Capítulo 13

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C A P I T U L O

T R E C E





MARGOT HOWELL


—A ver, no es tan aburrido una vez que lo intentemos. Además, es sólo un proyecto — me cruce de brazos mientras estaba sentada en el suelo, con mi espalda recargada sobre la pared de la habitación de Brad.

El cuarto estaba demasiado ordenado. Tenía un pequeño escritorio, con algunos cuadernos y una pluma negra. La cama estaba en un rincón, junto a la pared, en el que tenía algunos pósteres de bandas musicales, las paredes eran grises y a un lado de su cama, tenía una pequeña lámpara blanca.

Un día después de nuestra plática fuera de la escuela, Brad sugirió vernos en su casa, lo cual me pareció genial, no tenía muchas ganas de que él fuera a casa porque Lucas no dejaría de hablar y de hacer preguntas, ocasionando que termináramos por distraernos sin avanzar. Papá llegaba casi por la noche, y era incómodo llevar a un chico a casa sin que intentaran hacerme burla con eso.

—¿Poesía? Sí es aburrido — se quejó. Estaba apoyado sobre el marco de la puerta. Ninguno de los dos tenía idea de que hacer, estábamos al borde del colapso.

Eso sonó exagerado.

Bueno, estábamos desesperados.

—¿Se te ocurre una mejor idea? — pregunté irritada.

—No. Bueno — abrió un poco más sus ojos, como si una idea acabara de llegar a su mente —, no.

Genial.

—Tomemos un soneto de Shakespeare, eso y grabémoslo, que Brenda y Eric se encarguen de editarlo un poco y ya está.

—¿Podemos agregar algo más? — alzó una ceja.

—¿Cómo qué?

—Bueno, ¿qué tan genial sería recitar poesía? Cero, exacto. Pero... ¿qué tan genial sería recitar poesía de modo que sonara más a una canción? — levantó y bajó sus cejas un par de veces con una sonrisa.

—Eres tan inteligente — mencioné en un tono sarcástico —, pero yo sólo sé tocar el triángulo.

Brad no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar eso, intenté mantenerme con una expresión seria, pero después no pude contenerme y terminé riendo también.

—Bueno, ¿te gusta la música de guitarra? — preguntó.

—Pues... sí — respondí un poco confundida, no sabía a qué venía esa pregunta.

—Espera un momento — se levantó y salió de la habitación. Todavía no entendía lo que pasaba, cuando lo vi regresar con una guitarra y una sonrisa en el rostro.

—Alto, alto, ¡¿sabes usarla?! — exclamé emocionada.

—Meh, no diría que soy genial, pero solía hacerlo — encogió los hombros.

—¡Puedes tocar un poco para convertir un soneto en algo más musical!

—O podrías mejor tocar el triángulo — soltó una risa. Yo lo empujé del hombro y eso sólo hizo que él siguiera riendo.

—¡De acuerdo, de acuerdo! — fingió rendirse.

Estuvimos un rato sentados en su cama mientras me mostraba lo mucho —"poco" para él— que sabía. Era muy bueno, no había dudas en eso, no entendía por qué no lo mencionó antes, pero sabía que debía haber una buena razón para eso.

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