Capítulo 28

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AIDEN

Acaba de salir de clase y ya estaba pensando en las cosas que le iba a decir a Dylan.

—¿Estás seguro de hacer esto? Andrea se va a enfadar muchísimo cuando se entere—me dice Ben, como si fuese la voz sensata de mi cabeza la cual me dice que lo que voy a hacer es una completa locura.

—Sí, estoy segurísimo—digo con decisión.

Ben respira hondo. Sabe que lo voy a hacer aunque él esté en desacuerdo conmigo. Tiene consciencia de ello.

—Te acompaño.

—¿Qué?

—Que te acompaño. Así me aseguro de que no le pegas un puñetazo y acabas de nuevo detenido.

—Está bien—accedo—pero déjame hablar a mí, solo te pido que no te metas en lo que voy a decir.

—De acuerdo, prometo que solo me meteré si empiezan a volar puñetazos—alza la izquierda mano y pone la otra sobre su corazón en señal de pacto.

Vamos hacia el coche de Ben tras despedirnos de los chicos. Aunque nos habían invitado a ir a un café del centro con ellos, nos habíamos negado, excusándonos en qué teníamos algo que hacer que urgía prisa en casa de Ben. Ellos no sabían a dónde íbamos, ni tampoco había por qué decírselo. No era algo de lo que estuviese especialmente orgulloso. Pero cada vez que ese chico se atrevía siquiera a mirar a Andrea, me hervía la sangre. No lo podía evitar.

Suelto mi mochila en el asiento trasero del coche de Ben mientras el guarda la suya en el maletero. Yo me monto en el asiento de copiloto, repitiéndome en la cabeza lo que tenía que decirle a Dylan, evitando así riesgos de que se me puedan olvidar detalles por aclararle. Mientras, le indico por dónde llegar a la comisaría donde trabaja.

Esa comisaría me la conocía perfectamente. Era la misma en la que había acabado la última vez. Cuando Joel y yo terminamos en la piscina y los coches de policía aparecieron.
Así que, la conocía de sobra, es más, sabría como llegar a ella con los ojos cerrados y desde cualquier punto de la ciudad.

Salgo del coche respirando hondo. Preparándome mentalmente para todo lo que iba a decirle, intentando no trabarme y no parecer un completo imbécil.

Entramos. Dylan después de mí.

Vamos a recepción donde una chica joven, un poco mayor que yo, nos atiende amablemente mientras, tras de ella, una niña pinta en un folio con un montón de colores.

—Hola, buenos días, ¿en qué les puedo ayudar?—nos pregunta cuando apoyo un brazo en el mostrador llamando su atención.

—Buenos días, señorita, buscamos a Dylan, ¿esta por aquí?—pregunta Ben, adelantándose.

Yo le miré mal. Lo primero que digo, lo primero que hace. Aunque mejor que hubiese preguntado él por mi, ya que no quería tratar mal a nadie que no tenga culpa. Y en ese mismo instante tenía ganas de todo menos de ser buena persona.

—Dylan...—repite la chica mirando unos papeles en los que supuse que se encontraba quien estaba haciendo el turno de trabajo en ese momento.

—¿Alguien me busca?—la voz de la persona que andábamos buscando resienta a nuestra espalda.

Yo me giro rápidamente.

—Tenemos que hablar. Ahora.—digo, sin ninguna formalidad ni aminorar mi tono por el hecho de estar rodeados de policías.

Dylan me mira de arriba a abajo e inexplicablemente esboza una sonrisa complaciente. Hace un gesto indicándonos una sala donde podemos hablar tranquilamente, sin molestar a la gente que está trabajando.

MI NIÑERO 2Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα