21. LLAVES

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Otra vez se encontraba sofocado en la soledad de su cuarto, cubierto de lujos y joyas sin embargo el príncipe no podía hacer otra cosa que no fuera mirar a lo lejos.

Allí en el horizonte, entre los altos montes, los farolillos del reino y las humildes moradas encontraba calma.

Dentro de su cuarto había combatido dragones, había usado la prohibida magia e incluso había encontrado el amor, claro que, todo fue causado por su imaginación y el aburrimiento.

Pero en aquel momento no había espacio en su mente para otra cosa que no fuera Ella, su rostro delicado, su curiosa historia y la idea de que iba a morir.

Galia nunca había estado muy unido a su padre, pero verlo sentenciar la muerte de alguien con total frialdad lo había dejado mudo.

"¿ Qué tipo de persona es mi padre ?" - se preguntó asustado-

Muchas veces el reino y sus humildes habitantes habían sufrido su cólera y sus castigos pero era la primera vez que el príncipe miraba cara a cara a la realidad.

Por un momento se imagino ver la cabeza de Ella rodando, fría y muerta, sintió un pinchazo es su pecho, tenía miedo.

Pronto por la mañana Galia fue liberado de su encarcelamiento, debía prepararse para el espectáculo que iba a suceder en la plaza, él había capturado a la bruja, era importante que acudiera al ajusticiamiento.

" Todo es mi culpa  ¿Qué debo hacer?"- se dijo a sí mismo.

El joven se debatía entre desobedecer a su padre  o dejar morir a una bruja que apenas conocía pero era inocente.

Siempre le había sido fácil desacatar las órdenes de cualquiera pero esta vez las consecuencias podían ser terribles, el rey no le perdonaría tan fácilmente una falta tan grave, sobre todo si tenía que ver con la nigromancia .Dejando de lado el castigo que recibiría ¿Qué podía hacer él?, no era más que un tonto con muchos adornos de oro, un vagabundo de sueños.

" No, fue mi error y debo arreglarlo, no puedo dejar que muera"- finalizó su martirio 

"Primero debo conseguir la llave que abre la jaula- pensó- y después improvisaré"

El rey no era tonto, había guardado la llave con mucho cuidado, seguramente en la cámara real, dentro había preciados objetos y a ella solo podían acceder los empleados más antiguos, confiables  y que poseían el permiso del rey.

De todas formas nadie se atrevía a sublevarse al monarca ni mucho menos  a robarle por lo que la puerta a este cuarto no tenía cerradura.

Galia a pesar de haber vivido en una burbuja toda su vida sabía donde se encontraba la preciada llave de la que dependía la vida de su amiga.

Los nervios volvieron sus articulaciones rígidas como las piezas de una máquina, aún así no dudo en correr hacía la cámara real.

Era demasiado tarde, tras la puerta del cuarto ya había un par de guardias , cosa que imposibilitaba conseguir la llave y la huida de la joven.

El heredero al trono se apoyo en la pared horrorizado, alguien iba a morir por su culpa.

: ¡¿Cómo que no lo sabes imbécil?!- se escucho desde el interior del cuarto un grito feroz.

: Shhhhh si hablas tan alto nos escucharán- contestó el otro guardia.

: ¿Crees que eso importa ahora?-declaró amenazante- cuando nuestro señor se entere de esto seguro que nos cortara la cabeza , es más, a nosotros y a nuestra familia.

: Pero yo deje aquí la llave tal y como se me ordeno- susurro apenado- no sé como a podido desaparecer...

: Cállate y busca bien, se nos acaba el tiempo- contesto molesto- y ni se te ocurra  decírselo a los demás tenemos que resolver esto nosotros mismos o el rey acabará con nosotros.

: ¿ Y si alguien ha cogido la llave? ¿ No deberíamos avisar para que se duplique la vigilancia de la celda?- musito su compañero-

: No digas tonterías tiene que estar aquí, en alguna parte...

Galia sabía lo que aquello significaba, aún podía conseguir la llave y salvar a Ella pero debía actuar rápido y sacar a los soldados de la cámara real antes de que dieran con lo que era su última esperanza.

: ¡Intrusos! ¡Intrusos!- comenzó a gritar el chico- ¡Ayuda hay intrusos en el palacio!

Aquello fue lo primero que se le ocurrió decir y tuvo efecto porque los guardias no tuvieron más opción que salir a buscar a los supuestos intrusos.

: ¡Por allí!- señalo Galia- ¡Por allí a huido! 

En cuanto se fueron el chico entro a la cámara, dentro había joyas lujosas, ropajes, muebles caros y algunas llaves.

Buscó en los lugares más obvios y el las rendijas más pequeñas donde apenas cabían los ratones pero no halló ninguna llave, no al menos como la que buscaba.

Todo era un caos, los soldados seguían persiguiendo al intruso inexistente, el rey estaba en camino a la plaza, ella seguía encerrada, y el príncipe... estaba perdido.

Esta vez no era culpa de la humana tal desorden.



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