensa que me costó soportar.

—Pierde las esperanzas, Parkbey —respondió.

Yo solo pensé en decirle todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos.

—¿Sabes qué? —dije, en un tono de voz mucho más suave— yo creo que deberías conseguirte a alguien o no sé, ocupar tu tiempo en algo. Te preocupas demasiado por lo que yo hago con mi vida. No vives para nada más que para fastidiarme.

—Puedo ser muy creativo cuando de fastidiarte se trata.

El extraño brillo en sus ojos me causó una profunda desconfianza. En esos momentos sentía que no podía estar un minuto más en su presencia.

—Te odio —le dije. Él pareció un poco sorprendido, pero después sonrió.

—Yo también te odio —dijo.

La música cambió, y despacio, se apartó de mí. Aunque ya no me estaba tocando, yo seguía sintiendo que me ardía la piel.

—¿Qué tanto me odias? —preguntó, y yo lo miré a los ojos, descubriendo que eran realmente bonitos.

—Más de lo que te imaginas —respondí, con total convicción.

Él sonrió, como si le pareciera gracioso que yo lo odiara.

—Pues voy a hacer que me odies todavía más —dijo.

Fruncí el ceño, sin comprender del todo sus palabras.

—¿Por qué harías eso? —pregunté.

Él exageró todavía más su sonrisa burlona.

—Porque así no dejarás de pensar en mí. Será imposible que me saques de tu mente.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Where stories live. Discover now