Epílogo

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«Nueva organización criminal a favor de la supremacía de la sangre pura».

«El ganador del torneo de los tres magos podría ser un mago oscuro en ascenso».

«Magos de sangre pura forman un grupo con el fin de exterminar a los nacidos de muggles».

Eso y más, podía leerse cada día en El Profeta, y los rumores que resultaban de todas partes solo aumentaban el caos en el mundo mágico. Por otro lado, cosas terribles habían comenzado a ocurrirle a los nacidos de muggles, y cada vez que se cometía un crimen por parte de los miembros de la organización, se invocaba la nuevamente denominada «Marca tenebrosa», en el lugar donde había ocurrido.

Dumbledore había logrado mantener a salvo a Harry, porque no había ni rastro de él. Estaba escondido en algún lugar, y era urgente poder encontrarlo. Había pasado mucho tiempo investigando, hasta saber quiénes eran los familiares de Harry, y otras personas cercanas a él, que pudieran saber de su paradero. Recientemente había averiguado que se habían escondido, y usado en encantamiento fidelio para mantener en secreto su ubicación. El verdadero problema estaba en encontrar a quien fuera el guardián de los secretos, pues era la única persona que podía decir dónde estaban.

Tardé todavía más tiempo en saber quién era, pero cuando supe su nombre, fui a buscarlo sin perder ni un solo minuto. Peter Pettigrew no me vio llegar, ni supo en qué momento aparecí.

—¡Imperio! —dije en un susurro, y así evité que pusiera algún tipo de resistencia. Luego lo llevé con Tom.

Parecía que él también acababa de llegar, y me miró con confusión cuando me vio entrar con Pettigrew.

—Es el guardián de los secretos de los Potter —expliqué rápidamente.

Compuso una pequeña sonrisa de satisfacción, y sacó su varita del bolsillo. Como todavía tenía control sobre Pettigrew, le ordené que se sentara, y pronto la maldición dejó de funcionar.

—¡Legeremens! —exclamó Tom, apuntándole con la varita.

No me costó mucho darme cuenta de que Pettigrew no era muy diestro en la oclumancia, pues Tom no tardó mucho en encontrar la ubicación de los Potter, en algún rincón de su mente.

—Ya sé dónde están —dijo—. Tenemos que ir ahora mismo.

—¿Quieres que vaya contigo? —pregunté.

Asintió y yo me acerqué para tomarlo del brazo.

Nos desaparecimos y aparecimos en Godric's Hollow. Parecía que Tom sabía exactamente a dónde ir, pues caminamos a paso rápido por las calles del pueblo, hasta que nos detuvimos frente a una casa. Era de noche, las luces estaban encendidas y se escuchaban algunas voces que venían desde adentro. Nos acercamos a la puerta y Tom la abrió sin mucha dificultad. Se encontró con un hombre que, sin duda, era el padre de Harry, pues se parecía mucho a él.

—¡Avada kedavra! —exclamó Tom, sin pensarlo dos veces.

Cerré los ojos para no ver el destello verde que salía de la varita y cuando los volví a abrir, evité mirar el cadáver, y seguí a Tom hasta el segundo piso.

La madre de Harry estaba en una de las habitaciones, pero él no estaba con ella, o eso parecía.

—¿Dónde está Harry Potter? —le preguntó Tom.

—No —dijo ella, en tono de súplica—, no le haga daño, por favor.

—Hice una pregunta.

—No le diré, no voy a permitir que le haga daño.

Tom me miró fijamente, y entonces pude entender por qué me había pedido que lo acompañara. En realidad, quería probarme, que le demostrara que podía seguir sus órdenes. No le daría razones para dudar de mí, o de lo que era capaz de hacer, así que le apunté con la varita a Lily Potter, y me armé de valor. Tiempo atrás había había una decisión, había decidido estar de su lado, y sabía todo lo que eso conllevaba, no podía retroceder.

—¡Avada kedavra!

En cuanto las palabras salieron de mi boca, y la maldición de la punta de la varita, supe en realidad en qué me había metido. Miré a Tom, que me miraba con una mezcla entre sorpresa y orgullo. Ya sabía que estaba dispuesta a todo por él, que lo había aceptado con todo y no había mentido cuando dije que lo seguiría.

—Ahí tienes la prueba de que soy capaz de hacer cosas como esto, por si no lo creías —le dije.

Él sonrió, y se acercó un paso para tomar mi mano.

—Siempre supe que eres capaz de muchas cosas de las que no todos se atreverían —dijo, en voz baja—. Por eso me siento tan orgulloso de tenerte de mi lado, porque sé que me eres mucho más leal que cualquier otra persona. Elegimos este camino, y hemos comenzado a transitarlo juntos, pero necesito que pienses, una vez más, si estás dispuesta a seguir con esto. Si tu respuesta es no, y quieres apartar tu vida de la mía, te diré adiós, porque no puedo obligarte a que me sigas si no quieres.

—¿Y si la respuesta es sí? —le pregunté.

Se acercó mucho más, quedando a pocos centímetros de mí. Sus ojos oscuros revelaban una especie de emoción un poco difícil de describir. Me acarició suavemente la mejilla y siguió mirándome a los ojos.

—Entonces, cuando lo alcancemos, el poder será tan mío como tuyo.

Aquellas palabras sonaron como si estuviera haciendo una promesa. Terminó con la distancia que aún nos separaba y unió nuestros labios en un cálido beso. Nos quedaba mucho camino por recorrer, pero sería juntos, a pesar de todo.

Fin.

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Holaaa :)

Otra vez quería darles las gracias por leer esta historia, por votar, por comentar y absolutamente por todo. Espero que el final no les haya parecido muy apresurado, o muy malo. La verdad es que tengo la mente hecha un caos, con ideas como para escribir otras diez historias diferentes, y eso me bloquea un poco. De todas maneras, espero que les guste, y muchas gracias de nuevo. Un abrazo enorme, los amo 💕🤗

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Where stories live. Discover now