3. ENTRE MANUSCRITOS

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Era sencilla, unos tablones de madera la recorrían haciéndola parecer más robusta y segura como los robles que formaban el bosque. Para que mentir, a Ella le encantaba , era como tener un refugio lejos de los males que pudiesen atarla al suelo.

Así entre el viento de las montañas era libre , salvaje como una bestia, entonces  un ruido sonó entre la maleza y la joven fue devuelta a la realidad, era una presa.

Cautelosa se acercó a la puerta y llamó con dos golpes, un solitario silencio fue su única respuesta.

Los sonidos que emitía el corazón del bosque habían desaparecido, ni el bravo viento se atrevía a cruzar la colina. La chica limpió el polvo de la cristalera de la puerta y miró adentro con atención, era una pequeña vidriera de colores vivos y no dejaba ver con claridad.

Ella se apoyó en la puerta intentando escuchar algún sonido, la vejez de la puerta cedió abriéndose y  dejándola caer dentro de la cabaña.

De nuevo el mundo permanecía callado esperando su próximo paso, durante unos segundos dejó de moverse , por suerte estaba sola. Nadie había notado su presencia intrusa ni lo harían , la cabaña estaba abandonada. 

Sin tiempo que perder comenzó a investigar.

Le extrañó descubrir que el agua y la luz funcionaban incluso estando en mitad del bosque.

La casita parecía más grande por fuera pero por dentro era bastante menuda, se componía por dos salas, una de ellas el baño era básica y estrecha, la otra ocupaba la mayor parte.

Era una sala espaciosa, de su pared colgaba una hamaca y la única cama disponible, en las demás paredes había una enorme vidriera de colores vivos  transformaban la luz que pasaba a  través  de ellos y debajo un enorme escritorio  lleno de manuscritos, pócimas caducadas y elementos que Ella no podía reconocer.

Aparto con cuidado todo sintiendo el valor y cuidado que su anterior dueño les dio, intentó leer su letra escrita con pluma pero el vocabulario extranjero y el desorden no le dejaron otra opción más que rendirse.

Debajo del escritorio había una chimenea con las últimas cenizas que no llegaron a limpiarse.

Si no fuera por los estragos del tiempo no se notaría que la cabaña estaba deshabitada,  estaba desordenado, había pertenencias y todo indicaba que alguien aún vivía ahí. Al plantearse qué podía haber pasado con la persona última persona que vivió antes en la cabaña Ella sintió un escalofrío.

Queriendo escapar de los pensamientos oscuros la chica abrió el gran ventanal , enseguida el viento curioso entró en la cabaña y removió los papeles, Ella se dio cuenta de que para pasar la noche iba a necesitar leña y un caliente fuego, además si quería permanecer un tiempo en la cabaña debía limpiar y encontrar algo que comer.

El frescor de la tarde hizo que la joven se acordara de un hermoso paisaje, una montaña nevada, escarpada y blanca con un manto de frío que la envolvía.

"¿Yo vivía en un lugar así?" se preguntó.

Un sentimiento amargo la cubrió, angustia.

Mientras comía su primera caza, un pez cocinado en la chimenea se dio cuenta de que desde el techo colgaba una cuerda , como si quisiera dar a un desván .

Al estirar de la cuerda unos cuentos manuscritos cayeron encima de Ella.

Entre ellos uno llamó mas su atención, era una vieja foto  de una mujer sujetando entre sus brazos a un bebé, ambos sonreían y la mano del más pequeño sujetaba con fuerza  la prenda de su madre como si supiera que  iba a desaparecer.


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