Golpe.

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En sus 24 años de edad Wang Yibo nunca se había interesado en las personas que le rodeaban, no se detenía a admirarlos mucho menos a elogiarlos, no tuvo esa curiosidad juvenil, esa pequeña ilusión por probar los sabores del romance ni la dulzura de un beso, parecía vivir ajeno al mundo que lo rodeaba pero sobre todo a aquellas cosas.

Siendo un alfa dominante y el único heredero del clan sangre pura era obvio que a su alrededor hubieran quienes fijaran su atención en el, tanto hombres como mujeres licantropos se sentian atraídos hacia aquel atractivo y apuesto espécimen.

En los círculos de amistades y en las reuniones se podían escuchar el parloteo descarado sobre el buen físico, el porte y la sensualidad del único heredero Wang, Yibo sabía levantar las miradas de las personas a su paso y dejar una estela de suspiros, halagos y envidia.

Muchos codiciaban al joven lobo blanco pero nadie podía alcanzar atraer su atención, Yibo los ignoraba a todos y mostraba un gran desinterés sin saber que esa actitud distante solo le agregaba un aire más atractivo a su ser.

Pero ahora, en sólo unos pocos días la atención de Yibo había sido acaparado por completa por un hermoso joven de pelo negro, un joven asustadozo, tembloroso y receloso que se escabullia por los rincones de su hogar como si fuera un animalito desconfiado.

Se sentía fascinado hacia esta persona de procedencia misteriosa y de hermosa figura, su cuerpo esbelto y delgado, de cintura fina la cual se acentuaba y hacia un magnífico contraste con las curvaturas de sus caderas, sus ojos oscuros los cuales algunas veces cambiaban a una hermosa tonalidad dorada, sus labios carnosos y rojizos, su hermoso lunar en la parte inferior de su labio y aquellas negras y esponjosas orejas que junto a su enorme cola afloraban cada vez que se sobresaltaba o asustaba, todo esto tenía cautivado a Wang Yibo quién no podía dejar de admirarlo.

Ahora se encontraba allí, sentado en el suelo de su estancia observando las largas pestañas que temblaban levemente mientras reposaban, había descubierto que aquel joven lucia aún más hermoso cuando dormía pues era el único momento en que la paz llegaba a él y el ceño fruncido desaparecía.

El repentino sonido del timbre sacó al joven alfa de momento de disfrute y terminó por alertar al joven pelinegro el cual con gran agilidad y asustado se incorporó y corrió hacia la habitación donde se encerró.

- ¿Que sucede?.- Yibo atendió la puerta.

- Joven amo solo quería saber si todo estaba bien.

- ¿Por qué la pregunta?

- Es que lleva varios días sin salir de casa y su padre está preocupado ya que no contesta sus llamadas.

- No sucede nada.- Yibo sonrió.- Lamento si te preocupe, es solo que me he estado sintiendo un tanto agotado estos días y quise descansar en casa.- Estiró sus brazos y fingió bostezar.- He aprovechado para dormir y descansar mi cuerpo.

- ¡Lo siento!.- El joven hizo una reverencia.- No sabía que estaba dormido, lo siento mucho no quería...

- Está bien.- Palmeo su hombro.- No tienes que preocuparte sabes que no me molesta que vengas mucho menos si estas preocupado por mi seguridad.

- Entonces...me iré.- Hizo otra reverencia.- Joven maestro, descance.

- Gracias.- Yibo sonrió mientras se despedía.

Una vez que se despidió del escolta que le había asignado su padre y se aseguró de cerrar la puerta correctamente Yibo se dirigió hacia la habitación, una vez allí instintivamente caminó hacia el armario, deslizó la puerta lentamente y sonrió.

Marca.Where stories live. Discover now