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No recordaba haber estado tan nerviosa en ningún otro momento de mi vida. A pesar de que habíamos planeado muy bien lo que pasaría ese día, en todo había un margen de error, y las cosas podían salir muy mal. Tom estaba listo para la prueba, y yo envidiaba su tranquilidad y su seguridad en sí mismo.

—Todo va a salir bien —me dijo cuando fue a despedirse de mí.

—Eso espero —le respondí, y me acerqué para darle un beso.

Compuso una sonrisa tranquilizadora y le dio un apretón a mi mano antes de irse. Mientras lo veía entrar en el laberinto, pensaba una y otra vez en si el plan saldría bien o no. Harry estaba sentado realmente muy cerca de Dumbledore, así que no veía cómo podríamos acercarnos a él y hacerle daño sin que nadie lo impidiera. Procuré encontrar un lugar que estuviera lo más cerca posible de Harry, y esperé, cada vez más nerviosa.

Me preguntaba cuánto tiempo tardaría Tom en salir del laberinto, y varias veces estuve a punto de comerme las uñas, pero intenté no hacerlo. El tiempo pasaba demasiado lento para mi gusto, hubiera querido que todo terminara cuánto antes.

Sentí un poco de alivio cuando vi salir a Tom del laberinto, con la copa en la mano. Hubo gran desorden por la celebración, y mientras le entregaban los mil galeones del premio del torneo. Intenté no perder a Harry de vista, pero en un momento desapareció de repente. La multitud regresó al castillo para continuar la celebración, pero yo estaba mucho más preocupada por encontrar a Harry, pero no lo veía. ¿A dónde había ido? Si desaparecía, el plan que habíamos trazado con tanto esmero, quedaría en nada.

La música sonaba a muy alto volumen en el gran comedor, y solo cuando nos sentamos en la mesa a cenar, encontré a Harry. Casi terminábamos de comer, cuando entró alguien a hablar con Dumbledore. Esa era la señal de que ya se había puesto en marcha el plan para distraerlo y alejarlo de Harry. Los miembros de la organización recientemente nombrada como «Los Mortífagos», estaban armando un alboroto muy cerca de Hogwarts. Como era de esperar, Dumbledore no se iba a quedar ahí sentado mientras un grupo de criminales hacía de las suyas por ahí, así que se levantó sin perder tiempo, y salió a ver qué era lo que estaba pasando.

Entonces había llegado el momento de cumplir con con parte del plan. Todos comenzaban ya a levantarse de las mesas, y los funcionarios del ministerio que estaban todavía allí, también salían del gran comedor. Me acerqué a Harry, e intenté actuar muy normal.

—Hola, Harry —le dije.

—Hola, Emily —me respondió.

—Necesito hablar contigo de algo muy importante.

Me miró con confusión, como preguntándose de qué iba a querer hablarle. Tardó un poco en responder, y yo ya me estaba impacientando. Necesitaba que me siguiera, para llevarlo a donde Tom pudiera acabar con él sin problema. Después de pensarlo por lo que me pareció alrededor de un siglo, asintió y me siguió fuera del gran comedor.

Mientas caminábamos, sentía aquella voz de la conciencia que decía que estaba haciendo algo realmente malo. Había compartido con Harry durante los entrenamientos de quidditch, y aunque no teníamos una relación cercana, no tenía nada en su contra, podía decir que era una buena persona. Pero por otro lado, estaba la profecía y el hecho de que pudiera cumplirse. A pesar de todo, para mí seguía siendo muy importante mantener a Tom a salvo, y no cabía duda de que Harry podía ser una amenaza para él.

Tom esperaba en un pasillo desierto, recostado en una de las paredes. Cuando nos vio llegar, se acercó un par de pasos y sonrió.

—Parece que por fin conseguimos alejarte de Dumbledore —dijo.

Harry me miró con confusión, y yo me pregunté si Dumbledore le habría hablado de la profecía. Imaginaba que le habría explicado que corría peligro, pero parecía no comprender lo que estaba pasando.

—¡No te atrevas a hacerle daño! —exclamó Dumbledore, apareciendo de repente detrás de nosotros.

Maldije por lo bajo. Se suponía que tenían que mantenerlo ocupado por un buen rato. ¿Por qué había vuelto tan pronto y sabía dónde estábamos?

—Desde que te conocí, cuando no eras más que un niño, supe que algún día serías peligroso —continuó mientras se acercaba—, pero no pensé que te atreverías a tanto. ¿Qué es lo que quieres en realidad?

Tom había dejado de sonreír, y estaba más que molesto por la repentina aparición del director de Hogwarts. Cerraba con fuerza la mano en torno a la varita, como si estuviera listo para atacar, y no apartaba la mirada de Dumbledore.

—Poder —respondió—, cuando lo tenga, todo será como yo quiero que sea.

Dumbledore lo miró con desprecio, algo inusual, pues siempre lo había visto ser muy amable con todo el mundo.

—Y puedo ver que estás dispuesto a todo para alcanzarlo.

El director sacó su varita también, y yo supe en seguida qué era lo que se avecinaba. No me equivoqué, segundos después, los hechizos y las maldiciones volaban por el pasillo. Me agaché para que no fuera a impactarme ninguna, y busqué mi varita en el bolsillo. Casualmente, ahí también había guardado un pluma, y en cuanto la vi, se me ocurrió una idea. Tenía que sacarnos de ahí, ya habría otra oportunidad para matar a Harry.

—¡Portus! —dije, apuntándole a la pluma con la varita.

Dumbledore y Tom seguían muy enfrascados en su duelo, aunque no habían conseguido hacerse daño. Con mucho cuidado, me acerqué a donde estaba Tom, que acababa de lanzar una maldición.

—¡Protego máxima! —exclamé en cuanto vi venir el hechizo de Dumbledore.

Sin perder tiempo, sujeté a Tom del brazo con fuerza, solo tenía pocos minutos antes de que el traslador dejara de funcionar. Cerré los ojos, y cuando los abrí, estábamos en la casa de mis tíos.

—Lo siento —me apresuré a decirle, creía que le molestaría mucho que lo hubiera sacado de Hogwarts de esa manera.

Hizo un gesto como restándole importancia.

—No pasa nada, Emily. El verdadero problema aquí es que no pude matar a Harry Potter, además de que pronto, todo el mundo sabrá acerca de los mortífagos, y van a empezar a perseguirnos.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Where stories live. Discover now