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Después de que saliera huyendo, Rindō tomó rápidamente su ropa, volviendo a vestirse, entre el dolor y la decepción reciente

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Después de que saliera huyendo, Rindō tomó rápidamente su ropa, volviendo a vestirse, entre el dolor y la decepción reciente.
Tomó su bolso y salió del sitio a paso rápido.

Aunque no recordaba que su bolso fuera color azul marino.

“—Mierda, es el bolso del enano.—”

Ya mañana se lo entregaría y viceversa...

Caminó al estacionamiento detrás de la escuela, se dirigió a su motocicleta y rápidamente buscó sus llaves.

Pero no las encontró.

“—No me jodas, las tenía en mi bolso...—”

Su teléfono si estaba consigo, así que aún más molesto marcó a Ran, quien tampoco le contestaba el teléfono.

“—Ya entendí, Dios ¿Me odias?.—”

Esperó un par de minutos y la llamada fue devuelta e inmediatamente contestó.

—¿Ran? Ven a buscarme a la escuela... Luego de explico, pero apúrate.— Cortó, en verdad no tenía ánimos de hablar ni hacer nada.

Frustrado se sentó en una de las bancas del frente al establecimiento, apoyando su cabeza en el respaldo e intentando relajarse.

“—¿Por qué huíste?...—”

Aún más desconcertado, jamás en su vida experimentó el rechazo de alguien, es más, el casi nunca tuvo que seducir a alguien, siempre llegaba la gente sola y él aceptaba gustoso lo que fuera.

Queriendo disipar sus ideas quiso escuchar algo de música de su telefono, pero sus audífonos no estaban.

“—Hasta mis audífonos quedaron en mi bolso...—”

Después de media hora de total aburrimiento y lamentos reconoció el sonido de un motor acercarse, se puso de pie y caminó hasta la salida, esperando a que su hermano estacionara.

—¿Qué te paso? ¿Estás bien? Me tenías preocupado.—

—Luego haces las preguntas, Ran... Quiero ir a casa.— Murmuró apenado.

Por otro lado, Souya simplemente corrió sin parar hasta su hogar que convenientemente quedaba cerca. Apenas estando al frente de la puerta abrió su bolso buscando sus llaves.

Pero ese no era su bolso...

“—Mierda, tomé la bolsa de Rindō...—”

Sin las llaves no tuvo más que tocar varias veces la puerta.

Sin respuesta...

“—Nahoya nunca le abre a nadie...—”

Así que marcó su número, siendo la llamada contestada de inmediato.

—¿Hermanito? ¿Pasa algo?.—

—Estoy afuera... ábreme.— Cortó.

Después de algunos segundos, Souya escuchó los pasos de su mayor aproximándose y seguido abriéndole la puerta.

—¿Sou? ¿Qué pasó?.—

—Adentro te explico...—

(...)

—¿Y bien?.— Le entregó un vaso de agua.

Rindō lo recibió y bebió rápidamente todo su contenido.

—Intenté seducir al enano.— Murmuró molesto.

Ran soltó una sonora risa.

—¿Y qué tal te la chupó?.— Sonrió de lado.

—Dije, intenté...— Tiró sus cabellos hacia atrás.— Se puso nervioso, me pateó en las bolas y luego huyó, lo peor es que se equivocó de bolso y se llevó el mío.—

—Uf... Te rechazaron, Rindō.— Volvió a reír.— Nunca te han rechazado...—

—No, se puso nervioso y ya, es normal, tiene toda la pinta de ser un maldito virgen...—

—¿Y qué harás con él? Intenta no recurrir a violarlo, caerías muy bajo RinRin.—

—No soy un imbécil... Tenía pensado en enamorarlo poco a poco y luego abandonarlo.— Observó travieso a su mayor.

—Me gustaría unirme a tu juego... ¿Sabes? El mayor tiene una sonrisa muy linda y unos labios que deseo morder.— Soltó una ligera risa.

—Es repugnante que me cuentes tus fetiches...— Se puso de pie rápidamente.— Iré a darme un baño, gracias por ir a buscarme.—

—No es nada, RinRin.—

(...)

—¿Donde están tus llaves?.—

—Yo...— El problema era cómo explicarle que el bolso en el suelo de la sala no era suyo, si no del menor de los Haitani.

—¿De quién es ese bolso? El tuyo es azul, no negro.— Tomó del suelo el objeto, y rápidamente abrió el primer cierre.

Visualizó lo normal en un bolso escolar, unos dos libros, tres lápices y una goma... Una navaja, un encendedor, una cajetilla de cigarros, un paquete de papelillos, filtros, un objeto redondo con muchos pinchos y bastante hierba seca verde al fondo del bolso.

—¿Nahoya?...—

—¿De quien es el bolso?...— Observó más seriamente al menor.

Pero Souya no dijo nada.

Con notoria molestia abrió el bolsillo delantero, encontrándose con las llaves de una motocicleta y las de que asumió eran de una casa, además de varios papeles de dulces y un tarjetero.

El peliazul se tensó notablemente, era su fin, no sabría como explicarle todo.

Abrió el tarjetero y rápidamente reconoció a quien estaba en las fotografías.

—¿Por qué tienes el bolso del imbécil de Rindō?.— Soltó en seco y su sonrisa desapareció.

— Soltó en seco y su sonrisa desapareció

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Zarco ; [ Ringry ]Where stories live. Discover now