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Y tal como Tom había dicho, Madeleine apareció en cuanto a Cedric se le pasó el efecto del filtro de amor que le había dado. Regresó a casa, pero solo duró allí tres días. Yo estaba desayunando en el gran comedor, cuando llegó la carta que me avisaba de su muerte. A pesar de todo, sentí mucha tristeza al enterarme de que ya no volvería a verla. No terminé de comer y salí casi corriendo del gran comedor, no quería que nadie se diera cuenta de que no me sentía bien, y tenía muchas ganas de llorar.

—¡Emily! —escuché la voz de Tom, que me llamaba, y me detuve.

Él se acercó despacio a mí y se quedó mirándome, a la espera de una explicación.

—Madeleine murió —le dije, y esas dos palabras me parecieron terribles tan pronto las pronuncié.

Pensé en mis tíos, y en lo mal que la estarían pasando en esos momentos. Necesitaba que alguien me abrazara, así que me acerqué a Tom, y le di un fuerte abrazo. Él me rodeó también con los brazos, y eso me hizo sentirme un poco mejor.

Me dieron permiso para asistir al funeral, y Tom quiso acompañarme, cosa que agradecí. Ya estaba muy acostumbrada a su presencia, y no quería enfrentarme a algo como eso sin él a mi lado. Tal como había pensado, mis tíos estaban destrozados. La casa se sentía un poco extraña sin mi prima, y yo también me sentía muy extraña, porque después de todo, habíamos estado juntas casi toda la vida. Podíamos no llevarnos tan bien, y los últimos años nuestra relación no había sido la mejor, pero finalmente éramos familia, y duele mucho perder a alguien con quién has compartido tantas cosas.

A pesar de que casi había terminado el invierno, una llovizna suave caía sobre el cementerio, y humedecía la tierra de la tumba recién cavada. Muchos de los amigos y conocidos de mi tío habían ido a decirnos que sentían mucho nuestra pérdida, y poco después yo ya me había cansado de escuchar las mismas frases de rigor repetirse una y otra vez. Lo único que hacía que no me sintiera tan mal, era que Tom sostenía mi mano y estaba junto a mí. Aunque no dijera nada, su presencia era reconfortante, y me sentía agradecida por poder contar con él en un momento tan desagradable como ese.

Solo se alejó de mí para hablar con algunos de los miembros de su organización, que estaban ahí presentes. Aproveché ese momento para despedirme en silencio de mi prima.

—Adiós, Madeleine —dije, en mi mente—, a pesar de todo, fuiste una de las personas a las que más les he tenido cariño. Lamento lo mal que nos llevamos al final, y todas las veces que peleamos por estupideces. Tal vez todo hubiera sido diferente si hubiéramos sabido que nos quedaba poco tiempo. Espero que por lo menos hayas podido ser un poco feliz al final de tu vida, aunque no me parezca que darle un filtro de amor a Cedric fuera lo correcto. Adiós para siempre.

Me sequé con el dorso de la mano un par de lágrimas que se habían escapado de mis ojos, y le di una última mirada al lugar donde estaba enterrada mi prima. Sentí que alguien llegaba a mi lado, y giré un poco para ver de quién se trataba. Era Cedric. No esperaba para nada verlo ahí. Parecía bastante triste, pero se las arregló para sonreírme.

—Hola —dijo.

—Hola —lo saludé.

—Yo... venía a decir que siento mucho que Madeleine haya muerto.

—Es algo muy triste.

Ya no sabía ni qué decir, todo lo que quería era irme a casa y descansar, pero tampoco quería ser desagradable con Cedric, finalmente había ido con buenas intenciones y él no tenía la culpa de que yo me sintiera tan mal.

—Siento mucho lo que pasó contigo —le dije—, es decir... ella no debió...

—Emily —me interrumpió con suavidad—, eso ya no importa. Lo que haya hecho ya no importa porque ella ya no está.

Asentí lentamente.

—De todas maneras, gracias por haber venido hoy.

Sonrió.

—No hay de qué, yo también tenía que despedirme.

Cuando regresamos a casa ya era de noche, y cenamos en un silencio sepulcral, cada uno perdido en sus pensamientos y viviendo su dolor a su manera. Tan pronto terminé, me fui a mi habitación y Tom fue tras de mí.

—No sabía si acompañarte o si quieres estar sola —dijo, recostándose en el marco de la puerta.

—Incluso cuando solo quiero estar sola, sigo queriendo estar contigo —le dije.

Me acerqué y lo abracé con fuerza. Él era mi lugar seguro, mi persona favorita en el mundo. Estuve un largo rato abrazándolo hasta que me sentí mucho mejor.

—¿Y de qué hablaste con tus seguidores? —pregunté.

—Ya tengo el plan para matar a Potter —respondió—, y será el día de la tercera prueba del torneo. Tú vas a desempeñar un papel muy importante en eso.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Where stories live. Discover now