Capítulo 29

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penúltimo omg omg :,D
Láncense sus teorías del final bajdjc


MARGOT HOWELL





Dieciséis días y no lograba sacarlo de mi cabeza. ¿Por qué era tan difícil? Esto ya me estaba estresando un poco.

No era justo. No era justo porque al parecer yo lo necesitaba más de lo que él me necesitaba a mí. Y el maldito sentimiento me estaba atormentando cada noche, por eso intentaba mantener mi mente ocupada, aunque a veces fracasara en el intento.

Era jueves, cerca de las siete de la tarde, hoy iríamos a visitar a mi abuela. Ella era una de las mujeres que más admiraba. Su amabilidad y su fortaleza me sorprendían, cuando perdió a mi abuelo, no perdió su esencia. Le lloró por varios días, pero siempre intentó mostrarse fuerte.

Me miré en el espejo, arreglé mi cabello y solté el moño en el que lo llevaba recogido, dejándolo caer por mis hombros. Me puse un poco de máscara de pestañas y peiné mis cejas para después darme un poco de color en las mejillas con rubor. Dejé salir un profundo suspiro justo cuando la voz de Lucas me llamó desde la puerta, indicándome que era hora de irnos.

El camino fue un poco largo, no intercambiamos palabras en los quince minutos de viaje. Por suerte, papá se encargó de poner música en la radio para que no todo fuera silencio y el ambiente no se volviera tenso.

Cuando llegamos, ella estaba sentada en una silla frente a la puerta, la silla a su lado estaba vacía, pero ella parecía haberse acostumbrado a que a su lado él no estuviera ahí. Eso era de admirar, porque yo no sabía, pero podía intentar imaginar lo difícil que sería perder a la persona que más ama.

Durante la visita, hablé lo menos posible, hasta que mis padres y Lucas se fueron en el auto a buscar un lugar cerca donde vendieran hamburguesas. Fue ahí cuando mi abuela me hizo hablar en cuanto notó mi expresión. Ella parecía ser mágica, sabía lo que te pasaba con tan sólo prestar atención en tu mirada.

—¿Todo está bien con el muchacho? El que me contaste que se quedó contigo cuando tu abuelo...bueno...cuando lo perdimos — su voz se apagó con lentitud al pronunciar las últimas palabras.

—Él...nosotros... nosotros no funcionamos — suspiré y me encogí de hombros —, creo que... muchas personas no lo aceptaron. Y fueron tantos que se convirtieron en obstáculos, haciendo que nuestras manos se soltaran para que cada uno tomara una dirección distinta.

Me mantuve mirando hacia el frente, pero pude notar de reojo como ella se giró hacia mi y me vio con una expresión de pena. El sol se estaba ocultando, el atardecer era completamente dorado y eso solo transmitía un gran sentimiento de tranquilidad. Mi abuela dejó salir una muy pequeña risita y esbozó una diminuta sonrisa que me hizo arrugar la frente en cuanto la vi, porque no sabía lo que significaba.

—Extraño leer con tu abuelo. Amábamos elegir un libro diferente para explorar juntos las historias. La última vez que leímos, fue una tarde muy tranquila. Estábamos bebiendo café y él puso música en la radio.

Ella se quedó mirando hacia el horizonte, dejando salir de sus labios un profundo suspiro, uno que parecía de nostalgia, pero al mismo tiempo, de paz.

—Supongo que lo extraño siempre— habló.

—Ustedes se amaban muchísimo — sonreí de lado y la miré.

—Eso no significa que no hubiera obstáculos — giró su cabeza y me miró —. Tu abuelo y yo nos enfrentamos a muchas dificultades, pero las superamos juntos. Decidimos desde el inicio que así sería.

SATURNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora