Capítulo 28

107 39 36
                                    







MARGOT HOWELL


Habían pasado quince días desde nuestra ruptura y no había vuelto a entablar una conversación lo suficientemente larga como me gustaría con Brad. Las últimas dos semanas estuvo faltando la mayoría de los días, aunque sí que me lo había topado algunas ocasiones en los pasillos del instituto.

Lo extrañaba. Lo extrañaba de verdad.

Pensaba que, si Brad y yo estábamos juntos, podríamos superar cualquier cosa, pero al parecer estuve equivocada. ¿En serio para él no había significado tanto como significó para mí? Cuando le dije que estábamos en caminos separados, lo dije sin pensarlo, pero ahora me intentaba convencer de que tenía razón.

Quería olvidarme de él. O quería convencerme de que eso era lo que quería.

¿Pero como podría?

Conocí a una persona que era tormenta. Es lo que Brad era. Pero no era la clase de tormenta a las que les temer, no, más bien, era de esas a las que te quedas junto a la ventana para admirarla.

Ahora parecía que lo único que quedaba por hacer, era seguir adelante. Me gustaría culpar a la vida, pero la realidad era que fuimos nosotros quienes no supimos como hacer que funcionara.

No era justo, lo estábamos logrando, ¿por qué las personas a nuestro alrededor no nos dejaban simplemente seguir intentándolo? Y peor aún, ¿por qué los dejamos interferir?

Ah, cierto. Se trataba de mis padres. Se trataba de el mundo que se metía en cosas que no les importaba, como Thomas.

Era miércoles por la tarde, mi papá no estaba en casa. Lucas estaba viendo televisión y mi mamá se encontraba leyendo una revista. Había un profundo silencio invadiendo cada pasillo de la casa. Desde nuestra ruptura, apenas hablé con mi mamá.

Me mantenía ocupada limpiando mi habitación y algunos muebles de la casa, haciendo mis tareas y escuchando música de Nirvana.

—¿Has hablado con Thomas? — escuché muy lejanamente la voz de mi madre. Me quité uno de mis audífonos para oír con más claridad.

—¿Qué?

—Thom, qué si has hablado con él.

—Ah. No — respondí. Ella no sabía lo mucho que me molestaba hablar de él luego de lo que pasó. No sabía lo mucho que me enojaba saber que Thomas sólo fingía ser una buena amistad para mi, cuando realmente no lo era. 

— ¿Por qué? Sería bueno que...

—No — interrumpí —, no quiero hablar de él ni quiero hablar con él.

—¿Es porque él fue quien nos lo dijo? Escucha, Margot. Cariño, sé que estás molesta con él, pero hizo lo mejor que... — empezó a hablar.

—¡No! — corté su frase, en voz baja —. No hizo lo mejor que pudo, no hizo lo mejor para mí, no hizo nada para apoyarme.

—¿Por qué dices eso? ¿Querías que te apoyara a mantener las mentiras? — arqueó una ceja.

—No — negué con la cabeza —, es que no lo entiendes, ma. Thomas nunca me dejo...siempre...desde el inicio, intentó decirme que no me acercara a Brad. Y yo...

—Creo que intentó aconsejarte lo correcto.

—No, no lo entiendes. No lo entiendes al igual que él.

—Diana, escucha. Eres tan importante para tu papá y para mi, te amamos muchísimo, sólo queremos lo mejor para ti. Y aunque eso nos haga quedar como los malos...es lo mejor. Porque intentamos educarte muy bien, intentamos dártelo todo, y no queremos que tires todo eso por una persona...bueno...como él.

Suspiré con profundidad. Sabía que nada de lo que dijera en este momento la haría ver las cosas del mismo modo que yo. Simplemente asentí con la cabeza, las comisuras de mis labios se fueron hacia abajo. Me puse de pie y caminé hasta las escaleras, sólo quería encerrarme antes de perder la calma y volver a molestarme con ella. De todos modos, las cosas terminarían igual.

Me senté sobre mi cama para perderme en la pantalla de mi celular, intentando mantener mi mente ocupada en algo. Sin pensarlo, entré a la conversación que tenía con Brad y escribí un mensaje de texto. Sentí la necesidad de dirigirle la palabra, sólo quería saber algo de él, que volviéramos a conversar.


Hola. Sé que ya no hablamos, pero me siento muy sola ahora mismo. Y no sé si te importa o no, pero todos los días te extraño como no tienes idea...realmente quiero verte de nuevo.


Suspiré. Lo pensé una y otra vez. Mi corazón se aceleró y un sentimiento de euforia mezclado con miedo se hizo presente en mi.

Pero entonces rechacé la idea, oprimiendo la tecla para borrar cada letra que acababa de escribir. No podía enviar eso, no después de que yo fui quien terminó con él.

Cuando me lo dijo, tenía razón. Yo fui quien escribió un punto final a lo nuestro. Y fue estúpido, porque me alejé queriéndome quedar.

Mi miedo de tomar malas decisiones estaba regresando y esta vez, un poco más fuerte. Lo arruiné, era consciente de eso.

Pero sí el no había querido hacerlo desde el inicio, tomando el camino más sencillo que era dejarlo todo, ¿por qué yo debería intentarlo de nuevo? Ese dilema me estaba quemando el cerebro.

En cambio, preferí buscar el contacto de Adele, le pedí que saliéramos a comer algo —porque sabía que si le mencionaba la palabra "comida", no se lo pensaría dos veces—.

Y tuve razón, porque después de dejarle un mensaje, sólo pasaron treinta minutos hasta que ahora me encontraba sentada en una mesa, en el interior de una pizzería.

Ella se encargó de hacerme reír y me habló de que una de sus metas para este año que apenas iniciaba era dejar de pedirme apuntes.

—Entonces, ¿es un adiós a las copias de mis apuntes dos minutos antes de que las clases empiecen?

—Oye, dije que voy a intentarlo. ¡Pero es que vamos! El año pasado dije que me haría vegetariana, y estoy aquí, comiendo una deliciosa pizza con exquisito pepperoni.

Acababa de dar un sorbo a mi vaso de refresco y tuve que contener mi risa para no ahogarme. A veces, me gustaría ser como Adele, que parecía libre, sin sentir preocupaciones innecesarias, sin interesarse por lo que el resto le dijera, simplemente viviendo cada minuto de la manera en que ella quería.

Nuestra salida duro casi tres horas, evité tocar el tema sobre Brad y yo, porque sabía que, si lo hacía, el pequeño momento que me estaba distrayendo un poco se iría por la borda.

Cuando volví a casa, me encerré en mi habitación para hacer una videollamada con mi mejor amiga, quien no tardó en responderme. Primero, hablamos sobre la escuela y el hecho de que en poco más de un año sería nuestra graduación. Ella me contó que le emocionaba el hecho de regresar luego de un largo tiempo lejos de casa. Y cuando pasamos varios minutos, finalmente tocamos el tema que todavía me costaba: él.

—Si yo terminé, ¿debería volver?

—Pues...yo creo — Alyssa estaba por decirme algo, pero la interrumpí sin prestar atención.

—¿Por qué presiento que ya no hay solución?

—Margot — ella me llamó en un tono desanimado —, mira, tienes que pensar bien las cosas. No lo sé... es difícil saber algo con claridad. Puede que terminarlo haya sido lo mejor...como también puede ser que simplemente no era el momento correcto.

Me quedé pensativa unos instantes, todas mis esperanzas de volver a encontrarnos se estaban desvaneciendo, como si nuestras oportunidades simplemente hubiesen caído por un profundo agujero negro para jamás salir de ahí.

—Si dos personas están destinadas a estar juntas, entonces de algún modo encontrarán la forma de estar juntos, ¿no crees? — ladeó su cabeza.

Entonces comprendí que tal vez lo único que quedaba ahora, era continuar por diferentes senderos.

Quizá, ahora solo conoceríamos la distancia.

SATURNOWhere stories live. Discover now