37. EL CAMINO

4 4 0
                                    

El sol ya estaba escalando las montañas, entre los árboles se colaba su luz dejando ver un hermoso amanecer.

Aquella noche el príncipe Galia había echado de menos su cama real más que nunca,  mientras mal dormía entre los arbustos tenía constantes pesadillas y hasta el sonido de un pequeño grillo podía exaltarlo.

Estaba completamente solo,  no podía contactar a sus compañeros, bueno más bien, ni si quiera sabía si seguían con vida o si la bestia se la había arrebatado, el chico sintió angustia al pensarlo.

Galia sin otra opción decidió empezar su viaje hacía la nada.

La fauna que habitaba el bosque de las bestias era distinta a la del Reino del Sol, había muchos tipos diferentes de setas, flores grandes y bellas, árboles esbeltos y exóticas bayas que aunque tenían buena pinta el joven no se atrevió a probar.

El príncipe decidió alejarse de la realidad ya que era la única manera de que él pudiese sobrevivir, no era capaz de enfrentarse a la idea de que estaba solo y perdido en la inmensidad de la arboleda sin tener conocimientos en supervivencia y con monstruos que buscaban su cabeza, si quería salir a delante no podía dejar que aquellos pensamientos se lo comieran vivo así que simplemente hizo lo que siempre hacía y dejó de pensar.

Por fin después de varias horas caminando Galia encontró unas cabañas que se asomaban entre las copas de los árboles, cauteloso se acercó a las estructuras, construidas con madera y paja, materiales pobres y frágiles.

El joven sintió un gran alivio, había encontrado criaturas que quizá iban a  querer ayudarlo y no solo eso, eran seres del exterior, justo como él quería iba a tener una aventura.

Ya en su cabeza tenía mil preguntas que hacerles, su ávida sed de conocimiento no iba a saciarse fácilmente.

Conforme se acercaba a la aldea el muchacho se dio cuenta de que no era tan pequeña como parecía, se podían ver fogatas, pequeños huertos, materiales y vasijas, algún que otro animal de granja e incluso un pozo.

Galia se quedó helado a descubrir la cruda verdad, aquella gente no cantaba canciones alegres alrededor de las hogueras, ni reía llena de felicidad, ni se divertían pescando en el río, nada era como él se lo había imaginado, claro que, al fin y al cabo lo que quería era ver la realidad con sus propios ojos.

En ese momento el joven supo que vivía en un mundo donde los débiles no tenían refugio.

En ese momento el joven supo que vivía en un mundo donde los débiles no tenían refugio

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.


El poblado se encontraba en la miseria, como si un desastre natural acabase de pasar por allí, las cabañas estaban destrozadas, rotas e incluso calcinadas, mientras los campesinos gritaban y pedían auxilio su único rey, el caos, parecía ignorarlos.

Galia no supo donde dejar caer su vista, no sabía como reaccionar o donde debía fijar su atención pues siempre había querido salir al mundo y explorarlo pero ¿ A caso estaba listo para ello?

Grupos de aldeanos se movilizaban para apagar incendios, los heridos se acurrucaban por el suelo, algunos gritaban llenos de desesperación buscando a sus familiares...

Había vuelto a pasar lo de siempre, a pesar de tener la verdad  enfrente suya no había podido darse cuenta.

En un momento de lucidez el príncipe se acordó del lugar en el que se encontraba, no lo llamaban el bosque de las bestias por nada, el destrozo del pueblo bien podría haber sido por culpa de la fiera que los había atacado esa noche o por otra de las miles que habitaban en las sombras.

Todas las criaturas que vivían en la aldea eran desconocidas para Galia, eran especies que nunca había visto dentro de los muros de su reino, la mayoría eran duendes y gnomos pero había más razas, todas ellas estaban unidas a la magia.

De repente una mujer vestida con  harapos  viejos cayó al suelo de rodillas, desesperada se retorcía, lloraba y aullaba llena de sufrimiento, esto hizo que el chico despertase de su estupor y rápidamente se acercó a ella.

: ¡Hijo mío!- lloraba-¡Despierta, despierta! ¡Por favor!

Entre sus brazos mecía el cuerpo de un niño pequeño que ya no tenía alma.

: ¿ Qué ha ocurrido?- preguntó Galia dispuesto a ayudar pero sin saber que hacer- ¿ Se encuentra bien? 

:¡Mi niño! ¡Mi niño!- eran las únicas palabras que la mujer atinaba a decir-

El chico bajó la mirada para encontrarse aquella desoladora imagen, por muy ignorante que fuera sabía perfectamente que cuando una vida  abandona su cuerpo es imposible devolverla y tampoco se puede hacer mucho por la ánima en luto que deja en el mundo.

Sintió una fuerte presión en el corazón, estaba aterrado de lo que era la realidad.

Galia no solo había estado alejado del verdadero  significado de la libertad y la vida, si no también el de la muerte, el sufrimiento y la miseria. Enfrentarse a todos ellos era lo que se llamaba estar vivo.

Un duende de mediana edad se acercó a la escena, era conocido de la mujer y también sufría la perdida del niño, extrañado miró al joven y le preguntó:

: ¿ Quién eres tú?- nunca antes lo había visto en la aldea- ¿ Eres un...elfo?



☀☀EL REINO DEL SOL☀☀Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora