Cargo de conciencia.

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- Buenos días.- Yibo se acercaba a la mesa.

- Cariño...- El omega sonrió.- Ven toma asiento junto a mamá.

- Anoche regresaste hasta tarde.- El señor Wang acarició la nuca de su hijo.

- Si.- Yibo sonrió.- Cuando llegué ya estaban dormidos así que preferí no molestarlos.- Observó al joven que estaba frente a él y sonrió.- Me alegra que estés aquí Xu Feng.

- Sus padres me invitaron para festejar el cumpleaños de su madre.

- Dije que quería pasarla con mi familia y tu eres parte de mi familia.- Palmeo con suavidad su mano.- Eres como nuestro hijo.

- Estoy muy agradecido por ello.- Xu Feng sonrió.- Yo también los veo como mis padres.

- ¿Kenta no vendrá?.- Yibo preguntó.

- Lo siento.- Negó.- El se disculpó con su madre ya que tenía que hacer algunas cosas.

- Entiendo.- Yibo asintió.

- Está bien.- El omega sonrió.- Kenta me envió un hermoso regalo con Xu Feng, además prometió que después de las fiestas iría a verme.

- Si te lo prometió es porque lo va a cumplir.- Yibo jugó con sus cubiertos.

- ¿Sucede algo?.- El señor Wang cuestionó a su hijo.

- ¿Ah?.- Yibo sonrió.- No.

- Bebé...- El omega colocó algunos alimentos en el plato de Yibo.- Mamá hizo esto para ti.

- Gracias ma.- Yibo recostó su cabeza del hombro de su madre.

- Por cierto, traje conmigo más dosis por si las que tienes se están agotando.

- Con una madre tan amorosa como tu.- Yibo rodeo su cuello con sus brazos.- Te juro que quisiera seguir siendo un cachorro.

- ¿Cuando has dejado de ser uno?.- Sonrió.

-......- Yibo se quedó aferrado a su madre en silencio.

- ¿Sucede algo?

- No...-.Negó.- Solo quería sentir el calor de mamá por un momento.

- Mejor comamos.- El señor Wang le habló a Xu Feng.- Tu y yo sobramos en esta ecuación.- Bromeó.

Mientras los demás comían el desayuno Yibo se quedó aferrado a su madre mientras reposaba su cabeza en su hombro, no dijo una palabra, solo se quedó allí envolviendo sus brazos en el cuello de su madre el cuál le impartía suaves caricias en su espalda.

Una madre conoce a sus hijos, conoce cada gesto, cada actuación, cada tono, como si se tratara de aquel libro favorito que no se cansa de leer y repetir hasta el punto de recitar sus líneas de memoria, de esa manera una madre conoce a ese pedacito de su misma.

El omega conocía a la perfección a su hijo y sin preguntar y mucho menos deducir sabía que su cachorro en aquel momento se sentía inquieto. Siempre era así, cada vez que se sentía inquieto corría a los brazos de mamá y se refugiaba, otras veces solía tomar su forma animal y saltaba al regazo de su madre donde se acurrucaba y se quedaba allí por un largo tiempo, porque de alguna forma mamá sin emitir palabras algunas y con simples caricias mamá podía lograr calmar sus inquietudes.

Desde que regresó a casa la noche anterior Yibo no ha dejado de pensar en lo ocurrido en aquella cueva, no ha dejado de pensar en cómo se dejó llevar tanto por sus deseos como por lo de su animal interior ¿Era un hombre débil? ¿Era débil por haber cedido ante aquella situación? Quizás lo era, pero desde que tuvo la discusión con Kenta se dio cuenta de la realidad, a pesar del dolor e incluso del mismo rencor algunas veces era difícil poner de lado algunos sentimientos.

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