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—Hoy sabré si Cedric está saliendo con alguien —me decía mi prima, mientras terminaba de maquillarse.

Era el día de San Valentin y como era costumbre, iríamos a Hogsmeade. No tenía muchas ganas de ir, porque después de pasar todo el día viendo parejas felices, terminas sintiéndote más solo de lo habitual. Pero de todas maneras iría, pues había quedado con Oliver en las tres escobas y también irían Fred y George. Me cepillé el cabello para dejarlo suelto y me miré una última vez en el espejo antes de salir.

Como era de esperar, Madeleine recorrió Hogsmeade buscando a Cedric, pero no había ni rastro de él.

—Seguramente no vino —le dije.

—Todavía no hemos buscado en todas partes —me respondió, desanimada.

Miré mi reloj.

—Tengo que ir a las tres escobas.

—Si ves a Tom, dile que no tardo.

Me limité a asentir, aunque no quería hablarle a Riddle, y menos, darle un mensaje de mi prima, pero no me negué. La dejé en Zonko y me fui.

El bar no estaba tan lleno porque era temprano todavía. Riddle estaba sentado en una mesa cerca de la puerta, así que me acerqué para decirle lo que había dicho Madeleine.

—No me digas que Madeleine te envió en su lugar —dijo, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Vaya que tenía una sonrisa bonita.

—Por supuesto que no —le respondí—. Me dijo que te dijera que no tarda.

—¿Solo eso? —preguntó, alzando las cejas.

Asentí.

—Solo eso. Ahora si me disculpas...

Ya había visto a Oliver, que estaba hablando con una chica de Hufflepuff. Riddle giró un poco para mirar hacia donde yo estaba mirando.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo, en un tono que parecía de enojo.

—Pregunta —le respondí.

—¿Estás saliendo con el estúpido de Wood?

Su pregunta me tomó por sorpresa, además del tono de reclamo que había usado.

—Eso no es tu problema —le respondí.

—¡Respóndeme! —levantó bastante el tono de la voz, de manera que una pareja que entraba, se quedó mirándonos.

—No tengo por qué responderte si no quiero —repliqué.

Me miró, airado.

—Dijiste que podía preguntarte —volvió a hablarme en un tono normal.

—Pero no dije que fuera a responderte.

Parecía estar perdiendo la paciencia.

—¿Qué pasa entre ese imbécil y tú? —insistió.

—Si no estuviera tan segura de que me odias, pensaría que estás celoso —le dije, con toda tranquilidad.

Por su expresión, supe que estaba a punto de gritarme, además, hizo ademán de levantarse de la silla, pero lo pensó mejor y se quedó quieto y callado.  Me pareció que podía aprovechar ese momento y burlarme un poco de él, como él hacía conmigo casi siempre. Así que aproveché que no había dejado de mirarme, y le guiñé un ojo.

—Relájate, Riddle —le dije en un tono dulce que jamás había usado con él.

Parecía no entender mi actitud, pues su expresión cambió de la ira a la confusión. Le sonreí y me fui hacia donde estaba Oliver.

—Hola —le dije, mientras me sentaba junto a él.

—Hola, Emily —me saludó—. ¿Otra vez discutiendo con Riddle?

Hice un gesto de impaciencia y tomé una de las dos cervezas que estaban sobre la mesa.

—Ya sabes que siempre acabamos discutiendo —le respondí antes de beber un sorbo.

—¿Es cierto que está saliendo con Madeleine?

—Parece que todo Hogwarts ya se enteró.

Como pasaba casi siempre, la noticia de que mi prima tenía algo con Riddle, había corrido rápidamente por el colegio. Bebí la mitad de la cerveza de un solo sorbo y miré hacia la puerta. Madeleine acababa de llegar, encontró a Riddle y se sentó frente a él.

—Me imagino que no te agrada para nada esa relación —dijo Oliver.

—Estás en lo cierto —le respondí, sin dejar de mirar hacia donde estaba mi prima—. No entiendo por qué, de todos con los que podía haber salido, se le ocurrió que tenía que ser con él.

Cedric Diggory entró en el bar, acompañado de sus amigos de siempre y al verlo, Madeleine se apresuró a tomar de la mano a Riddle y acercarse más a él. Sólo aparté la mirada de ellos, cuando le vi la intención de besarlo. Yo no podía ver eso, me sentía incapaz, y por primera vez en mi vida, sentí envidia de mi prima. Una envidia enorme, porque ella podía besarlo y tomarlo de la mano, mientras que todo lo que yo podía hacer con él, era discutir. Me odié por sentirme así, e intenté por todos los medios, borrar esos pensamientos y esos sentimientos. Eso no estaba bien. Me repetí mil veces a mí misma que yo lo odiaba, no podía pensar en besarlo, siempre me había parecido una mejor opción golpearlo, o insultarlo.

Terminé de beberme la cerveza y fui a pedir otra. Cuando regresé a la mesa, me di cuenta de que Cedric había salido del local, y Riddle también estaba yéndose con Madeleine. Tan pronto los perdí de vista, me sentí un poco mejor, aunque no del todo. Me ayudó enfrascarme en una larga conversación sobre quidditch con Oliver. El bar se fue llenando paulatinamente y yo me preguntaba de vez en cuando, dónde estarían Riddle y mi prima.

Largo rato después, regresaron, pero ya no quedaba ni una sola mesa desocupada. Pensé que se irían, pero no. En lugar de eso, se acercaron y se sentaron en la mesa donde estábamos.

—Esperamos que no les moleste —dijo Madeleine.

Oliver y yo intercambiamos una mirada incómoda. En esos momentos todo lo que yo quería era salir corriendo de ahí.

—No —le dije—. Y si nos molestara, creo que no importaría, porque ya se sentaron.

Mi prima me miró con un gesto de disculpa.

—No queríamos interrumpir su cita —dijo.

Al decir la palabra cita, Riddle dejó de mirar hacia otro lado para mirarme, como si esperara una respuesta de mi parte.

—No estamos en una cita —aclaró Oliver.

Riddle pareció aliviado, pues cambió su expresión expectante.

—Ya decía yo que no podía tener tan malos gustos —comentó en un tono a penas audible.

Madeleine y Oliver lo miraron a él y luego a mí.

—Si tuviera malos gustos me gustarías tú, y eso no es así —respondí sin pensar, aunque una parte de mí pensaba que había algo de mentira en eso.

Ellos contuvieron la risa. Riddle, por su parte, me miró con odio y se levantó de repente. Iba a decirme algo, pero cambió de parecer y salió del bar caminando a paso rápido. Tal vez me había pasado un poco, pues nunca lo había visto tan ofendido.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora