34; apoyo

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Volvió a casa después de tranquilizarse, sus ojos dolían y la garganta le raspaba, no tenía ánimos de nada, apenas pudo subirse a su motocicleta y partir rumbo a su hogar

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Volvió a casa después de tranquilizarse, sus ojos dolían y la garganta le raspaba, no tenía ánimos de nada, apenas pudo subirse a su motocicleta y partir rumbo a su hogar.
El viento en su motocicleta quizá le subía un poquito el ánimo, la libertad en las carreteras y el cielo casi naranja anunciando su atardecer.

Hubiera deseado tener a Souya de copiloto y que le abrazara el cuerpo con fuerza para no caerse, y más aún ver por el retrovisor su bonito cabello ondear al son del viento.

Intentó alejar sus pensamientos estúpidos y conventrarse en el camino, estaba por llegar a su hogar.

(...)

Apenas introdujo la llave se dejó casi caer a la entrada, cerrando la puerta y sacando sus zapatos, tirándolos por ahí, entrando notablemente desanimado a la sala de estar.

Ran estaba tinturando el cabello de Ima, ella estaba sentada sobre una de las sillas del comedor y el mayor estaba de pie detrás de ella pasando el llamativo color fucsia por sus hebras rubias.

—Llegaste, Rindy.— Habló con un notorio tono de cariño.

—Ahá...— Se lanzó en el sofá frente a ellos.

—¿Pasó algo?.— Observó bien su rostro, y más aún sus párpados hinchados y rojos.— ¿Estuviste llorando?.—

Ran automáticamente observó a su hermano.

—¿Rin? ¿Qué pasó?.— Dejó la tintura a un lado, acercándose a su menor y quedando de cuclillas frente a él, acariciando su mejilla.

El rubio sólo apartó el rostro, escondiéndolo en sus brazos, tal como un niño pequeño.

—Ima, tenías razón...— Murmuró.

—¿Ah?.— Ambos mayores se observaron extrañados.— ¿A qué te refieres?.—

—Al final alguien terminó siendo usado... y fui yo.— Su voz se notaba a punto de quebrarse.

—¿Rin? ¿Pasó algo con Souya?.— Tomó su mentón, obligándole a que les viera.— ¿Te hizo algo?.— Le retiró sus lentes para secarle las lágrimas que amenazaban por salir.

—Me dijo que los besos se los dan las personas quienes se quieren mucho y... volvimos a besarnos varias veces, incluso fuimos un poco más allá...— Suspiró.— Luego le pregunté si me quería... y yo le dije que yo a él lo quería mucho...— Mordió su labio.— Y me rechazó... se fue...— Cerró sus ojos con fuerza, volviendo a ocultar su rostro entre sus brazos, evitando que vean su llanto.

Ima y Ran se observaron un momento, con notoria preocupación en sus rostros.

—Hey, no llores pequeño...— Acariciaba con cariño sus cabellos.— ¿Qué tal si fue un malentendido?.—

—Ahá, un malentendido... fue bastante directo, Ran... Sólo le gustaban mis besos.— Murmuró.

—¿Y quien dice que no se puso nervioso y dijo que no?.— Intentaba de todos los modos posibles subirle el ánimo a su menor.— Ya sabes como es de tímido, quizá no supo que decir.—

—¡Es verdad! ¿Huyó?.— Ima se sentó al otro lado de Rindō.

—Sí...— Volvió a elevar la vista.— Pero no sé... ¿Porqué no le cuesta pedirme un beso pero sí le cuesta decirme un “Yo a ti también te quiero”?.— Limpió las lágrimas en sus mejillas.— Debí verme tan patético ahí, abrazándole y diciéndole lo mucho que lo quiero...—

—Nunca te muestras tan indefenso ¿Recuerdas cuando éramos niños y te daban miedo los truenos?.— Acariciaba sus mejillas con cariño.— Siempre dormías conmigo y me pedías que te contara un chiste.— Sonrió cálidamente.— Es de las pocas veces que te has mostrado tan indefenso y aferrado a tus emociones, él se lo pierde, se pierde esa parte tan bonita de ti, RinRin.— Tocó la punta de su nariz con un dedo.

Sus mejillas se coloraron un poco y le fue inevitable no sonreír.

—Si me acuerdo...— Se sentó, manteniendo sus rodillas pegadas a su cuerpo, abrazando sus piernas.

—Mañana es viernes, ya sabes qué significa.— Se sentó a su lado.— No me vas a creer, logré convencer a Nahoya de que fuera.—

—Uf, yo quiero ver como te pateará las pelotas cuando intentes sobrepasarte ¿Tu no, Ima?.— Volteó a ver a la chica sentada en el suelo.

—Es en lo único que pienso.— Sonrió animada.— Ah ¿No les interesa pedir algo para comer? ¿Qué quieres comer, Rindy?.—

—... Hamburguesas.— Murmuró.

—Entonces eso vamos a cenar.— Ran se puso nuevamente de pie.— Ve a sentarte Ima, aún me falta teñirte una parte.

—Está bien.—

—Oye, Ran.— Observó a su mayor.

—¿Sí?.— Le sonrió de lado.

—Te quiero.—

—Y yo a ti.—

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Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora