7; mentira

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—¡Vamos Baji! ¡Lánzala!

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—¡Vamos Baji! ¡Lánzala!.—

El pelinegro golpeó con fuerza la pelota, dando de lleno en el rostro de uno de sus compañeros.

—Alto, detengan el juego.— El profesor fue hacia el chico que había caído.— ¿Estás bien?.—

—Ah, sí... no me dolió mucho.— Se puso de pie rápidamente.—

—Lo siento, Raito...— Murmuró Baji.

—No es nada, tranquilo.—

En las gradas esperaba el siguiente grupo, Souya observaba un punto ciego, aún pensando en qué significa el tatuaje que posee Rindō, quizás en su reforzamiento obligado de la tarde pueda preguntarle.

—¡Grupo B! Los siguientes alumnos pasen al partido simple; Kobayashi Taro, Kawata Souya, Ikedā Ryu y Haitani Rindō.— Observó la lista del salón.

Souya se tensó notablemente, tiene que admitir que los deportes no son su fuerte, cualquier cosa que no sea darse puñetazos o patadas era prácticamente imposible. Suspiró agobiado y entre gritos de ánimo de sus amigos fue hacia la cancha.

—Bien, Ikedā con Kobayashi y Haitani con Kawata.—

Nahoya frunció su ceño, el hecho de que el imbécil de los lentes estuviera tan cerca de su hermano le alteraba además de considerarlo una amenaza andante.

Pero eso no se quedaría así.

—¿Puedo ir en lugar de Souya? Es algo tímido como para decirle, pero en la mañana se torció el tobillo.— Se puso de pie rápidamente, y corrió hacia la cancha, quedando frente a frente a su maestro.

—Oh, ¿Es cierto?.— Volteó a ver al peliazul

Souya dudó un momento pero rápidamente asintió.

—En ese caso no tengo problemas, qué atento eres Nahoya, a la próxima no dudes en decirme algo Souya, por ahora ve a sentarte.—

El peliazul intentando mantener la mentira fue con lentitud hacia las gradas, fingiendo dolor al caminar y sentarse junto al grupo.

—¿De verdad te torciste el tobillo?.— Susurró Mikey.

—No... Pero Nahoya sabe que soy muy malo en estas cosas, le agradezco.— Volteó la vista al techo del sitio.

—Qué suerte tienes...— Rió bajo Draken.

El partido inició normal, pero se notaba la constante competencia entre el pelinaranja y el rubio que a pesar de estar en el mismo equipo peleaban por el control del balón, logrando incluso insultos y casi desatar una pelea en medio del partido.

Pero los constantes silbatos del profesor evitaron el escándalo, terminando antes el partido y nombrando al equipo C.

Nahoya volvió entre insultos hacia su grupo, sentándose a un lado de su hermano.

—Gracias, realmente no tenía ganas de jugar.— Murmuró apenado.

—No es nada, es lo mínimo que puedo hacer.— Sonrió con notable felicidad.

—Los alumnos que ya salieron a juego pueden ir a cambiarse, muchas gracias por su esfuerzo, chicos.—

La gran mayoría de hombres se despidió, ahora tocaba el partido de las chicas de la clase.

—Déjame cargarte, Sou, así hacemos más creíble la mentira.— El pelinaranja se puso de cuclillas, recibiendo a su hermano menor en su espalda.

—Eres un tonto...— Sonrió por lo bajo.

El rubio los observó de lejos, ciertamente admiraba su relación tan unida, le recordaba a la que posee con su mayor, incluso soltando un recuerdo de ambos volviendo a casa corriendo con notorias manchas de sangre en las manos y rostro, Ran lo cargaba mientras huían de la policía, entre risas y bromas.

Sus labios dibujaron una sonrisa y con lentitud en su andar volvió hacia los camerinos.

Sus labios dibujaron una sonrisa y con lentitud en su andar volvió hacia los camerinos

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Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora