Capítulo 30 (FINAL)

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AIDEN

Dylan me chistó para que procurara hacer el menor ruido posible ya que si estaban dentro de la cabaña se podían enterar con el mínimo ruido.

Anduvimos por los alrededores de la cabaña mirando por las distintas ventanas que se cernían por las paredes.

Alcé la cabeza sobre la cornisa de la tercera ventana que me asomaba y la vi. Vi a Andrea. Una sonrisa y unas ganas de abrazarla lo más fuerte que pudiese me inundaron por dentro. Estaba sentada sobre un colchón mugriento, atada de pies y manos a la espalda. Su expresión era de puro terror. Max estaba sentado a su lado con su sonrisa ladeada de siempre. Yo ya sabía como diferenciar sus diferentes sonrisas y esta era la peor de todas. Me daban ganas de darle de nuevo una paliza con solo ver como observaba a Andrea.

Le hice una señal a Dylan, el cual estaba en la anterior ventana a esta, para decirle que la habíamos encontrado, que dentro de lo que estaba pasando estaba bien, que debíamos salvarla. Dylan accionó el botón de la pulsera para que Ben y Zoe supiesen que la habíamos encontrado para después ir hacia el coche para llamar a la comisaría y pedir refuerzos.

Me había quedado solo. ¿Qué debía hacer? ¿Entrar? Eran dos personas contra mí. Pocas probabilidades de salir de allí sanos y salvos. ¿Esperar? Pero... ¿Y si le hacían algo a Andrea? En ese caso entraría en esa cabaña y la sacaría de allí aunque eso me costara la vida.

Me asomo de nuevo a la ventana para cerciorarme de que está bien. Entonces nuestras miradas se cruzan. Max ya no estaba a su lado. Andrea sonríe y comienzan a caer pequeñas y brillantes lágrimas de esperanza por sus rosadas mejillas. Yo le hago gestos. Necesitábamos que ninguno de sus secuestradores pudiesen saber que estábamos allí. Andrea asiente al entender lo que quería decir con todos esos gestos. Entonces mira hacia otro lado y la veo mover los labios. Estaba hablando con ellos. No podía oír nada de la conversación que estaban teniendo y eso me ponía más nervioso.


ANDREA.

Ver a Aiden me calmó. Las lágrimas no era de tristeza sino de puro alivio y esperanza de salir de allí con vida.

Pickens, o Tomás, o como quiera que se llamase, vino hacia mi y tuve que disimular mis esperanzas.

—¿Y ahora que coño te pasa?—pregunta con fastidio y se sienta en una silla frente a mí.

—Nada—digo, lo mas borde que puedo.

—¿Sabes? Mi hijo me ha contado todo lo que sabe de ti. Aquella fiesta en la que todos se rieron de ti y terminaste en su coche, aquel enfrentamiento entre tu familia de ricachones y esa banda callejera a la que pertenecía tu novio, la pelea en la piscina de aquella fiesta en la que acabaste drogada... y ahora un secuestro. La vida no te quiere eh princesita.

Sabía que Max tenía conocimiento de todo aquello menos de la pelea entre Joel y Aiden en la piscina. ¿Cómo pudo saber aquello?

—¿Piscina? ¿Cómo...?—Max me cortó.

—¿Qué como lo sé?—suelta una carcajada—¿Quién crees que le de dio la idea a Joel para que fuera detrás de ti y le dio la droga con la que te atontó? Ese niñato es muy influenciable.

¿¡Qué!? ¡Max estuvo compinchado con Joel! Entonces todo cuadra ahora. La venganza de Max era por la que Joel fue detrás de mí, pero como este acabó en la cárcel a Max se le tuvo que ocurrir otra cosa y optó por unir los planes de su padre con los suyos.

—¿A qué es un plan maravilloso? Ni los mejores guionistas de Hollywood podrían escribir un plan tan completo.

Entonces se escucha un ruido. Un ruido llamado sirena de policía y que yo, desde ese instante comencé a llamar como "el sonido de mi salvación".

MI NIÑERO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora