19; práctica

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El fin de semana pasó y nuevamente llegó el día Lunes

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El fin de semana pasó y nuevamente llegó el día Lunes.

Rindō no habló mucho con su hermano durante el sábado ni el domingo, ambos se fueron por su lado a la secundaria.

Ignorando por completo su alrededor fue directo hacia su pupitre, volteando su visión a la ventana, sumiso en sus pensamientos y culpas. Ima le había perdonado, pero que nunca más volviera a ponerle un dedo encima ni menos tocar ese tema tan delicado, Ran por su parte no volvió a tocar lo ocurrido esa noche. Pero al menos el hecho de hacer las pases con su amiga de la infancia le tranquilizaba.

Ahora tocaba algo igual de importante; hablar con Souya.

El domingo por la noche se había encargado de romper las ruedas del auto de su profesora de idiomas, con el fin de que no asistiera y pudiera tener toda la hora libre para llevarse a Sou consigo.

Milagrosamente su plan funcionó, la delegada del establecimiento dio la información y por la poca cantidad de profesores suplentes no pudieron tener un reemplazo, dando inicio a una hora libre.

Rindō sonrió victorioso y se paró de su sitio, llendo al pupitre de Souya, quien le observó con un leve tono rojo en sus mejillas.

—Oye... Ven, vayamos a la biblioteca, tengo algunas dudas con Logaritmos...— Mintió ante la notable molestia de Nahoya, pareciendo tal un guardián de su hermano menor.

—Ah, sí...— Murmuró.— Ya vuelvo Naho.—

Éste asintió de mala gana, parándose de su sitio y yendo al vacío pupitre a un lado de Baji.

Rindō no dijo nada, sólo caminó sin mirar atrás, esperando que Souya le siguiera, recorriendo los vacíos pasillos en silencio, desviando su camino hasta salir por el lateral del edificio.

Souya asumió que realmente no irían a la biblioteca, puesto que habían entrado al gimnasio, rodeando las gradas y entrando al camerino de hombres, soltó un suspiro y su labio había empezado a temblar.

El rubio cerró la puerta con seguro y encendió la luz, volteando a observar a quien tenía delante.

—He tenido un fin de semana verdaderamente de mierda... ¿Por qué huíste?.— Se acercó intimidante, logrando se Souya retrocediera lo suficiente como para quedar acorralado.

Sus ojos se encontraron, los lindos ojitos que a Rindō le encantaban.

—¿Esperas una explicación? Más bien tú dime el porqué me besaste.— Intentó mantener un tono de voz continuo, sin tartamudear o murmurar.

—¿Ah? ¿te debo una explicación? Si quiero besarte lo haré, si quiero golpearte también, si quiero que me la chupes lo harás y si quiero matarte lo haré.— Lo tomó por la camisa acercando peligrosamente sus rostros.— Por ejemplo, hoy tengo unas jodidas ganas de comerte la boca.— Soltó su agarre, pero volviendo a tomarlo ahora por sus mejillas, acercando nuevamente sus rostros, logrando unir sus labios e iniciar un beso algo brusco.

Souya puso ambas manos en el pecho del Haitani intentando empujarlo, resistiendo en todo momento a corresponder el beso, además, no es como si supiera besar...

Rindō bajó sus manos hasta las caderas del chico, apegando su cuerpo al suyo y luego volviendo a bajarlas, con la intención de agarrar con fuerza sus nalgas.

Souya soltó un gemido leve y Rindō no dudó en meter su lengua, buscando la del chico.
Todo era tan caliente y nuevo para el menor, quien ahora sí decidió dejarse llevar, relajando su cuerpo e intentando corresponderle.

—Heh, besas terrible.— Estaba hablando agitado, el beso le había dejado con poco aire.— Ven pequeño, la práctica hace al maestro.—

Quizá perdió la cuenta de cuántos minutos llevaban besándose...

Rindō bajó sus besos, mordiendo sus labios, besando sus mejillas, lamiendo, mordiendo, disfrutando encantado los dulces gemidos de Souya. No resistió y atacó su cuello con húmedos y calientes besos, meneando sus caderas con la intención de que sus erecciones se frotaran.

Souya ya no lo soportó, sentía que podría morir y su pulso estaba fuera de sí. Intentó separarlo pero Rindō se resistía a que le detuviera.

Otra vez tocó usar su ataque secreto.

Su rodilla se movió sola, golpeando con fuerza la entrepierna del rubio, tirándolo al suelo.

—¡AGH! N-no me jodas...— Su cuerpo se contrajo, colocando ambas manos justo donde fue atacado.

Souya se apartó de él, alejándose lo más posible

—¡No vuelvas a tocarme asi! ... ¡Maldito pervertido!.— Corrió a la puerta, sacando el seguro y abriéndola, dando un último vistazo al adolorido chico maldiciendo tirado en el piso.

Pero en cualquier minuto se levantaría y no precisamente a besarlo, salió y cerró la puerta, corriendo hacia los baños abandonados a un lado del gimnasio, no podía llegar con una erección a su salón.

Entró al sitio y cerró la puerta, quedando apoyada en esta, agitado, intentando recobrar el aire.

Aunque el aire tenía olor a nicotina...

Volteó a ver y quien precisamente estaba sentado sobre los lavabos era a la última persona con quien esperaba encontrarse.

—Oh, hola Souwy.— Ran soltó el humo de su cigarrillo.

— Ran soltó el humo de su cigarrillo

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Zarco ; [ Ringry ]Where stories live. Discover now