23. LOS INOCENTES

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Mientras Ella agarraba su cabeza dentro de un armario como si se le  fuera a caer los guardias no cesaban su búsqueda, desde allí dentro escuchaba las pisadas inquietas de arriba a bajo, se dio cuenta de que no podía esconderse para siempre cuando empezaron a abrir puertas cercanas a la habitación en la que se encontraba, entraban al cuarto y lo revisaban.

En cualquier momento la chica podría escuchar puerta abrirse y aquello no podía significar otra cosa que no fuera el final.

No tuvo otra opción más que salir de su escondite una vez habiendo escuchado los pasos de los soldados en la lejanía.

El príncipe Galia cuando se enteró de que la reclusa había escapado experimento una intensa  alegría aunque no tenía como expresarla ni con quien, además de que por mucho que Ella hubiera huido su paradero era desconocido.

Instintivamente la chica fue bajando pisos buscando la oscuridad para camuflarse como una pasajera sombra, estaba completamente perdida, nunca antes había estado en el interior del palacio y a diferencia de Hollow tenía demasiado miedo como para pararse a escuchar a los guardias.

Bajo tanto que llego al lugar más oscuro, siniestro y silencioso del palacio, los calabozos.

También era el mejor escondite sobre todo si los vigilantes estaban demasiado ocupados en la superficie como para preocuparse de los presos que ya de normal sufrían un severo abandono.

El lugar estaba envuelto en piedra fría y silencio aunque los aullidos de dolor se podían intuir en el ambiente.

" Yo podría haber acabado aquí" pensó la muchacha .

El pensar en pasar toda su vida detrás de esos barrotes sucios y gruesos la aterrorizaba más aún que la mismísima muerte.

Solo unas cuantas antorchas alumbraban la penetrante oscuridad, en cuanto la joven entró un sentimiento de cansancio la invadió como si allí su alma pesase más, no era una cárcel cualquiera, solo los presos peor enjuiciados por el rey pasaban sus noches en las catacumbas y seguramente el resto de su vida.

Aunque el sitio estuviera tranquilo Ella andaba con cuidado como si pudiera herir al suelo con sus pisadas y tuviera que ir de puntillas para no despertarlo.

La mayor parte de las celdas estaban vacías, otras tantas tenían reclusos locos que susurraban palabras indescifrables en las esquinas o que se movían nerviosamente de lado a lado.

Las condiciones eran infrahumanas y la huella del tiempo había marcado a los inocentes.

Una mano tomó por sorpresa a Ella que paseaba por un los largos pasillos, la mano la agarró y la acercó a los barrotes bruscamente.

: Tú debes ser la humana ¿ Verdad? la bruja nigromante de la todos hablan ¿ No es así?- Un anciano fuera de sus cabales repetía un monólogo nerviosamente- ¿ El rey te capturó? pobre niña, pobre niña...

: Por favor suéltame- susurro la chica asustada- no se lo que te han contado pero no soy ningún monstruo así que por favor suéltame.

: Lo sé- se tranquilizo el anciano y la soltó - escúchame niña no puedes quedarte aquí , si lo haces morirás, el rey ni perdona ni compadece. Debes ir al barracón prohibido allí en lo alto de la colina cercana al campanario vive un anciano sabio como yo, estoy seguro de que él te dará su ayuda así que ves hija mía, ves.

: ¿ Cómo puedo llegar allí? - preguntó desesperada.

: Eres pequeña, tienes un cuerpo menudo tienes que abrir esa alcantarilla - señaló hacía el fondo del pasillo- veras un pequeño agujero, si quieres vivir no dudes en entrar, por allí no cabrá el cuerpo corpulento de los soldados.

Un guardia de oído fino escuchó a los presos hablar y decidió ir a ver que ocurría.

: Yo podría intentar sacarte a ti también, debes ser libre-miró al anciano con congoja  Ella .

: ¡¿Quién anda ahí?!- exclamó el soldado.

: ya es muy tarde para mí , déjame aquí, así lo ha querido el destino, pero tú aún puedes escapar- añadió el hombre mayor.

Ella echó a correr hacía la alcantarilla que la llevaría a la libertad, el guardia la seguía de cerca mientras todos los presos gritaban eufóricos tras los barrotes " ¡ Corre! ¡ Corre!" sin atisbo alguno de envidia de ver a  alguien libre.

Una vez llegó ,la chica se agachó y se encontró un agujero mucho más estrecho de lo esperado tanto que si el hombre le hubiera mentido y aquello no tuviera salida podría morir asfixiada , antes de meterse por completo sintió como un guardia le estiró de la pierna pero se agarró ferozmente a las paredes que encarcelaban a los inocentes y con una fuerte patada se libró del hombre.

Este solo pudo observar como su presa se había escapado y maldecir varias veces, después fue de inmediato a avisar a sus compañeros.

 Tras un rato de angustia Ella llegó a una total penumbra, los túneles subterráneos del reino.

Había sido buena elección haberse fiado de las palabras de aquel loco que parecía el más cuerdo de todo el palacio.

A la joven se le revolvía el estomago de pensar cuantos inocentes no  habrían tenido su suerte y habían muerto encarcelados en aquel lugar sin luz solar, ni comida decente, ni una vida digna por culpa de la mezquindad del rey.

El rey a su paso dejaba una fúnebre estela de muerte.

Ella había cogido cerillas en la cabaña de Mery así que podía alumbrar las cloacas, era casi como un laberinto que en vez de  gruesos y altos muros tenía pequeños ríos que emanaban del corazón del reino.

El barracón prohibido era su objetivo pero ¿ Por dónde debía empezar a buscar?




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