18; cruel

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Pasados unos veinte minutos todos reconocieron el ruido de una motocicleta acercándose, aún mas Rindō quien rápidamente salió del sitio, encontrándose con Ima quien apagaba el motor y bajaba del vehículo

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Pasados unos veinte minutos todos reconocieron el ruido de una motocicleta acercándose, aún mas Rindō quien rápidamente salió del sitio, encontrándose con Ima quien apagaba el motor y bajaba del vehículo.

Su semblante se notaba agresivo, Ran no dudó en ir tras él para evitar algún conflicto.

—Ah, hola Rindō.— Volteó a verle.

Pero el rubio la tomó por los hombros y la sacudió con brusquedad.

—¿Dónde te lo llevaste?.— Elevó el tono de voz, observando serio la ahora confundida mueca de la chica.

—¿Qué? No te entiendo.— En verdad ella no buscaba problemas.

—No te hagas la tonta, maldita perra y sólo respóndeme ¿Dónde está Souya?.—

—Rindō, no hagas un escándalo aquí.— Su hermano tocó su hombro, el cual rápidamente Rindō sacudió, sacando su agarre.

—No me toques...—

Ima frunció su ceño y con rabia se apartó de Rindō.

—¿Quieres saber qué hice? Fui responsable y lo deje en su casa ¿Sabes como estaba? Nervioso y asustado porque gracias a ti, un hijo de puta mimado sombra de su hermano mayor que sólo piensa con la polla lo dejó solo en un sitio que no conoce con gente peligrosa ¡Él no es como nosotros! ¡No juegues con ese chico!.— Gritó, golpeando con su dedo índice el pecho del menor, apretando con fuerza su otro puño.

Las pupilas de Rindō se contrajeron, tensó la mandíbula y no dudó en darle una bofetada, haciéndole girar el rostro.

—¡Rindō ya basta!.— Ran se interpuso y empujó detrás a su hermano.

—Muy bien Ima, aquí tienes a Ran tú defensor, y tú también trencitas, la defiendes porque luego ¿Quién te chupará la polla? Sólo esa perra que aún llora por un jodido muerto.— Su enervada actitud no tenía límites.

Ran e Imaki le observaron con sorpresa, aunque el mayor no dudó en propinarle un fuerte puñetazo a su propio hermano, tirándolo al piso.

—¡Ya cállate maldita sea!.— Lo pateó directo en el estómago.— ¿Tanto lloras por un mocoso cualquiera? Por dios eres tan patético Rindō, jugando a ser el irresistible ¡Ya admite que te encanta! ¡Admite que no dejas de pensar en Souya! ¡Admite que te gusta!.— Volvió a patearlo con fuerza con cada frase que dió, quitándole el aire de sus pulmones.

—A-agh.—

—Ran... Ran ya déjalo...— La fémina tocó su hombro, observando al rubio tirado en el suelo.— Sí, Rindy, aún lloro por Isamu, porque si nunca hubiéramos entrado a este mundo de delincuencia, drogas y peleas él aún viviría y estaría a mi lado...— Su voz comenzaba a romperse.— No arrastres a ese niño con nosotros... Por favor Rindō... Él se parece tanto a Isamu con ese bonito cabello ondulado que tiene...— Ran volteó y rodeó su cuerpo entre sus brazos, escondiendo su rostro en su pecho. Ella finalmente había liberado su llanto aferrándose aún mas al mayor, gimoteando y sollozando.— Sólo quiero a mi hermanito de vuelta...—

Rindō se dio cuenta de las crueldades que dijo, cerrando sus ojos con fuerza y mordiendo su labio, intentando a toda costa no llorar junto a ella, pero su desgarrador llanto le contagió y ligeras lágrimas cayeron por sus sienes.

—Perdóname Imaki...— Murmuró.— Perdóname...—

(...)

Apenas dieron las 12 de la tarde Nahoya despertó a su gemelo, tirandole un poco de agua en la cara, logrando que éste se removiera bajo las tapas de su cama.

—Sou, ya levántate, no es normal que duermas tanto... ¿Te sientes bien?.— Habló con cuidado.

—Ah, sí... es sólo que mi cama se siente tan cómoda hoy.— Murmuró.— Ya me levanto e iré a bañarme, no te preocupes, estoy bien Naho.—

—¡Ah! ya me estaba preocupando por nada, mamá dijo que hoy haría Gyūdon y que podríamos ir juntos al festival que habrá hoy.— Salió de encima, caminando hacia la puerta.— Así que mejor levántate.—

Souya se puso de pie débilmente, su cuerpo dolia producto de haber bailado toda la noche, por un instante olvidó a Rindō, hasta que llegó al baño y tuvo que desvestirse, teniendo que ver nuevamente el nombre del mayor sobre su piel.

“—Agh, el beso...—”

Sus mejillas se coloraron e intentó ignorar sus sentimientos, girando la llave del agua caliente y entrando en la ducha, relajándose aún más al sentir las ligeras gotas golpear su cuerpo. Bajó la vista, viendo como la pintura caía disuelta por sus piernas. Pasó sus manos por la zona, quitando ya por completo los restos de la misma.
Suspiraba cada vez que cerraba los ojos y se relajaba, en esos momentos volvía la sensación de tener a Rindō acariciarle el cuerpo, además tan caliente ahí dentro con todo el vapor del agua, el sonido de las gotas caer y los insistentes recuerdos de su frote y beso desesperado. Su cuerpo reaccionó naturalmente.

“—Ah, mierda...—”

Rápidamente se bañó, pero el problema aún seguía entre sus piernas, así que apagó el agua caliente, dando paso al agua fría.

“—Y-ya bájate...—”

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