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Abrí los ojos y no recordaba absolutamente nada. Me sentía tan desorientada y aturdida. Estaba en la enfermería pero en ese momento no lo sabía. Era como si acabara de aparecer en Hogwarts, de la nada. Era casi de noche y hacía mucho frío.

—¿Recuerdas algo, Emily? —preguntó el chico de cabello oscuro que sostenía mi mano entre las suyas.

Moví la cabeza negativamente.

—¿Quién eres tú? —pregunté.

Él dudó un poco antes de responderme.

—Yo soy Tom Riddle... tu novio.

¡Vaya! Tengo un novio muy guapo, pensé. Hice grandes esfuerzos por recordar algo, cualquier cosa, pero se me hacía imposible. Cuatro personas más entraron en la enfermería. Dos chicos pelirrojos, uno de cabello castaño y una chica morena. Me miraron con preocupación y se acercaron.

—¿No recuerda nada? —preguntó el chico de cabello castaño.

Tom negó con la cabeza.

—Absolutamente nada —respondió.

—Perdón, pero... ¿quiénes son ustedes? —pregunté.

—Yo soy Fred —respondió uno de los pelirrojos—, él es George —señaló al chico que era idéntico a él—, él es Oliver —señaló al chico de cabello castaño—, y ella es Angelina.

Asentí.

—Gracias —dije.

Ellos intercambiaron miradas de desconcierto.

—¿Tardará mucho en recuperar la memoria? —preguntó la chica, Angelina.

—Por suerte, Madeleine es casi una squib —respondió Tom, y me di cuenta de que seguía sosteniendo mi mano—, así que el hechizo no fue muy fuerte. Es muy probable que en unos pocos días haya regresado a la normalidad.

Oliver puso una expresión de consternación de repente.

—¡En unos días es el partido de quidditch! —exclamó—, no creo que se haya recuperado para entonces.

George lo miró mal.

—Emily perdió la memoria, ¿y todo lo que te preocupa es el partido de quidditch? —le dijo, como si le pareciera inaudito.

—Por supuesto que me preocupa ella —se defendió—, es solo que no va a poder jugar, así que tendré que encontrar un suplente.

Fred le dio una palmada en el hombro a Oliver.

—Te va costar conseguir a alguien que juegue tan bien como ella —dijo.

—Eso es casi imposible —repuso Oliver—, veré si encuentro a alguien que no lo haga tan mal.

—Sí estuviera en tu lugar, Wood —intervino Tom—, me prepararía para perder.

Oliver lo miró mal.

—Eso no va a pasar —le dijo, totalmente convencido.

Mientras los escuchaba, me sentía cada vez más frustrada al no saber de qué hablaban. Esa sensación de no saber quién demonios eres, es horrible, una de las peores cosas que puedes sentir. Todos ellos tenían un acervo de recuerdos vividos junto a mí, pero mi mente estaba en blanco, solo sabía sus nombres porque me los habían dicho, pero nada más.

Se quedaron un rato, y luego se despidieron y se fueron, dejándome de nuevo a solas con Tom. Había en sus bonitos ojos cafés una expresión de profunda preocupación, pero también un poco de ira, que no me pasaba inadvertida.

—Voy a quedarme haciéndote compañía —dijo—, espero que no te moleste.

Aunque no recordaba absolutamente nada, su presencia me reconfortaba, así que asentí.

—Creo que así me voy a sentir un poco menos mal —le dije—. ¿Puedes decirme qué me pasó?

Pareció estar buscando la manera de responderme, se pasó la mano por el cabello, despeinándose un poco, y mucho después, habló.

—Tú tienes una prima —dijo—, su nombre es Madeleine. Ahora mismo, ella y tú no tienen una muy buena relación, así que te lanzó un hechizo desmemorizante. Por eso estás aquí y no recuerdas nada.

Intenté recordar a mi prima, pero no lo logré. Tenía muchas preguntas que hacer, pero decidí hacer solo una.

—¿Dónde está ella? —pregunté

—Escondiéndose de mí —respondió—. Sabe que si la encuentro, le irá muy mal por haberse atrevido a hacerte esto, después de que le advertí que no te hiciera ningún daño.

—¿Vas a ir a buscarla?

—No puede esconderse para siempre —se encogió de hombros—. Por ahora me parece más importante estar aquí contigo.

—¿Por qué?

Suspiró y luego me miró a los ojos.

—Porque eres importante para mí. No importa que ahora no recuerdes nada de eso, pero hemos vivido momentos bonitos juntos... tenemos algo especial.

Sus palabras me hicieron sonreír, y sentí un poco de alivio, a pesar de lo desesperada que me sentía por no poder recordar nada.

—Gracias por estar aquí —le dije.

Sonrió y le dio un ligero apretón a mi mano. Como había hecho tantos esfuerzos por recordar, me dolía la cabeza, y no tardé en quedarme dormida.

Cuando desperté a la mañana siguiente, varios recuerdos llegaron a mi mente de repente. Pude recordar por lo menos lo que había pasado en la última semana, y eso fue un alivio. Miré a mi alrededor y me encontré con que mi prima también estaba ahí. De inmediato me pregunté qué le había pasado, pero luego estuve casi segura de que Tom tenía algo que ver con eso.

Mis tíos entraron casi corriendo por la puerta, acompañados de Tom, y de Dumbledore. Se acercaron a mí y comenzaron a hablar al mismo tiempo.

—¿Cómo te sientes?, ¿estás bien?, ¿recuerdas quiénes somos? —preguntaron, con notoria preocupación.

—Estoy bien —respondí, en cuanto terminaron de preguntar—, y tengo algunos recuerdos, aunque no son muchos. Los recuerdo a ustedes.

Ellos parecieron muy aliviados y asintieron rápidamente.

—No es tan grave como pensábamos —dijo mi tío.

—¿Y en cuanto a Madeleine? —preguntó mi tía.

—Es mucho más grave —respondió el director—. También hay que pensar en lo demás que les conté.

Ellos volvieron a verse preocupados.

—Entonces tendremos que llevarla a San Mungo —dijo mi tío.

Dumbledore asintió.

—Es lo mejor que pueden hacer.

Mis tíos intercambiaron una mirada y se fueron con el director, a recoger las cosas de mi prima para llevársela lo más rápido posible. Tan pronto se fueron, me levanté despacio de la cama y me acerqué a Tom.

—¿Qué le pasó a Madeleine? —pregunté.

Él me tomó de la mano y me miró a los ojos para responderme.

—Le advertí que todo lo que te hiciera a ti, se lo iba a devolver multiplicado. Solo cumplí con mi palabra. Yo no amenazo por amenazar, Emily.

—Pero Tom... creo que fue demasiado. No debiste haber hecho eso. Yo ya recuperé parte de mi memoria, en unos días estaré bien, no me hizo nada grave.

Le dirigí una mirada a mi prima, que estaba inconsciente, e incluso le sangraba un poco la nariz. Luego volví a mirar a Tom, que permanecía impasible.

—Esta es la primera vez que me importa alguien diferente a mí mismo, y por eso no pienso permitir que nadie te haga daño.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Où les histoires vivent. Découvrez maintenant