22; ¿Hiciste qué?

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—¡Quita tu manos de mi hermanito!

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—¡Quita tu manos de mi hermanito!.— Corrió hacia Ran, elevando el puño e intentando propinarle un golpe en la cara, pero siendo esquivado con facilidad.

—Oye, ayudé a que tu pequeño no se cayera.— Soltó al menor y entre tarareos lo rodeó y quedó frente a Nahoya.— ¿No crees que merezco un premio?.— Tocó su mejilla con cariño, pasando sus dedos por la suave piel.

Nahoya se quedó quieto recibiendo las caricias, pero una pequeña vena se enmarcó en su mejilla y sin quitar su típica sonrisa rápidamente le propinó una patada en la entrepierna, tirando a Ran al suelo de inmediato por el dolor.

Lo observó retorcerse y maldecir por lo bajo, pero no le interesó en lo más mínimo. Tomó de la mano a Souya y se devolvió con él a su salón.

Rindō esperó a que se fueran, soltando una risa baja.

—Oye... ¿Qué crees que haces?.— Se puso de cuclillas, observando el marcado ceño de dolor y los quejidos que Ran soltaba.

—I-intento... algo con él.— Mordió su labio.— Pero creo que va a costar.— Intentó respirar con calma, dando una pequeña sonrisa.

—Vas muy bien hermano...— Rodó los ojos.— Ya ponte de pie ¿Qué haces fuera de tus clases?.—

—El profesor está con licencia médica.— El dolor iba desapareciendo, intentando recomponerse, colocándose de pie con la ayuda de su hermano.— ¿Y tú? ¿Qué haces afuera?.—

—Le rompí las ruedas al auto a mi profesor, no me gusta tener idiomas.— Palmó su hombro.— Ten cuidado con Nahoya, a diferencia de su hermano, él si es difícil de tratar.—

—¿Y qué? ¿Souya es más fácil?.— Se apoyó en la pared, aún sintiendo algo de dolor en su parte baja.

—No, pero no me golpea por cualquier mínimo toque, sólo se pone nervioso y huye.— Sonrió.— Aunque ya me pateó las bolas dos veces.—

—Al menos pudiste besarlo una vez.— Golpeó con suavidad su frente.

—Dos...— Su sonrisa se volvió juguetona.

—¿Ah sí? ¿Cuándo?.—

—Al inicio de la primera clase, me lo llevé a los camerinos diciéndole que iríamos a la biblioteca, y nos volvimos a besar un buen rato.—

—Ow, ¿No te hizo nada?.— Revolvió sus cabellos, con cierto tono de orgullo.

—Ah, sobre eso, le comencé a besar el cuello, se asustó y me pateó en las bolas.— Apartó su mano.— Luego huyó.—

—Oh, sí, fue a los baños abandonados a un lado del gimnasio.—

—¿Estabas ahí?.—

—Así es, fumando, entró y se asustó al verme.—

—¿Huyó?.— Lo observó de reojo.

—No, le dije que se acercara, le robé un beso y luego le traspasé el humo de mi cigarrillo a su boquita, luego comenzó a toser como idiota.—

—¿Le robaste un qué?.— Una presión en su pecho de hizo notar.— Ran, no me jodas.— Lo empujó, apartándolo de sí.

—Un beso, tiene labios suaves ¿Los de Nahoya serán así de dulces y adictivos?.— Comenzó a reír por bajo.— Creí que no tendrías problemas, total es sólo un pasatiempo ¿No?.— Le observó de reojo, analizando sus acciones.

—Sí, pero es mi pasatiempo.— Agobiado echó sus cabellos hacia atrás.— No vuelvas a tocarlo.— Se sentía extrañamente molesto, entre traicionado y celoso, dio media vuelta, ignorando las palabras de su hermano y fue de vuelta hacia su salón, aturdido por los nuevos sentimientos en su corazón.

Ran sonrió satisfecho, estaba comprobando con éxito que su hermano sí estaba sintiendo algo más por el menor.

“—Tan obvio, RinRin...—”

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Zarco ; [ Ringry ]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz