42; invitación

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En la hora de almuerzo al día siguiente Mitsuya sorprendió bastante a sus amigos con una pregunta un tanto

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En la hora de almuerzo al día siguiente Mitsuya sorprendió bastante a sus amigos con una pregunta un tanto... cómica.

—¿Y entonces? ¿Pueden ayudarme?.— Murmuró avergonzado.

—....— Ambos gemelos, Mikey y Baji se observaron extrañados con el exótico favor del pelilila.

—Bueno, yo no tengo problemas.— Mikey bebió un poco de su jugo.

—Ah, en ese caso tampoco puedo negarme, pero será... raro.— Sonrió de lado un tanto avergonzado.

—Yo por mi parte no tengo problemas... ¿Y tú, Sou?.—

—N-no...— Murmuró.

—¡Ah! ¡Muchas gracias!.— Dio pequeños aplausos desde su puesto.— Perdón si les pregunté muy encima, pero no se preocupen, el presupuesto de la clase pagará los trajes.—

—¿Tú también harás el ridículo?.— Baji le lanzó un granito de arroz.

—Claramente sí, se lo prometí a Mana y Luna.— Sonrió animado.

—Me alivia eso...— Nahoya terminó de comer y empezó a empacar su bento.— Pero nadie debe saber que usaremos un ridículo traje de sirvienta.—

—No te preocupes, es un festival infantil, no creo que a alguien importante le interese ir, de todos modos pueden utilizar alguna mascarilla para ocultar un poco sus identidades.—

—¿Y qué no pueden hacerlo chicas reales?.— Mikey observó a su contrario.

—Todas se negaron...— Rascó su mejilla nervioso.— ¡Ah! Es cierto, intenten depilarse las piernas...—

—¿Y para qué?.— Baji frunció el ceño.

—¿Alguna vez has visto una sirvienta con las piernas peludas?.— Le devolvió la mirada molesta.

—Baji tiene el torso y la espalda muy anchas, no parece chica.— Draken le lanzó su caja de jugo vacía al pelinegro.

—Supongo que tienes razón...— Murmuró.

—¿Entonces no me disfrazo?.— Sonrió aliviado.

—Supongo que no, tienes un cuerpo algo musculoso.— Le observó detalladamente.— En fin... Sólo me quedan ustedes tres ¡Ah! ¡Chifuyu!.—

El rubio mencionado volteó a verle.

—¿Y-yo?.— Sus mejillas tomaron color.

—¿Hay más Fuyus? Vamos, no seas miedoso, no lo hagas por mi, hazlo por Mana y Luna.— Puso ambas manos como si estuviera rogando.

—A-agh... Bien.— Suspiró.— ¿A qué hora el sábado?.—

—¡8:30 AM! Mañana necesito que vengan a mi casa a tomarles las medidas.—

(...)

—¿Y bien? ¿Por qué te noto tan pensativo?.— Rindō tocó su mejilla con cariño.

—Ah, es sólo que pienso en el exámen de mañana.— Murmuró.

—Te irá bien, tranquilo.—

—¿Por qué luces tan relajado?.— Pinchó su mejilla con un dedo.

—Porque hemos estudiado los dos, además, ya entendí la materia.—

—Ya veo...— Reposó su cabeza en la mesa.

—¿Vendrás a la fiesta de mañana?.—

—Ah, no lo creo... Tengo un compromiso el sábado y no puedo ir trasnochado.— Suspiró agobiado.

—Ah, si no estás tú se me van las ganas de ir.— Miró a ambos lados de la biblioteca y depositó un rápido beso en la frente del peliazul.

—¿No venía nadie?.— Sus mejillas se coloraron.

—Si hubiera alguien, no te hubiera dado el beso.— Sonrió de lado.— Ya deberías irte a casa ¿Te paso a dejar?.—

—Um... Bien.— Se incorporó y guardó sus cuadernos en su bolso.

El rubio le imitó y juntos salieron camino al estacionamiento del instituto.

—Abrázame ¿Si?.— Se subió primero al vehículo, seguido se montó el menor.

—B-bien.— Rodeó la cintura del mayor con sus brazos, aferrándose.

Encendió el motor y lo hizo rugir un par de veces, seguido aceleró y partió rumbo a la residencia de Souya, que en verdad no quedaba tan lejos, sólo a diez minutos caminando.

No le tomó más de tres minutos llegar y estacionarse al frente.

—Bien, nos vemos mañana, Sou.— Esperó a que el menor bajara y acarició su mejilla.

—Nos vemos, Rin.— Le dedicó una suave sonrisa.

La puerta se abrió de golpe, revelando la figura de una mujer bastante atractiva.
Ambos jóvenes se quedaron mirando un momento, Souya algo más alarmado de la situación y un tanto nervioso.

—Ah, tú debes ser el estudiante de mi hijo.— La mujer bajó los pequeños escalones y se dirigió al rubio quien aún estaba en su motocicleta.

—B-buenas tardes.— Apagó el motor del vehículo y seguido le extendió la mano.

La señora le correspondió al apretón y seguido lo abrazó.

—Ah, me alegra tanto que mi hijo se relacione con más personas.— Se apartó un poco observando las facciones del Haitani.— Ah, eres bastante atractivo.— Estiró una de sus mejillas.

—M-mamá, ya basta...— Murmuró.

—¿Es tu madre? Luce muy joven como para serlo.— Era tiempo de ganarse a la suegra.

—¡Ah! Qué encanto de chico, ven quédate a cenar.— Tomó su mano.

—¡M-mamá!.— Las mejillas de ambos tomaron color.

—P-por mi no hay problema.— Sonrió notablemente nervioso.

—Ven, estaciónate bien y entras con Sou, los espero dentro.— La mujer se separó del grupo y volvió a entrar a la casa.

Rindō se bajó y arrastró la motocicleta a un costado de la reja, abriendo el asiento del piloto y desconectando los cables eléctricos.

—¿De verdad cenarás con nosotros?.— Le observó expectante.

—Es mi oportunidad de agradarle a tu madre y que te deje venir a mi casa.— Suspiró sonriendo.

—Ah... ya veo, es eso...— Sus mejillas tomaron color.— En ese caso, apúrate y entremos...—

—¡Voy!.—

Ella hace todo por seducirme, y yo voy, voy, voy 🫐

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Ella hace todo por seducirme, y yo voy, voy, voy 🫐

Zarco ; [ Ringry ]Where stories live. Discover now