Epílogo

67 7 34
                                    

Siento mi cuerpo caliente, una sensación de ardor invade mi espalda, y los gritos incesantes de mi padre hacen que abra los ojos. Estoy en una habitación blanca en una gran camilla, estoy en el hospital.

—¡Retirate Lennox! No puede ser que te hayas involucrado con mi hija —poco a poco me incorporo escuchando un poco confundida la disputa.

Los recuerdos llegan a mi mente, esos ojos azules invaden mi cabeza, me dispararon y Brays estuvo ahí. Fue él quien estuvo en el secuestro, él me salvo, por eso su mirada se me hacía tan conocida.

"Todo va a estar bien" mi piel se eriza el sentir su voz en mi cabeza.

Quiero levantarme, quiero gritar, papá no tiene derecho a alejarlo de mí ¿O si? No tengo muy claro como están las cosas pero estoy confundida.

La puerta se abre y una doctora entra, luce enojada pero su rostro cambia al verme.

—Hola cielo, ¿Como te encuentras? —niego con mi cabeza desesperada.

La puerta se abre nuevamente con brusquedad y veo el rostro de Brays. Tiene un golpe en su mejilla y su brazo es sostenido por un cabestrillo. Detrás de él entran mis padres, todos lucen sorprendidos.

—¡Señores voy a pedirles que se retiren! —exclama la doctora con voz firme.

Mis ojos chocan con los de Brays, está angustiados y tiene ojeras, luce devastado y eso hace que mi corazón se estruje.

—¿Estas bien hija? —papá pregunta con angustia, intenta acercarse pero la doctora lo detiene y saca a todos de la habitación.

Hace sus respectivos chequeos al parecer todo se encuentra bien, me ha informado que recibí un disparo en mi espalda y que por poco pierdo la movilidad de mis piernas. También me informo que recibí transfusión de sangre. Se marcha dejándome con miles de pensamientos en mi cabeza, estoy tan confundida y asustada, no se que paso después del disparo.

La puerta se abre y los ojos azules de los que me enamoré me observan pidiendo permiso. Brays entra con cuidado sin apartar su mirada de la mía. Por un momento retengo la respiración y mi espalda empieza a doler.

—¿Estas bien? —pregunta en un susurro, su voz es rasposa, como si su garganta estuviera lastimada.

—¿Que sucedió? —trato de no verme tan ansiosa, pero mi corazón late con rapidez.

—Walter murió, todo acabó —sus ojos se cristalizan.

Sintió alivio al saber que ese hombre ya no podrá lastimarnos, mi corazón duele al recordar a Ryan, y sigo sintiendo el escozor en mi pecho al saber que murió por algo tan vano como el dinero.

—¿Que hay de Zigor? —no puedo evitar sentir rencor por él, mató a Ryan y eso no lo perdonaré jamás.

—También murió —la voz de Brays se quiebra un poco se recompone al instante acercándose un poco más a mi.

Puedo ver el dolor en sus ojos, a pesar de todo Zigor era su hermano y aunque no puedo decir que lo siento, espero que Brays pueda sanar poco a poco.

—Alex...yo... quiero —las palabras se quedan atoradas en su boca y toma aire—. Lamento todo lo que pasó, nunca quise mentirte.

—¿Quien eres en realidad Brays? —siento que el silencio se vuelve eterno.

—Mi verdadero nombre es Adler, me crie en las calles con mi hermano Zigor —hace una pausa y no pierdo de vista cada expresión de su rostro—. Nos reclutó la mafia Alemana, desde pequeño aprendí cosas malas, aprendí a sobrevivir, luche y seguí órdenes, fui una persona muy mala.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora