especial; parte 1

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12 de Diciembre del 2012

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12 de Diciembre del 2012

—¿Tienes idea de qué pasó acá?— Su vista se elevó, la oscuridad era un tanto limitante pero el eco de los pasos les confirmaba que sólo eran ellos.

El olor a sangre era nauseabundo tanto como los sonidos que ésta hacía al momento de ser pisada, pegajoso e incómodo.

Los cuerpos estaban uno encima del otro, se descomponían lento por suerte, el ataque no tenía más de un par de horas concretado.

—¿Creen que sea una advertencia?— Kaito se acercó a paso lento a un lado del pelimorado mayor.— Eran nuestros aliados a fin de cuentas.—

—... Llamen a que limpien este desastre y avisen a las familias de sus respectivos países, una sepultura digna de ser posible a cada uno.— Ran apagó su cigarrillo en el suelo del local destrozado por las balas y los cuerpos, miró a su alrededor y caminó hasta la caja eléctrica salpicada en agujeros de las balas, golpeó un par de veces ésta hasta lograr encender algunas luces.— ¿Quien dijo que la violencia no resuelve algunas cosas?— Murmuró para sí.

Imaki estaba sentada en el balcón fumando con su rostro pálido y triste, las chicas que ahí fallecieron no eran culpables de nada y aún así debieron pagar con su vida las tontas peleas entre mafias.

Suspiró agotada y tiró por la baranda su cigarro, se puso de pie y con ayuda de Kakucho volvió con los hermanos.

—¿Necesitas algo más?— Le observó de reojo preocupado.

—No te preocupes Kaku, ya pasó.— Su rostro demostraba lo contrario, aún así se esmeró en mostrar una débil sonrisa.

—¿Dónde diablos se metió Rindō?— Un conocido pelirosa apareció por una de las tantas puertas del lugar, tenía la ropa llena de sangre y un par de cabellos despeinados.

—¿Y a tí qué mierda te pasó?— La mujer frunció el ceño.

—Me resfalé con la sangre.— Escupió molesto.

—Pedazo de idiota...—

—Pedazo de zorra...—

Ambos se miraron con odio algunos segundos,  como si en sus planes estuviera sacar su arma y dispararse hasta que uno muera primero.

Pero una tonta risa salió de sus bocas, rodaron los ojos y sólo sacaron su dedo corazón al otro.

Ran interrumpió su jugarreta con voz un tanto molesta.

—Déjense de juegos, Sanzu tiene razón ¿Dónde está Rindō?—

Lo conocía, no era de ir por ahí fisgoneando ni menos desapareciendo a mitad de un procedimiento, es más... Le aterraba que hiciera esl ¿Y si hubo una emboscada? ¿Era una trampa? Dios, el corazón de Ran comenzó a latir rápido y en su desesperación fue de habitación en habitación con su arma cargada lista para abatir a cualquiera.

Zarco ; [ Ringry ]Where stories live. Discover now