Capítulo 10

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ANDREA.

Ya me había decidido a comentárselo a Aiden. Era sencillo, solo había que formular las palabras correctas y ver cómo reaccionaba ante las hazañas de su amigo.

Tenía pensado hacerlo en el camino hacia la universidad. En el coche tendríamos la suficiente intimidad para hablarlo detenidamente y yo concretarle la situación con todo lujo de detalles.

Aiden me pasó a recoger a la misma hora que el día anterior. Mis padres no estaban en casa ya que les habían llamado de urgencia del trabajo, así que llevaron a mis hermanos al colegio antes de irse a la empresa, así que simplemente cerré la puerta de mi casa con tres vueltas de llave y me monté en el asiento del copiloto de la camioneta de Aiden.

—¡Buenos días amor!—exclama mi maravilloso novio tras depositar un suave pero tierno beso en mi mejilla.

—Buenos días, amor—respondo yo.

Estaba nerviosa, él lo podía notar perfectamente en el tono tembloroso de mi voz, además, el hecho de que estuviera retorciéndome un mechón de mi largo cabello castaño le daba una pista de mi nerviosismo.

Aiden arrancó la camioneta y mientras avanzaban las ruedas sobre el asfalto, se decidió a hablar.

—¿Te pasa algo?—pregunta con una leve sonrisa tranquilizadora desviando la mirada hacia mí durante un segundo para después volverla a fijar en la carretera.

—Aiden... tengo que contarte algo—respondo completamente seria.

No era fácil contarle que uno de sus amigos era un completo cabrón, pero tenía que decírselo.

Esta situación me recordaba a Max, aunque la diferencia era que él me amenazó si le contaba algo a Aiden de lo que se atrevía a hacer mientras me daba clases particulares. Pero al fin le pilló con las manos en la masa y pudo darle su merecido. Con Joel era distinto. Joel no me había amenazado ni se había dignado a tocarme sin mi consentimiento, el solo intentaba flirtear conmigo—cosa que se quedaba en un inútil intento—.

—¿Vas a cortar conmigo?—su sonrisa se desvanece pero su mirada sigue fija en la carretera.

—¿Qué? ¡Claro que no!—exclamo—Es solo que...—digo en un hilo de voz.

—Venga amor, puedes decirlo, confía en mi—dice al notar como se me dificultaba soltar todo lo que tenía que contarle.

—Joel...—comienzo a decir.

—¡Ah Joel!—exclama interrumpiéndome—¡Se me olvidaba que tenemos que pasar por su casa a recogerle!

—¿¡Qué!?—exclamó atónita—Quiero decir... ¿por qué?

—Ayer por la tarde, mientras iba a casa de Iván, su coche tuvo una avería, la batería o algo así, y me preguntó que si podía recogerle también—añade girando la esquina hacia el lado contrario al que girábamos para ir a la universidad—¿Te molesta?

—No, para nada—respondo con un tono de ironía mientras ruedo los ojos con pesadez.

Hasta en el camino hacia la universidad tenía que soportar al insoportable e imbécil de Joel. Pero no podía decir que no, todavía Aiden no sabía nada. Ya se lo contaría tranquilamente en uno de los descansos para comer.

En pocos minutos llegamos a la casa de Joel. Era bastante grande, aunque no tanto como la de Marilyn. Destacaba un jardín muy bien cuidado con setos cortados de diferentes formas y flores de varios colores que adornaban la entrada, además de combinar perfectamente con el color verdoso pastel de la fachada de la casa.

La puerta blanca de la casa se abrió dejando ver a Joel, con una camisa de color rojo y unos vaqueros negro ajustados. A los ojos de cualquiera, Joel era un chico atractivo, su pelo desenfadado y su estilo de vestir casual le forjaban una apariencia irresistible, pero eso era por qué no cualquiera conocía su verdadero rostro y lo cabrón que podía llegar a ser.

MI NIÑERO 2Where stories live. Discover now