31; beso

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Ran notó que ya no estaban en la primera planta, sonrió y no dudó en buscar a Ima, la cual se encontraba apoyata en la pared conversando con varias personas

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Ran notó que ya no estaban en la primera planta, sonrió y no dudó en buscar a Ima, la cual se encontraba apoyata en la pared conversando con varias personas.

—Oye, ven ¿Quieres ver como Souya le patea las bolas a Rindō?.— Habló en su oído para que sólo ella pudiera escucharle.

Ella no dudó en asintir, siguiéndole el paso al de trenzas hacia el segundo piso.
Asumió que estarían en la habitación privada de ambos, aunque a decir verdad Ran la utiliza más.
Introdujo su llave con cuidado de no hacer mucho ruido y abrió la puerta esperando ver algo interesante.

Pero ambos solo soltaron una risa baja mientras miraban el dulce espectáculo de esos dos. Souya sin su polera dormía plácidamente en el pecho del rubio mientras él acariciaba con cariño su cabello y mejilla.

Notó que la puerta se había abierto y se incorporó de sorpresa, logrando que Souya se despertara.

—Agh, son ustedes dos ¿Qué quieren?.—

—Perdón, creí que estaba desocupada, pero toda tuya, es tu turno de disfrutar.— Le guiñó un ojo, cerrando la puerta, devolviéndoles su privacidad.— ¿Te asombra? Él nunca ha estado enamorado de nadie.— Volteó a ver a la rubia detrás suyo.

—Nunca se ha tenido que esforzar por conseguir a alguien, siempre viene la gente a él, está acostumbrado a sentimientos pasajeros y relaciones sin amor.— Sonrió algo apenada.— Está enamorado de Souya, pero me da miedo que no sepa como hacer las cosas y termine dañando su corazón y el de él.— Murmuró.

Ran apartó la mirada y tomó su mano, fue con ella hacia otra de las habitaciones en la segunda planta, estaba vacía y tenía un bonito balcón.

—Prefiero hablar aqui...— Apoyó ambos brazos en el barandal.— ¿Desde cuándo te preocupas tanto de Souya?.— Le observó de reojo.

—Se parece tanto a Isamu que es imposible... no sé, no querer cuidarlo.— Sonrió algo apenada.

—Vaya... Proyectas a Isa en ese enano...—susurró.— Ayer fui a verlo, tienes su sepultura bastante linda.—

—Lo sé...— Dio un par de risas nerviosas.— Cambiemos el tema y bajemos, tengo ganas de un trago.—

—Muy bien, te sigo.— Acarició su cabello con energía.

(...)

—¿Te sientes bien?.— Rindō aún tocaba con cariño sus suaves hebras.

—Sí... me relajé un poco y acabé quedándome dormido.— Elevó su vista hasta la del contrario.—...—

—¿Pasa algo?.— Acarició su mejilla.

—¿Podemos volver a besarnos?.— Su rostro tomó color.— Por favor...—

Rindō sonrió de lado y asintió feliz.

Ambos se incoporaron y volvieron a unirse, el mayor con su cuerpo apoyado en el respaldo de la cama y con Souya nuevamente sobre su entrepierna.

Se observaron un momento antes de iniciar su beso, uno lento y algo ruidoso, dándose el tiempo de acariciarse mutuamente, deslizando sus dedos por la desnuda piel del otro. Se separaban a ratos para tomar algo de aire y de inmediato volvían a besarse con pasión, elevando la temperatura de sus cuerpos, iniciando un vaivén en ambas caderas.

Souya jamás había experimentado tan placenteras sensaciones, masturbarse definitivamente no se comparaba al desesperado frote de ambos ni a los húmedos besos ruidosos que tanto le gustaban.

Rindō lo empujó y quedó sobre él, bajando una de sus manos al abdomen del contrario, masajeando suave su piel a su vez iniciaba un beso con lengua.

Lo necesitaba, por algún motivo estaba deseando que el rubio siguiera bajando su mano y tocara con pasión mas allá, movió un poco sus caderas y sus manos fueron a parar al cuello del mayor, rodeándolo con un abrazo, intensificando el beso.

Rindō notó la señal y bajó aún más, tocando con algo de fuerza la dura erección del peliazul el cual involuntariamente soltó varios gemidos, separándose del beso.
Movía sus caderas deseoso de más roce, el cual le fue otorgado, ahora el rubio tomaba su bulto y lo masajeaba de arriba hacia abajo mientras observaba embelesado la tierna expresión de placer de Souya.

—¿Te gusta, Sou?.— Ronroneó en su oído, seguido mordiéndole el lóbulo.

—A-ay...— Cerró sus ojos, encantado con el caliente aire en su cuello.— S-sí...—

—¿Puedo sacarte los pantalones?.— Volvió a verle a los ojos, deteniendo su toque.

Souya pareció sorprenderse con la pregunta, pero no dudó en negar con la cabeza, decepcionando al mayor.

—L-lo siento...— Murmuró.—

—Está bien, no te preocupes.— Besó su mejilla con ternura.— ¿Quieres seguir con los besos?.—

Asintió.

—Ven aquí, pequeño...— Sonrió de lado, acercándose nuevamente a sus labios, dejando cortos besos en ellos.

— Sonrió de lado, acercándose nuevamente a sus labios, dejando cortos besos en ellos

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un voto se agradece 🫐

uf, las cosas se vienen dificiles y tristes.

Zarco ; [ Ringry ]Where stories live. Discover now