¿Qué tiene de bueno esa tonta bufanda? | Feng Mei Zuo 🧣

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792 palabras.
Narrado en primera persona por ___[T/n].

—Estás comenzando a darme miedo —dice mi mejor amigo al verme vestir la misma bufanda que ayer y que anteayer y que el día anterior a ese

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—Estás comenzando a darme miedo —dice mi mejor amigo al verme vestir la misma bufanda que ayer y que anteayer y que el día anterior a ese.

Suspiro con pesadez.

—Es sólo una bufanda —argumento mientras nos sentamos frente a una mesa en nuestro restaurante favorito.

—Exacto, es sólo una bufanda. No deberías usarla e ilusionarte cuando su dueño no te dijo su nombre si quiera.

Pongo los ojos en blanco. ¿En verdad hago muy mal en imaginarme mi propia versión de Cenicienta?

—Ya, está bien. Dejaré de usarla —digo con honestidad mientras veo el menú por enésima vez para terminar ordenando lo mismo.

—¿Ya sabes qué pedir?

Asiento un par de veces con la cabeza antes de ordenar nuestra comida. Permanecemos en silencio mientras esperamos, pues cada quien parece estar inmerso en el mundo que contiene su propio teléfono celular.

Me encuentro viendo memes aleatorios cuando mi acompañante golpea la mesa con su mano extendida mientras habla en un tono más alto de lo normal.

—___[T/n], tienes que ver esto.

Miro la pantalla de su celular, leyendo la información en la imagen que me está mostrando. Aparentemente, hay alguien buscando una de sus pertenencias, la cual perdió hace unos días en una fiesta.

Mis ojos viajan hasta los de mi amigo con escepticismo.

—Te juro que ya entendí que no es normal traer de allá para acá la bufanda que me prestó un chico apuesto durante una fiesta. No tienes que esforzarte tanto por convencerme de ello.

—No, yo no hice nada. Juro que es real —replica tras negar con su mano libre—. El chico te está buscando.

Tomo el celular entre mis manos, aún sin creerle del todo.

—No me busca a mí, busca su bufanda —decreto con el fin de no hacerme ilusiones.

—Tonterías, esas bufandas las venden en el mercado súper baratas. Sólo es una excusa para verte de nuevo.

—¿Qué no acababas de decirme que dejara de imaginar un romance entero?

Él se encoge de hombros, recibiendo de vuelta su celular.

—Sí, porque no pensé que el chico estuviera interesado. Ahora veo que estaba equivocado.

—Igual no mandaré mensaje a ese número, ¿qué tal que es mentira?

—Muy tarde —comenta mi amigo con una sonrisa divertida en el rostro.

—No lo hiciste.

—Por supuesto que lo hice, y si el chico en verdad está interesado debería estarte llegando un mensaje en 3... 2... 1...

Justo cuando termina el conteo, mi celular suena brevemente, indicando que me ha llegado un mensaje de texto.

❭  𝙽ú𝚖𝚎𝚛𝚘 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚘𝚗𝚘𝚌𝚒𝚍𝚘 ❬
𝟷𝟻:𝟹𝟽
Creo que tienes algo que me pertenece.
┊ ¿Quisieras devolverlo?

No me doy cuenta del tiempo que me toma procesar el texto.

—¿Qué le digo?

Mi acompañante ríe ligeramente.

—Tranquila, por ahora come algo y luego decides si le contestas o no.

°°°°°

No puedo creer que le haya contestado.
No puedo creer que me haya citado hoy mismo en una cafetería por mi escuela.
No puedo creer que mi propio amigo me haya obligado a venir.
Aunque, siendo honestos, esto último no es cien por ciento real.

Pedí un té de menta con la esperanza de que lograra relajarme mientras espero con impaciencia la llegada de aquel chico con el que tuve una corta charla hace días y que no ha abandonado mi mente desde entonces.

Tenía algo de frío esa noche y él me dio su bufanda después de rechazar múltiples veces el que me prestara su chamarra. No creí que volvería a escuchar de él después de esa fiesta, pero aquí estoy ahora, sorprendida que la publicación que vi junto con mi amigo en redes sociales no es una farsa.

—¿Trajiste mi bufanda? —pregunta el joven de cabello oscuro con una sonrisa.

El hecho de que ni siquiera me saludó antes de preguntar por su prenda de ropa causa un hueco en mi estómago, pero hago caso omiso pues muy dentro de mí sospechaba que en realidad le importa poco verme de nuevo.

—¿Qué tiene de bueno esa tonta bufanda? —cuestiono al aire sin notarlo mientras la busco dentro de mi bolso. Al escuchar su risa me doy cuenta que no sólo lo pensé, por lo que me apeno muchísimo—. Disculpa, aquí tienes.

El joven toma la prenda roja entre sus manos mientras se sienta frente a mí.

—No, tienes derecho a saber qué tiene de bueno esta tonta bufanda —comenta mientras quita mi bebida de en medio de nosotros—. En realidad, no era especial hasta que la tuviste tú. —Sin titubear, lleva la prenda hasta su rostro para oler la tela como yo misma lo he estado haciendo desde que la obtuve—. De haber sido cualquier otra persona, no me habría molestado por encontrarla. En verdad quería verte de nuevo y embriagarme en el dulce perfume de tu presencia una vez más.

Jardín de meteoros » one-shots ✅Where stories live. Discover now