Capítulo 5

15.4K 1.6K 90
                                    

La luz del salón se encendió justo cuando Lian Jue entró por la puerta.

La tía salió de la habitación con una manta corta de lana para dormir sobre sus hombros: —¿Ha vuelto el señor?

Bajó la mirada y se cambió los zapatos en el vestíbulo: —¿Todavía despierta?

—Me estoy haciendo mayor, así que mi sueño se ha vuelto ligero. Escuché el auto y me levanté para comprobar si había llegado. —La tía se acercó y le quitó el abrigo a Lian Jue. Al ver su aspecto de cansancio, le dijo: —Ha estado bebiendo, ¿has vuelto en el auto?

—No. —Lian Jue se desabrochó las mangas y se dobló los puños. —¿Tong Tong está dormido?

La tía le miró incrédula, sin entender si su "no" significaba que no había bebido o no había conducido. Cuando Lian Jue no quiso decir nada más, no se molestó en insistir, así que se limitó a decir: —Se durmió, justo después de hablar contigo por teléfono. ¿Quiere el señor un poco de té? Iré a prepararle un té negro...

—No hace falta.

Lian Jue se dirigió al sofá y se sentó, habían dos papeles extendidos de forma regular sobre el centro de la mesa, los agarró y les echó un vistazo superficial. La escritura de los niños no era muy buena, estaba toda junta, pero tenía un trazo bastante regular.

—Tong Tong los puso aquí por la noche, dijo que podías verlos en caso de que volvieras. —La tía sirvió y colocó un vaso de agua tibia sobre la mesa, un poco impaciente. —Se negó a que se lo firmara anoche, así que le dije que lo dejaría aquí por ahora y que se lo firmaría por la mañana si usted no volvía.

Lian Jue agarró un bolígrafo rojo de la bolsa de lápices que había sobre la mesa y encontró un espacio vacío para firmar con su nombre junto a una gran marca en la esquina superior izquierda del papel. Luego, sus ojos se dirigieron a la columna de nombres y, tras una pausa, añadió la palabra "Lian" antes de la palabra "Kang Tong."

La tía vió esto y tenía una sonrisa en los ojos: —¿Las formalidades han bajado?

Lian Jue volvió a meter el bolígrafo en la bolsa de lápices y cerró la cremallera: —Sí, lo llevaré al registro familiar este domingo.

Durante los dos primeros años, los trámites de adopción no se completaron porque la edad de Lian Jue no cumplía con los requisitos requeridos, por lo que no era conveniente que el niño fuera a la escuela y saliera. No fue sino hasta la semana pasada, cuando Lian Jue cumplió 30 años, que finalmente se completaron los trámites de adopción, lo supuso un gran alivio.

La tía no sabía lo que ocurría en el trabajo, pero sabía que si el niño tenía un estatus real y un registro familiar adecuado, dejaría de ser un gran problema en la familia.

Era toda sonrisas mientras agarraba la bolsa de lápices y los papeles de la mesa para devolverlos a la mochila amarilla colocada en el sofá. Dijo con alegría: —¡Qué bien, tendremos que añadir dos platos más el domingo! ¡Eh, a partir de mañana!

Lian Jue sonrió débilmente. Se recostó en el sofá y cerró los ojos por un momento, el dulce olor del vino persistía en su nariz, haciéndole pensar en el ridículo sexo de anoche y en los ojos llorosos de aquel joven. Apoyó los codos en el brazo del sofá, inclinó la cabeza y se frotó la frente con cansancio.

La tía giró la cabeza para ver su movimiento y preguntó: —¿No te sientes bien?

Lian Jue se retractó de sus pensamientos y sacudió la cabeza en negación. Abrió los ojos y se enderezó, tomó un sorbo del vaso de agua que había sobre la mesa y no dejó que su tía trabajara en vano.

AEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora