39. NO SOY NADIE

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Tras dar varias vueltas en círculos por la arboleda Hollow llegó a la misma aldea que el príncipe había encontrado pero para ese entonces este ya había sido echado por el pueblo enfurecido.

El muchacho también quedó horrorizado por la escena pero al contrario que Galia no le costó reaccionar, nunca había vivido protegido de la maldad del mundo, ni de la miseria de las calles, ni del profundo dolor que causaba la muerte.

Desde muy pequeño Hollow había perdido ese brillo particular que tienen los niños en los ojos, fue obligado a madurar muy pronto  para poder sobrevivir a un reino cruel.

Contra más se adentraba en el poblado peor parecía la situación, el humo se hacía más denso, las cabañas parecían cada vez más destrozadas, el fuego se extendía por la madera y los heridos a duras penas conseguían llegar a las afueras donde poder respirar aire fresco.

Tampoco faltaban cadáveres, algunos estaban rodeados de familiares y otros irreconocibles por el fuego estaban abandonados, todo el mundo esperaba encontrar a su familia, a sus amigos,  y que ninguno tuviera la mala suerte de ser uno de esos cuerpos sin rostro.

Los aldeanos se organizaban para socorrer a los heridos, llevar cubos de agua para intentar apagar el fuego o recoger pertenencias que aún no se habían quemado por completo.

Hollow no perdió más tiempo en observar la escena, tenía que intervenir y ayudar de alguna manera.

Una pareja luchaba por salir del interior de la aldea, el hombre tenía una pierna herida y la mujer lo sujetaba con dificultad, a diferencia de los demás seres no eran gnomos o duendes, sus garras eran afiladas, tenían ojos felinos y unos pequeños cuernos asomaban de su frente.

Al chico le parecieron familiares sus caras pero no supo ubicarlas en ningún lugar, de todas formas era imposible que los hubiera visto alguna vez en su vida ya que no pertenecían al reino ¿Verdad?

:¿Se encuentran bien?- preguntó Hollow apoyando el brazo del hombre en su hombro- Vamos os ayudaré a salir de aquí.

Sin mucho esfuerzo gracias a la ayuda del joven la pareja consiguió salir del pueblo y el humo que lo envolvía, si seguía quemándose a ese ritmo pronto no quedarían ni las huellas de lo que una vez fue, solo habría ceniza.

:¿Qué es lo que ha ocurrido?- los interrogó- ¿ Ha sido una bestia?

: ¿ A caso no estabas muchacho?- contestó el hombre malherido- Nos atacó, una de las mil bestias que habitan este maldito bosque.

: Ha sido uno de los peores ataques en mucho tiempo- decía la mujer llorosa- ¿Cuándo cesarán las desgracias? ya no sé ni cuantas veces nos ha ocurrido esto, lo hemos perdido todo.

Hollow recordó la fiera que los había intentado cazar, sin duda un animal con ese tamaño era capaz de dejar la aldea en ese estado, no podía ni imaginarse como debía ser vivir bajo los constantes asaltos de monstruos.

:Esta vez nos ha costado mucho- comento el hombre intentando tranquilizar a su mujer- pero podremos con ello y nos recuperaremos, como siempre lo hacemos.

:¿ Y qué pasa si no aguantamos más?- decía desconsolada- ¿Qué haremos si todo queda destruido? ¿Dejaremos que las bestias nos maten poco a poco a todos?

El hombre no pudo decir nada, no había palabras que pudieran calmar semejante dolor, así que la abrazo en silencio.

El muchacho tuvo un fuerte impulso, una necesidad de actuar, debía sacar a toda esa pobre gente de allí, tenía que protegerlos y llevarlos a un lugar seguro sin embargo no podía hacer nada, la frustración  lo devanaba, incluso  lejos de las manos del rey seguía siendo un peón ante el destino que marcaba la naturaleza.

No era nadie.

:¿Y tú joven?- preguntó la señora- Agradezco tu ayuda pero ¿ No te necesitan los tuyos? ¿Tu familia está bien?

:Yo no tengo algo como eso- contestó  con una sonrisa amarga.

Por un momento pensó en sus hermanos pero después de la traición ¿Podían seguirse llamando familia? ¿Es tu hermano alguien que intenta acabar con tu vida? Después pensó en Ella pero de todas formas no podía ayudarla en ese momento.

La pareja notó la herida del chico y no quisieron hacerle más daño preguntando.

:¿Necesitáis algo más?- se inquietó Hollow- ¿Agua, comida o algo para la herida?

:No muchacho no te preocupes más por nosotros- contestó el señor- allá en el poblado te necesitan más, nuestra familia no ha sufrido tanta desgracia como otras así que ves y protégelas.

Dicho esto se volvió a adentrar en el caos para seguir cumpliendo su misión, allí entre la humareda su identidad, su vida, su nombre desaparecía, el chico solo podía centrarse en los horrores que veían sus ojos y en ayudar  a los aldeanos antes de que fuera  demasiado tarde.

Rebuscó entre los escombros, auxilió a heridos, apagó fuegos e incluso enterró cuerpos.

Ver como alguien daba sus últimos alientos, como poco a poco abandonaba el mundo, pensar en lo que pudo sentir su madre al irse lo aterraba, la muerte, aquel profundo miedo lo decoraba y se convertía en rabia, pero en el fondo no era nadie y lo sabía.

Su odio nacía del miedo y su fortaleza surgía de la debilidad. 

La noche cayó, estaba agotado y aunque el poblado no se había recuperado por completo estaba mucho mejor que antes,  sin poder apenas caminar Hollow dejó su relevo a otra persona.

Antes de dormir volvió con la pareja que había ayudado al principio y les llevó algunas vendas y alimento.

:¿Cómo os encontráis?

: Mejor que antes - contestó la señora- muchas gracias por todo lo que has hecho por nosotros y el pueblo.

:Os ayudaré en todo lo que pueda- dijo decidido Hollow- pero para eso necesito saber, por favor, contarme toda la historia.


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