CAPÍTULO 10

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VICTORIA

Washington Estados Unidos, Julio 22.

Estiro el brazo para apagar la alarma de una vez por todas y un dolor de cabeza me recorre todo el cráneo. Me siento sobre la cama y tomo una bocanada de aire, apenas he dormido unas pocas horas desde el día de la misión y mi cuerpo se siente cansado. Las pastillas para dormir no me están ayudando como hace unas semanas.

Giro la cabeza y veo que el sol ya ha salido, me quedo hipnotizada mirando los rayos de luz que entran por el ventanal y se reflejan en la pared de mi habitación, se curvan al final y reflejan el suelo.

¿El sol a las 4 de la mañana? Eso es nuevo...

Abro los ojos como platos, estiro mi mano al móvil, la pantalla se ilumina y veo la hora 0700. tengo llamadas perdidas de Santiago, Ivana, Brooke, Nick, Vanessa y Ricardo. También algunos mensajes de texto.

¡Mierda!

  Entro en el baño dándome trompicones con la ropa del suelo, esta no ha sido mi mejor semana de todas. Me meto en la ducha y enciendo el agua, el líquido cae frío sobre mi cuerpo y me despabila poco a poco.

¿Como no escuche la maldita alarma?

¿Será por que cuando te dormiste fue que comenzó a sonar?

Maldición, me dormí a las cuatro de la mañana. No porque yo quisiera, las pesadillas no se detienen y es poco lo que he dormido y comido estos días. Salgo de la ducha, me recojo el cabello en un moño y me pongo el uniforme rápidamente. Reparo mi ropa en el espejo y me veo perfecta... por fuera.

Recojo el móvil, mis cosas que están tiradas por toda mi habitación y salgo por el pasillo corriendo. Mis ojos viajan a Colín y Griffin que están sentados en el sofá en silencio.

— Teniente ¿Ya ha despertado? —pregunta Griffin—

No imbécil, ¡Soy un puto fantasma!

Tomo aire antes de decir cosas que no son.

— ¿Por qué no me despertaron? ¡Voy tarde! —me quejo y abro la puerta.

Ellos corren detrás de mí, bajo las escaleras a la velocidad de la luz. Llego al parqueo y me subo en mi coche rápidamente, enciendo el coche y las luces del tablero iluminan mi rostro.

Normalmente no me toma mucho tiempo llegar al comando pero esta vez llegue en menos de diez minutos. De esta seguro y el ministro si me saca del ejército. Rápidamente me registré en la entrada y entró en el parqueo.

Casi todos los coches están parqueados incluyendo el Ferrari F812. Me bajo del coche y no tengo tiempo para escaleras, oprimo el botón del elevador y cuando las puertas se abren vacilo un poco antes de subirme.

Entro y me pego a una de las paredes, las puertas se cierran y la tortura comienza. Siento como me comienza a faltar el aire, una leve capa de sudor frío se forma en mi piel y aprieto mis puños a los lados. El sentimiento de ahogamiento se hace presente y lo odio. El eco de una gota cayendo sobre un charco de agua me rodea y quiero tirarme de los pelos para sacar ese maldito sonido de mi cabeza.

— ¿Teniente? —dice una voz y yo abro los ojos.

Las puertas del ascensor ya se han abierto y un soldado me mira con cara de trauma, suelto aire y el me mira preocupado. Sonrío y como si nada, últimamente es lo que mejor se me da.

Camino por el pasillo y hay soldados caminando de aquí para allá. Veo a Nick caminando frente a mi, lleva su uniforme y un vaso de café. Sus ojos captan los míos y comienza a caminar hacia a mi:

TÚ Y YOWhere stories live. Discover now